domingo, 30 de junio de 2013

DEPORTISTAS DE BAJO RENDIMIENTO, por Piti Ferrer


Bueno, ¡pues ya está aquí el verano! Y con él, los propósitos de enmienda.

Yo todos los veranos tengo los mismos: adelgazar 3 kilos (ni 2 ni 4, 3) y  hacer ejercicio. Menos mal que no soy la única porque, cuando leo las revistas o los blogs por ésta época, siempre hay artículos sobre esto. Así que se ve que es generalizado.

A mí me ponen muy nerviosa porque en los reportajes sobre nutrición SIEMPRE salen fotografías de mujeres delgadísimas comiendo una ensalada con algún ingrediente imposible de encontrar. Y, en los que hablan de deportes, SIEMPRE hay mujeres esculturales, sonriendo, maquilladas y ¡sin sudar! Peor aún cuando sale una pareja: ella, como la he descrito antes y, él, con su tableta de chocolate incorporada.

En lo que respecta a los kilos, muchas veces lo consigo pero lo del deporte... El caso es que cuando decido practicar alguno, la idea es buena y al principio estoy hasta animada, pero me dura lo que me dura.

La primera vez que decidí hacer ejercicio de forma periódica, me apunté a un gimnasio para hacer aerobic (hay que ver cuanto hizo Eva Nasarre por éste “deporte”): tres meses, eso es lo que duré. 


Luego fue el tenis: cincuenta partidos (y muchos son), y el caso es que se me daba hasta bien. También pasé por el pádel: aproximadamente... cuarenta partidos. Y por el batminton que con eso de que la plumilla va relativamente lenta, me cansaba poco. Por supuesto, el footing, ¿y quién no lo ha intentado? pero cuando me di cuenta de que se me estaban poniendo unos gemelos de futbolista, decidí dejarlo. Bueno, y podría seguir nombrando más deportes.

Lo peor era que cada vez que decidía practicar uno, ¡me compraba la equipación completa! Por eso, como la experiencia es un grado y a éstas alturas de mi vida “algo” me conozco, cuando el año pasado me dio otra vez por el fluss del deporte, me paré y pensé: ¿qué deporte puedo hacer donde el coste de la inversión sea mínimo y me cueste 0 € practicarlo? La natación, porque me iba a pasar todo el verano en la piscina y las gafas ya las tenía. Lo único que necesitaba era el bañador, que se lo copié a la esposa del Dueños del blog, y me costó 10 € en Decatlon. Dos semanas me duró porque me pasó lo mismo que con el  footing pero, ésta vez, eran los brazos.

Sí, lo reconozco y no tengo problema en admitirlo: deportivamente hablando, soy un desastre.

Pero para desastre lo de los hermanos Wilson, que fue como decidía llamar a D. Perfecto y el Dueño del blog. Hace dos veranos, ambos decidieron jugar al tenis y, después de mirar por media Córdoba que raqueta se iban a comprar pasó lo que tenía que pasar: se compraron la MISMA, una Wilson, uno en roja y el otro en amarilla, junto con tres botes de bolas.

El primer día que estrenaron las raquetas... yo se lo avisé... “jugad al frontón”. Bueno, pues como era de esperar... no me hicieron caso. Así que tres bolas perdidas y una hora después aparecieron y la imagen era como dos soldados después de un duro día de maniobras,  les faltaban los macutos a las espaldas. Dos días después decidieron repetir experiencia... pero sí me hicieron caso... jugaron al  frontón... Bueno, pues a la media hora ya estaban de vuelta. D. Perfecto había embarcado dos bolas y la tercera se había  perdido. Después de ésto, ¡ya no volví a ver las raquetas en todo el verano!

El verano pasado siguieron con el tenis, pero ésta vez de mesa. Sí, sí, el ping - pong de toda la vida. Y, por supuesto, ¡se compraron las palas y las bolas correspondiente! Así que cuando D. Perfecto me veía haciendo una hora de natación diaria y un día me dijo eso de “a ver cuánto te dura”, yo le contesté “por lo pronto, más que a ti el tenis y, encima, es hasta más barato”. Pero más valor le echó el dueño del blog, que se atrevió a corregirme en la técnica, motivo por el cual le dije que “le invitaba a que nadase una hora conmigo”. Nunca lo hizo.

Menos mal que esto que nos pasa a nosotros, le ocurre a mucha gente (mal de muchos, consuelo de tontos). Unos lo reconocen y otros te dicen que no tienen tiempo, que se han hecho daño en el pie, el brazo o el hombro (tiene que ser una articulación relacionada directamente con el deporte para que la excusa sirva), que le han cambiado la hora del entrenamiento y no les viene bien… Y, así excusa miles. Pero, la verdad, la verdad, es que hay muchos “deportistas de grandes superficies”: esos que van a la planta de deportes, el vendedor los ve y, cual víctima entre percheros de camisetas y zapatillas, son atrapados por el profesional que los equipa perfectamente de arriba abajo.

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