Publicamos un nuevo artículo del amigo del Blog
José Quijada Rubira, @PepeWilliamMunn, en el que analiza la reciente Gala de
los Goya y nos da su opinión sobre el cine español. Os recordamos que Desde el
Caballo de las Tendillas está abierto a todas vuestras aportaciones.
Todos los años se repite la astracanada, de manera
calculada y milimétrica en la gala de Los Goya, como si fuese el día de la
marmota de “Atrapado en el tiempo”, convirtiendo la supuesta fiesta del
hipotético cine español en un mitin político del más rancio sectarismo decimonónico,
donde el lobby de la “ceja” expande toda la bilis acumulada por su falta de
éxito y su mediocridad insalvables, en
un ejercicio palmario de demagogia barata. Nunca tienen culpa de nada y el
fracaso les hace más audaces. La autocrítica no existe para ellos. Están
empeñados en elevar la inanidad de su “cine”, de sus inexistentes méritos
creativos, de su carencia de talento, a un pedestal de adoración, de manera que
están ante una atroz disyuntiva: mostrar públicamente sus vergüenzas o
cubrirlas burdamente con un velo. Y eso es lo que hace este cuadro colectivo de
incompetentes, tapar sus nulos “logros”
de cada año con el manto de la reivindicación y la protesta panfletaria más
cerril, zafia y grosera; un arcaísmo disfrazado de modernidad que nos retrotrae
a otros siglos. Y como el yonqui que necesita su dosis diaria para sentirse
vivo, los Goya se transforman en su inyección permanente y supurante de los
peores humores y venenos ideológicos, en su dosis anual que les hace evadirse
de la realidad, y que es recibida con arrobo y entusiasmo sonrojantes, como
buenos maestros de una mendacidad lacayuna, donde se aplaude todo, orgullosos
de su limitación mental.
Porque todo lo anterior choca con la realidad
aplastante de los datos, que no dejan lugar a la duda. No ha habido ninguna
película española seleccionada para los grandes festivales europeos: Cannes,
Berlín, Venecia, César, Bafta, Donatello… son los ejemplos más claros. Además,
se elige para competir en los Oscar a uno de los mayores bodrios perpetrados
este año y de otros muchos años: “15 años y un día”, que fue rechazada como era
de suponer. La película española más
taquillera del año en España es “Mamá”, que se encuentra en el puesto 15 (con 8
millones de euros), y que es una coproducción entre Canadá y España. Pero la
primera cinta producida íntegramente en el estado, “Zipi y Zape y el club de la
canica”, se encuentra en el puesto ¡27!, con 5 millones de euros de
recaudación. Otras muy renombradas, como “Los amantes pasajeros”, de Almodóvar
o “Las brujas de Zugarramurdi”, de Alex de la Iglesia, no llegan a los 5
millones. La cuota de pantalla del cine estatal cayó cinco puntos porcentuales
y medio, hasta un 16% menos que el año 2012. Desde 2004, cuando se recaudaron
más de 691,6 millones, la caída acumulada es del 26,5%, lo que confirma la
decadencia sin paliativos y sin freno del cine español.
Otro tema que pone de manifiesto la debacle del
cine español es el de las subvenciones, que superan la recaudación de las
cintas en los años 2008, 2009, 2010 y 2011. En 2012, “Lo imposible” (con 40,5
millones, un tercio de la recaudación del año) impidió la tendencia de años
anteriores. El ICAA, el Instituto de la Cinematografía y de las Artes
Audiovisuales, es el organismo que reparte estas ayudas. Como podéis leer en la
web del Ministerio de Cultura, es “un organismo autónomo adscrito a la
Secretaría de Estado de Cultura que planifica las políticas de apoyo al sector
cinematográfico y a la producción audiovisual”. Este organismo público tiene un
gasto que pagan todos los ciudadanos españoles. De tal manera que, en 2010 las
subvenciones al cine fueron de 81.068.318, 03 euros, pero el estado de
liquidación del presupuesto del gasto del ICAA era de 120.698.560 euros en el
BOE del 21 de septiembre de 2011. Cerca de 40 millones de euros más de gasto.
Es decir, que en 2010 se gastó de fondos públicos para cine español 120.698.560
euros y se recaudó en taquilla 80.277.621,54 euros, más de 40 millones de euros
de déficit. Además, el cine español también recibe ayudas de las comunidades
autónomas, las televisiones públicas autonómicas y privadas y RTVE. Cada
comunidad autónoma tiene sus normas que pueden ser desde utilizar la lengua
autonómica hasta convocar subvenciones para cortos y largos, pasando porque la
acción transcurra en esa comunidad. Las televisiones públicas participan en
proyectos, mientras las televisiones privadas tienen la obligación de invertir
un 5% de sus ingresos brutos anuales en cine, lo que supone más de 90 millones
que cada año tienen que destinar por ley sólo al cine español, que sumado a los
33,77 millones aprobados por los presupuestos generales para el año pasado,
alcanza una factura que eleva a más de 130 millones de euros las ayudas
públicas que recibió el sector cinematográfico español en 2013, frente a los
apenas 72 millones de euros que recaudaron en taquilla ese mismo año las
películas españolas, siendo el 14% de la cuota total de mercado y un balance de
casi 60 millones más de subvenciones recibidas que de ingresos.
Por otra parte, también resulta fraudulento cómo se
otorgan los distintos tipos de subvenciones, exigiéndose para percibir la
llamada “ayuda complementaria” una recaudación mínima determinada, según un
baremo aprobado: si una película recauda 300.000 euros, se le dan 45.000 euros;
si recauda 200.000, pues 30.000 euros de ayuda; si recaudase 1 millón de euros,
150.000 euros de subvención. Una vez conseguida la recaudación mínima exigible
para la ayuda complementaria, la cuantía de la subvención depende de la
inversión del productor, no pudiendo superar el 33% de la misma hasta un máximo
de 700.000 euros. Es decir, si realizas una película con un coste superior a
2,1 millones de euros y alcanzas el límite exigido de recaudación, recibes
700.000 euros, la máxima subvención. Si el coste es menor, la subvención va
bajando… Por lo pronto podemos observar algo extraño: que una película
recaudando 330.000 euros en taquilla podría obtener una subvención de más del
doble o el triple, lo que significa que la cantidad recibida es mayor que la
cantidad necesaria para recibirla. ¿Creen ustedes que esto se produce en casos
aislados? Nada de eso. Entre los años 2005 al 2009, ambos inclusive, no menos
de ¡170! películas han sobrepasado por poco, sospechosamente, el límite mínimo
exigido para obtener la subvención. Sorprendente que tantas películas recaudan
justo por encima del baremo obligatorio, lo que es indicativo de la
adulteración de los datos para obtener las ayudas. Y dice González Macho,
presidente de la Academia de Cine español, que “No hay ningún cheque en blanco.
Las ayudas a la amortización se dan en función de los rendimientos en
taquilla”.
La incontinencia verbal no tiene límites en ese
desfile de vanidades y de fatuidad en que se convierte la gala de Los Goya de
cada año, donde el talento y la creatividad es sustituido por las demandas y
las quejas de todo tipo y contra todo el que no siga sus directrices
impostadas. Todo cabe menos el CINE, que siempre está ausente y no aparece por
ningún lado, aunque se le busque con lupa, como huyendo despavorido y
aterrorizado de esa cuadrilla de retroprogresía grotesca, ridícula, mezquina,
vulgar y perdedora. Desde la Verdú y su lastimosa película, pasando por el
ejército rojo de los cien mil hijos de Bardem, hasta el presidente González
Macho que, sin sonrojarse, expresó en su diatriba: “Hacer cine hoy es un acto
heroico”. Lo que de verdad es un acto heroico, una gesta épica, es ir a ver una
película española y aguantarla entera. El alcanforado y caduco cine español,
mengua de tal manera que ya no alcanza a proyectar su sombra.