La gente está
llegando a un nivel de hartazgo que me preocupa. Y me preocupa porque ese, el
hartazgo, puede traernos consecuencias muy peligrosas para nuestra sociedad. Y
ayer, tomando café con un amigo lo comprobaba; resulta que estaba ojeando el
periódico del bar y le comenté a mi amigo lo de la noticia del fraude, por
parte dirigentes de la patronal de Madrid, en los cursos de formación; su
contestación fue “¡va!, son todos iguales!”.
Y en parte mi
amigo lleva razón, la verdad es que parecen todos iguales. En este caso
concreto parece que en el seno de los empresarios madrileños algunos se han
dedicado a desviar fondos destinados a cursos, pues según publicaba el diario
El País, la policía ha descubierto, tras realizar una muestra aleatoria, que
ninguno de los 10.671 alumnos investigados había realizado acción formativa alguna
impartida por los empresarios madrileños. Hasta el momento se han detenido a 13
personas, que habrían creado una red empresarial para poder blanquear el dinero
procedente de las subvenciones públicas.
Es decir, ya
no solo se trata de Andalucía, con los escándalos de los ERE y los cursos de
los sindicatos, ahora se suben al carro los empresarios, que según parece
también han querido sacar tajada de las “acciones formativas”.
Y todo esto,
unido a los demás casos de corrupción que cada día acaparan las noticias en
televisiones y radios y portadas de la prensa escrita y digital, es lo que
provoca el hartazgo en la gente.
Solo espero
que este hartazgo lo sepamos canalizar con la única arma que tenemos los
ciudadanos y que, cuando lleguen las diferentes elecciones (que todo llega),
este hartazgo nos haga llenar las urnas de votos, de votos para que esta
situación cambie, para que unos y otros dejen de aprovecharse de los
ciudadanos. Porque es lo que hacen, aprovecharse de los ciudadanos y de su
hartazgo.