jueves, 19 de marzo de 2015

CURSOS, CURSILLOS Y CURSETES, por Empresarios del 9 Largo

Hoy en Desde el Caballo de las Tendillas volvemos a contar con la colaboración de Empresarios del 9 Largo, que nos habla de un tema de actualidad, sobre el negocio de los cursos de formación… Como siempre aprovechamos para recordar que estamos a abiertos a la participación de nuestros lectores. ¡Feliz jueves!


Uno que es bastante inocente siempre se preguntó porqué un desempleado, o un trabajador que necesitase formación continua, no podía acceder a los fondos de formación para pagar la matrícula de la carrera, y sí a un enorme catálogo de cursos de peluquería o relajación ante situaciones de estrés en el trabajo. La respuesta en sus diarios preferidos…

Montar un sistema donde empresarios y trabajadores controlen milesmillonadas de euros anuales, y que los empresarios sigan afirmando que la formación que tienen sus trabajadores no se adapta a sus necesidades es un despropósito. La Fundación tripartita gestionó más de 900 millones de euros en 2014, y cada Comunidad Autónoma, Ayuntamiento y comunidad de parcelistas que se precie tiene su propio presupuesto de formación. Al que no sepa de dónde sale el dinero, que mire su nómina y vea un apartado que pone formación 0,1% de la nómina, otro tanto lo recaudan de las empresas, 0,6% del salario de cada trabajador, también de los impuestos que pagamos todos, y siempre hay algo de los fondos europeos. Para comparar la magnitud del presupuesto, una universidad de provincia con unos 20 mil alumnos, tiene unos 90 millones de euros de presupuesto.

El estado paga una Formación profesional que no funciona, por cierto tampoco se podía acceder a un título de F.P. con cargo a esos multimillonarios presupuestos; una Universidad que genera “egresados” (bonito eufemismo) que según las empresas no están adaptados a lo que ellas demandan; y destina el dinero de formación a empleados y desempleados a las organizaciones sindicales y empresariales… esto último es la impagable (ojo al de marketing que pone los nombres a estas cosas) “Concertación social”.

Ahora pongamos ejemplos prácticos. En una tierra dedicada al turismo, y después de miles de millones gastados, como es que todos los camareros no saben decir “jelou” y lo mínimo para hablar con un turista. Ah claro, es que ese empleo temporal, precario, bla bla bla no nos gusta. El empleo en la hostelería no “mola”.

En un país donde cada oferta de trabajo de cierta calidad (denominemos tal a cualquier oferta de trabajo actual) lleva aparejado el requisito de “nivel alto de inglés”, ¿Cómo es que con esos fondos no se pueden pagar las tasas de los exámenes de Cambridge? ¿No es necesario el B2 de inglés para las oposiciones de profesorado? ¿Por qué no pueden los opositores obtener el título con cargo a estos fondos?

Todos conocemos centros de formación, principalmente de idiomas, con más de 30 o 40 años de experiencia. Sin embargo nunca salían entre los centros que podías elegir para realizar cursos cuando estabas en el desempleo. ¿Y por qué un montón de centros que no conocía nadie?

Ahora la opinión pública se sorprende de que con el material te mandasen el título, un ipod, y no hicieses ni el examen on-line del cursete. O de que hubiese un compromiso de contratación y ningún alumno fuese contratado. O de que el primer día de curso te dijesen que no era necesario asistir… que ya te daban las hojas de control para que firmases la asistencia de todo el curso. ¿Quién no se acuerda de los representantes sindicales cazando con el lazo a compañeros de trabajo para apuntarlos a cursitos? En fin, que pasa lo de siempre, más o menos todos lo sabían, con tal naturalidad, que ya hasta se confundía con lo normalidad o incluso la legalidad.

A todo esto permitan la provocación… no sería más fácil que dejasen de recaudar ese dinero y cada uno se pagase la formación que necesite y le dé la gana.

2 comentarios:

  1. Esto de los cursillos solo es otra cosa que se ha adaptado al sistema para que alguien se beneficie.
    Para decir que no hay que cambiarlo

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  2. Estimado Antonio, tocas un tema que merecería un tratamiento diferente si le quitas la corrupción que ha producido, pero la pela es la pela, la carne es humana y quienes se han forrado con el caudal de los fondos de formación, que no es de nadie, han sido paridos de una forma muy similar a como hemos nacido los que no hemos tenido acceso a ese rio de dinero.
    De cualquier forma, hay un aspecto de tu artículo al que quiero referirme. Hablas de los subsidios para cursos de peluquería y no existan para que nuestra juventud tenga acceso a la formación continuada (Universidad). ¡Solo faltaba! Seamos sinceros, nuestros titulados superiores tienen que emigrar y poner su formación a disposición de empresas y desarrollos nacionales de otros países, lo cual nos lleva al fondo de la cuestión: que lo que falta es puestos de trabajo. Para los ingenieros, para los maestros torneros o para las peluqueras.
    Con la falacia de la falta de formación, los sindicatos han creado una balsa con la doble intención de “trincar” y de alejar del punto de mira los verdaderos problemas de las relaciones laborales, que son la actitud de los trabajadores y la definición correcta de lo que debería ser un empleo de calidad. Pero eso corresponde a otro artículo, a ver cuando lo escribes.

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