martes, 14 de julio de 2015

HE ESTADO EN EL CAMPUS 2015 DE FAES, Y ME ALEGRO (2ª parte), por @AntoniodlTL

Hoy continuamos con la segunda entrega del resumen que Antonio de la Torre nos está haciendo del Campus 2015 de FAES. Un magnífico e interesante análisis sobre la situación europea y española. ¡Feliz martes!


Mención aparte merece, en mi opinión, la intervención de Manuel Pizarro dentro del segundo de los seminarios citados al principio, persona a la que admiro por su trayectoria profesional y humana, como destaqué en mi participación en el posterior coloquio y prueba evidente de la descapitalización de capital humano, no es el único, en que ha incurrido el Partido Popular.

Empezó su conferencia, que recomiendo escuchar íntegramente,  con una referencia a la conocida obra de Stefan Zweig, “El Mundo de ayer. Memorias de un europeo” diciendo que ese mundo “se desploma porque se socavan los principios”. Retrocede después al desplome de la República romana que relata Cicerón y defendió las Instituciones, que deben soportarse, dijo en “un Estado de Derecho sin el que ‘no hay Democracia posible’, una Economía de Mercado basada en las libertades y un tejido asociativo plural”.

Dejó frases como “antes leyes que reyes” o el conocido aforismo aplicado a los reyes “cumplirás la ley como la hiciste” y, como buen aragonés, no pudo dejar de hacer referencia al conocido Juramento de Sobrarbe, en las Cortes de Aragón: “Nos que somos como vos y juntos más que vos…”.

Como no podía ser menos citó a Hayeck y su “Camino de servidumbre”: “Nada distingue con más claridad las condiciones de un país libre que la observancia de los grandes principios conocidos bajo la expresión Estado de derecho, que implica un límite al alcance de la legislación contra el abuso”, citando también el Derecho anglosajón en el que destacó términos como “controles y contrapesos” y “transparencia y exigencia de responsabilidades”.

Definió la Constitución de 1978 como el “cierre por arriba de la legislación” fruto de la “transacción y de un acto de acuerdo” y tuvo palabras sobre lo que para él son “sus pilares fundamentales”. En primer lugar, la Corona, haciendo referencia al discurso de coronación de Felipe VI en el que el Monarca destacó como sus principales características: “…cercanía a la ciudadanía, gozar de su aprecio y defender la dignidad de la Institución, sustentada en una conducta honesta y transparente…”.

Citó en segundo lugar al Parlamento, del que dijo que lo veía como ”reflejo de la sociedad española, en sus virtudes y en sus defectos”, con especial mención a los partidos políticos, su funcionamiento y la falta de democracia interna, su financiación, que empieza a ser por el Estado en 1986-87 –con el PSOE, precisamente, añado yo, que mantuvo el PP, por cierto-.

En tercer lugar, habló de la Justicia, de la que dijo que “una Justicia tardía, no es Justicia”, “penas de telediario”, “la Justicia debe impregnar el funcionamiento de las instituciones”, destacando el propio símbolo de la Justicia y su significado, con “jueces independientes de todos los poderes –económicos y políticos-, inamovibles y responsables con arreglo a las leyes, sin áreas de impunidad, jueces a los que no le tiemblen las piernas”.

Siguió con la Administración, de la que dijo que era una de las “reformas pendientes” que, a veces, da la sensación de estar “releyendo a Larra con el vuelva usted mañana”. Destacó dos filosofías, “los que creen que desde una ventanilla se pueden hacer planes y organizar la vida de las personas y los que creen que la Ley tiene que ser la justa, muy clara y aplicable y conocida por todos”.

Dijo que había que “desterrar el amiguismo de la Administración pública” y que “el gran talón de Aquiles de los países de economía abierta es la corrupción” en sus distintas formas: “Desviación de poder, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias …” y cita su experiencia de “haber sido vigilado o seguido por funcionarios del CNI como utilización de los medios del estado para cosas diferentes a sus fines”.

Citó a Jefferson para resaltar la importancia de los Medios de comunicación: “Una sociedad puede vivir sin partidos políticos, pero no sin una prensa libre” y se refirió a las Instituciones económicas y los principios que las determinan: “Globalización, Titulización, Competencia, Información y Control”, destacando los casos de Enron –que supuso la desaparición de una de las mayores empresas de auditoría del mundo, Arthur Andersen- y de las Subprimes en las que falló el control y “se hizo con la ‘complacencia’ de los poderes públicos –la FED- que permitieron operaciones fuera de balance, donde –insistió- no puede haber nada en una Sociedad Anónima“.

Terminó citando a Marañón cuando señaló que “ser liberal es ser tolerante con lo ajeno” y que “el fin no justifica los medios ni todo vale” y, en todo caso, dijo “no puede haber impunidad”, lanzando el reto a “la Sociedad Civil de que debe estar vigilante y no conformarse con lo que sus gestores le ofrecen”.

Una invitación a la ejemplaridad en la vida pública aludiendo a una frase de Fernando el Católico, recogida por Baltasar Gracián: “Los ricos hombres de Aragón eran el espejo donde se miraba su Rey”, cerraron su ponencia.

Siguió la ponencia de Francesc Carreras, “Populismo contra democracia” que se presentó como federalista y constitucionalista, en lo que para mí son términos algo contradictorios, ya que “la Constitución española se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles…” (Art. 2) , y para federar (unir) habría primero que separar el Estado unido, desde el siglo XV, en esta última etapa, del que partíamos en 1978 y, pese a algunos intentos republicanos, guerra civil incluida, así seguimos, aunque este régimen de las autonomías parece que quiere separar las regiones para inventarse un estado federal. No escarmentamos los españoles.

Dejó algunos comentarios el señor Carreras tales como que “la democracia implica la libertad de las personas” o que “el populismo es la antítesis de la democracia”  del que dijo que “hacen un programa para ganar”, después ya veremos, añado yo y que “surge por el desencanto con las instituciones democráticas”.

Tuvimos también la participación del Ministro de Justicia para explicarnos “La reforma de la Justicia”, una de las prioridades de las que, precisamente, hablaba Manuel Pizarro en su ponencia y que tantos frentes tiene abiertos. Precisamente mis preguntas fueron en esa línea y le pregunté por la “separación de poderes”, ausente desde que Alfonso Guerra enterró a Montesquieu en 1985, por la “supresión del aforamiento de los políticos” como ocurre en los principales países de nuestro entorno, en los que existen uno o ninguno frente a los casi diez mil en España y por la “agilización de la Justicia”, no sólo en los plazos sino en la comunicación entre juzgados contiguos para evitar lo que ocurrió hace pocos años en Sevilla, donde mientras en uno se veía una causa contra un delincuente, en el de al lado, ese mismo delincuente estaba en busca y captura.

También le pregunté por la posible responsabilidad del anterior Presidente del Gobierno por la situación de crisis económica –aparte de la institucional y de valores, sobre todo- en que dejó España, agravada por su retraso en reconocerla y algunas de las decisiones tomadas durante su mandato y si no era un contrasentido que ocupara un puesto vitalicio en el Consejo de Estado –puesto que, por cierto, se procuró él mismo con su ley-.

Sus respuestas fueron “políticamente correctas”, como era lógico, “los jueces son independientes”, hay muchos más aforados –militares- y el aforamiento supone una renuncia del aforado a sus derechos de ser juzgado por un tribunal ordinario” y se estaba “trabajando en esa agilización para evitar que pueda pasar algo parecido”. En cuanto a la responsabilidad de José Luis Rodríguez se limitó a decir que “él estaba muy orgulloso de su etapa de Gobierno, ya que había avanzado mucho en conquistas sociales” y que “el puesto era un reconocimiento a la labor desempeñada que se daba a los presidentes”.

Aznar apostilló que “estamos en un momento delicado para las democracias por el crecimiento del populismo y el debilitamiento del Estado de Derecho y que hay que luchar por conseguir su fortalecimiento y la efectiva separación de poderes”, así como que “algunos dirigentes políticos están renunciando a su responsabilidad”.

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