Hoy contamos con una
nueva colaboración de José Quijada. Un artículo emocionante, que me ha gustado
mucho, en el que nos pide, nada más y nada menos, que luchemos por España.
¡Feliz jueves!
Cuando los valores y la
cultura que asentaron nuestra nación están siendo dinamitados. Cuando los
enemigos externos como el Islam amenazan con invadir de nuevo nuestra patria.
Cuando los enemigos internos de la izquierda antipatria apoyan esa amenaza
exterior e intimidan con volver a la barbarie de la II República. Cuando la
persecución al catolicismo emerge, provocadora y desafiante otra vez. Cuando el
odio visceral al himno, a la bandera, al Rey y a todo lo que representa España
se acrecienta y aumenta día a día. Cuando el idioma español es perseguido y
obstaculizado en muchas partes de España para erradicarlo. Cuando España se
rompe en trocitos por culpa de las autonomías y o nacionalidades, apoyadas y
financiadas por el propio Estado. Cuando los que deben velar y salvaguardar los
principios que permitieron la creación de esta gran nación consienten las
afrentas y ataques a España, disfrazando su cobardía de prudencia y
“proporcionalidad”. Cuando alguien que grita “Viva España y viva el Rey” es
amonestado y señalado como un apestado. Cuando el llevar la bandera de España
es un acto heroico dentro de la misma España. Cuando la aborregada sociedad
está idiotizada por el letal relativismo y el erróneo multiculturalismo,
empecinándose en no ver la desesperada y agónica situación de España. Cuando,
en definitiva, todo y todos convergen para destrozar y acabar con la milenaria
España, la nación más antigua de Europa, anhelo e invoco el espíritu, la
esencia, las substancia y el pensamiento de hombres, hechos y frases que son la
Historia de nuestra gloriosa España:
-Invoco a Séneca y su
pensamiento estoico, allá por el siglo I, donde el alma es el único valor del
hombre, y ella hace iguales al siervo y al señor. Por este estoicismo innato no
hay pueblo como el español que más íntimamente haya recibido la enseñanza
cristiana respecto a la igualdad de todos los humanos. Por eso el pensamiento
filosófico español se inspiró mucho, en el curso de los siglos, se inspiró
siempre en Séneca como autor propio y predilecto.
-Invoco a Recaredo y su
conversión al catolicismo en el 587, y el trascendental III Concilio de Toledo
del 589, donde el catolicismo se convirtió en la religión oficial y el Estado
nacía con moldes culturales, políticos y religiosos hispanorromanos, madurados
durante casi siete siglos desde la derrota de Aníbal. Nacía España como
sociedad civilizada, como nación creada por combinación del poder político godo
con la civilización cristiano-latina: la Hispania de unidad geográfica,
cultural y política.
-Invoco a San Isidoro y
su “Loas a España” (Laus Spaniae. Siglo VII), que es el himno natalicio del
pueblo español: “¡Oh sacra y siempre venturosa España, madre de príncipes y de
pueblos!”.
-Invoco a Don Pelayo y el
libre y puro espíritu religioso salvado en el Norte que fue el que dio aliento
y sentido nacional a la Reconquista, lo que permitió a España su excepcional
fuerza de resistencia colectiva y evitó su islamización, venciendo al invasor
infiel.
-Invoco a Don Rodrigo
Díaz de Vivar, El Cid Campeador, que a finales del siglo XI vence a los
almorávides en repetidas ocasiones y ofrece sus conquistas al Rey Alfonso VI.
Generosidad, valentía y magnanimidad atestiguada por la historia e idealizada
por la poesía como nota saliente hispana.
-Invoco a Jorge Manrique,
poeta y caballero de la Orden de Santiago, y su enunciado de las tres vidas
como serena consideración ante la muerte: la vida temporal, perecedera; la vida
de la fama, más larga y gloriosa que la terrenal; y la vida eterna, coronación
de las otras dos. Esas dos vidas posteriores a la muerte son las que siente
todo español de su época, el siglo XV.
-Invoco a Don Gonzalo
Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, al que los soldados franceses, entre
finales del siglo XV y principios del XVI, rehuían su encuentro por su coraje y
hombría: “Estos locos españoles tienen en más un poco de honra que mil vidas…”.
-Invoco a Fernando el
Católico, que identificó sus propios fines nacionales con los fines
universalistas de la Cristiandad, como recogió Gracián: “Supo juntar la tierra
con el cielo”.
-Invoco a Isabel la
Católica y “la divina manera de gobernar” de la que habla el conde Baltasar de
Castiglione, resaltando “el maravilloso juicio que ella tuvo en conocer y
escoger los hombres más aptos para los cargos que les confiaba”, sin distinción
de rango o cuna.
-Invoco al emperador
Carlos V, modesto en los éxitos, ecuánime en las adversidades, cuyo único gesto
en Madrid al conocer la victoria en Pavía sobre su archienemigo Francisco I,
fue el retirarse a la capilla y dar gracias a Dios, diciendo: “Hay que reservar
esos festejos para celebrar triunfos sobre los infieles”.
-Invoco a Felipe II y el
lema usado por los soldados españoles de la Contrarreforma: “Por la honra pon
la vida, y pon las dos, honra y vida, por tu Dios”. También su heroica y
gloriosa victoria de Lepanto: “Patria e iglesia, un solo ideal luchando contra
el Islam”.
-Invoco a Ramiro de
Maeztu y su “Defensa de la Hispanidad”: “…volvemos a mirar con ojos nuevos la
obra de la Hispanidad y apenas conseguimos abarcar su grandeza. Al descubrir
las rutas marítimas de Oriente y Occidente, hizo la unidad física del mundo”.
-Invoco a Ramón Menéndez
Pidal y el amor a la patria: “El amor a la patria chica se queda en mezquindad
y pobreza si no se extiende a la patria grande, la patria a secas”.
-Invoco al Alcázar de
Toledo y su defensa frente al criminal marxismo, descrito magistralmente por
Agustín de Foxá en “Madrid de corte a checa”: El Alcázar era una isla de fe y
de honor en medio de aquel mar de hoces y martillos, de trapos rojos y amenazas”.
-Invoco, por último y
como pequeño homenaje en el 500 aniversario de su nacimiento, a Santa Teresa de
Jesús y su espíritu combativo, que habla como un soldado al imaginarse la
religión como una fortaleza que hay que defender: “Todos los que militáis
debajo de esta bandera ya no durmáis, ya no durmáis, que no hay paz sobre la
tierra”.
Mucho hablar de
globalización, de integración de las diversas naciones, de un mundo sin
fronteras pero a la hora de la verdad la patria y sus símbolos son los que unen
y dan la esencia, el espíritu y el valor para luchar con el enemigo, como se
pudo comprobar recientemente en París con el canto improvisado de La
Marsellesa, a la salida del estadio de fútbol,
de miles de personas tras los atentados terribles del Estado Islámico.
La conciencia nacional está adormecida tras muchos años contaminada del
mortífero relativismo, despojándola de toda moralidad, ética o principios,
convirtiendo sus cerebros en un pudridero fétido Hace falta que despertemos y recobremos el
sentido nacional ya o seremos pasto de nuestros enemigos exteriores (Islam) e
interiores (comunismo, populismo, antisistema), enemigos que se apoyan entre
ellos y que se unirán a la hora de la batalla final, que se avecina cercana y
cruenta. Es la hora de enfrentarse a los enemigos de la libertad y de la gloria
de España. Es la hora de luchar por España.
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