Hoy continuamos con la
segunda entrega del resumen que Antonio de la Torre nos está haciendo del
Campus 2015 de FAES. Un magnífico e interesante análisis sobre la situación europea
y española. ¡Feliz martes!
Mención aparte merece, en
mi opinión, la intervención de Manuel Pizarro dentro del segundo de los
seminarios citados al principio, persona a la que admiro por su trayectoria
profesional y humana, como destaqué en mi participación en el posterior
coloquio y prueba evidente de la descapitalización de capital humano, no es el
único, en que ha incurrido el Partido Popular.
Empezó su conferencia,
que recomiendo escuchar íntegramente,
con una referencia a la conocida obra de Stefan Zweig, “El Mundo de
ayer. Memorias de un europeo” diciendo que ese mundo “se desploma porque se
socavan los principios”. Retrocede después al desplome de la República romana
que relata Cicerón y defendió las Instituciones, que deben soportarse, dijo en “un
Estado de Derecho sin el que ‘no hay Democracia posible’, una Economía de
Mercado basada en las libertades y un tejido asociativo plural”.
Dejó frases como “antes
leyes que reyes” o el conocido aforismo aplicado a los reyes “cumplirás la ley
como la hiciste” y, como buen aragonés, no pudo dejar de hacer referencia al
conocido Juramento de Sobrarbe, en las Cortes de Aragón: “Nos que somos como
vos y juntos más que vos…”.
Como no podía ser menos
citó a Hayeck y su “Camino de servidumbre”: “Nada distingue con más claridad
las condiciones de un país libre que la observancia de los grandes principios
conocidos bajo la expresión Estado de derecho, que implica un límite al alcance
de la legislación contra el abuso”, citando también el Derecho anglosajón en el
que destacó términos como “controles y contrapesos” y “transparencia y
exigencia de responsabilidades”.
Definió la Constitución
de 1978 como el “cierre por arriba de la legislación” fruto de la “transacción
y de un acto de acuerdo” y tuvo palabras sobre lo que para él son “sus pilares
fundamentales”. En primer lugar, la Corona, haciendo referencia al discurso de
coronación de Felipe VI en el que el Monarca destacó como sus principales
características: “…cercanía a la ciudadanía, gozar de su aprecio y defender la
dignidad de la Institución, sustentada en una conducta honesta y
transparente…”.
Citó en segundo lugar al Parlamento,
del que dijo que lo veía como ”reflejo de la sociedad española, en sus virtudes
y en sus defectos”, con especial mención a los partidos políticos, su
funcionamiento y la falta de democracia interna, su financiación, que empieza a
ser por el Estado en 1986-87 –con el PSOE, precisamente, añado yo, que mantuvo
el PP, por cierto-.
En tercer lugar, habló de
la Justicia, de la que dijo que “una Justicia tardía, no es Justicia”, “penas
de telediario”, “la Justicia debe impregnar el funcionamiento de las
instituciones”, destacando el propio símbolo de la Justicia y su significado,
con “jueces independientes de todos los poderes –económicos y políticos-,
inamovibles y responsables con arreglo a las leyes, sin áreas de impunidad, jueces
a los que no le tiemblen las piernas”.
Siguió con la Administración,
de la que dijo que era una de las “reformas pendientes” que, a veces, da la sensación
de estar “releyendo a Larra con el vuelva usted mañana”. Destacó dos
filosofías, “los que creen que desde una ventanilla se pueden hacer planes y
organizar la vida de las personas y los que creen que la Ley tiene que ser la
justa, muy clara y aplicable y conocida por todos”.
Dijo que había que “desterrar
el amiguismo de la Administración pública” y que “el gran talón de Aquiles de
los países de economía abierta es la corrupción” en sus distintas formas: “Desviación
de poder, cohecho, prevaricación, tráfico de influencias …” y cita su
experiencia de “haber sido vigilado o seguido por funcionarios del CNI como
utilización de los medios del estado para cosas diferentes a sus fines”.
Citó a Jefferson para resaltar
la importancia de los Medios de comunicación: “Una sociedad puede vivir sin
partidos políticos, pero no sin una prensa libre” y se refirió a las Instituciones
económicas y los principios que las determinan: “Globalización, Titulización,
Competencia, Información y Control”, destacando los casos de Enron –que supuso
la desaparición de una de las mayores empresas de auditoría del mundo, Arthur
Andersen- y de las Subprimes en las que falló el control y “se hizo con la ‘complacencia’
de los poderes públicos –la FED- que permitieron operaciones fuera de balance,
donde –insistió- no puede haber nada en una Sociedad Anónima“.
Terminó citando a Marañón
cuando señaló que “ser liberal es ser tolerante con lo ajeno” y que “el fin no
justifica los medios ni todo vale” y, en todo caso, dijo “no puede haber
impunidad”, lanzando el reto a “la Sociedad Civil de que debe estar vigilante y
no conformarse con lo que sus gestores le ofrecen”.
Una invitación a la
ejemplaridad en la vida pública aludiendo a una frase de Fernando el Católico,
recogida por Baltasar Gracián: “Los ricos hombres de Aragón eran el espejo
donde se miraba su Rey”, cerraron su ponencia.
Siguió la ponencia de Francesc
Carreras, “Populismo contra democracia” que se presentó como federalista y
constitucionalista, en lo que para mí son términos algo contradictorios, ya que
“la Constitución española se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación
española, patria común e indivisible de todos los españoles…” (Art. 2) , y para
federar (unir) habría primero que separar el Estado unido, desde el siglo XV,
en esta última etapa, del que partíamos en 1978 y, pese a algunos intentos
republicanos, guerra civil incluida, así seguimos, aunque este régimen de las
autonomías parece que quiere separar las regiones para inventarse un estado
federal. No escarmentamos los españoles.
Dejó algunos comentarios
el señor Carreras tales como que “la democracia implica la libertad de las
personas” o que “el populismo es la antítesis de la democracia” del que dijo que “hacen un programa para
ganar”, después ya veremos, añado yo y que “surge por el desencanto con las
instituciones democráticas”.
Tuvimos también la
participación del Ministro de Justicia para explicarnos “La reforma de la
Justicia”, una de las prioridades de las que, precisamente, hablaba Manuel
Pizarro en su ponencia y que tantos frentes tiene abiertos. Precisamente mis
preguntas fueron en esa línea y le pregunté por la “separación de poderes”,
ausente desde que Alfonso Guerra enterró a Montesquieu en 1985, por la “supresión
del aforamiento de los políticos” como ocurre en los principales países de
nuestro entorno, en los que existen uno o ninguno frente a los casi diez mil en
España y por la “agilización de la Justicia”, no sólo en los plazos sino en la
comunicación entre juzgados contiguos para evitar lo que ocurrió hace pocos
años en Sevilla, donde mientras en uno se veía una causa contra un delincuente,
en el de al lado, ese mismo delincuente estaba en busca y captura.
También le pregunté por
la posible responsabilidad del anterior Presidente del Gobierno por la
situación de crisis económica –aparte de la institucional y de valores, sobre
todo- en que dejó España, agravada por su retraso en reconocerla y algunas de
las decisiones tomadas durante su mandato y si no era un contrasentido que
ocupara un puesto vitalicio en el Consejo de Estado –puesto que, por cierto, se
procuró él mismo con su ley-.
Sus respuestas fueron
“políticamente correctas”, como era lógico, “los jueces son independientes”,
hay muchos más aforados –militares- y el aforamiento supone una renuncia del
aforado a sus derechos de ser juzgado por un tribunal ordinario” y se estaba “trabajando
en esa agilización para evitar que pueda pasar algo parecido”. En cuanto a la
responsabilidad de José Luis Rodríguez se limitó a decir que “él estaba muy
orgulloso de su etapa de Gobierno, ya que había avanzado mucho en conquistas
sociales” y que “el puesto era un reconocimiento a la labor desempeñada que se
daba a los presidentes”.
Aznar apostilló que “estamos
en un momento delicado para las democracias por el crecimiento del populismo y
el debilitamiento del Estado de Derecho y que hay que luchar por conseguir su
fortalecimiento y la efectiva separación de poderes”, así como que “algunos
dirigentes políticos están renunciando a su responsabilidad”.
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