Hoy recordamos en Desde el Caballo de las
Tendillas y os traemos un artículo de Antonio de la Torre, que publicamos en
septiembre del pasado año. Artículo en el que hace una crítica a la actitud de
Federico Jiménez Losantos respecto al Partido Popular. ¡Feliz domingo!
Empiezo con una pequeña
introducción a los lectores en general, diciendo que mi periódico de referencia
es Libertad Digital, del Grupo empresarial del mismo nombre, con el que,
modestamente, colaboro como pequeño accionista y miembro de su Club de amigos, además
de como articulista –también modesto- en su sección de Opinión.
También dejo constancia
de que me declaro oyente de esRadio, emisora que tengo sintonizada como alarma
en mi radio despertador, con el que empiezo a escuchar a diario “La mañana de
Federico”, desde muy temprano, y que admiro a su director, con el que me identifico
en un alto porcentaje de sus opiniones.
Por último, que no soy
afiliado al Partido Popular, aunque si votante suyo siempre desde la alianza
Popular de don Manuel Fraga, excepción hecha de las últimas elecciones europeas
en las que, precisamente, ese desencanto con las políticas del Gobierno de
Rajoy me hizo unirme activamente a VOX hasta que las deslealtades de algunos me
hicieron, como a cientos más, abandonar esa opción, hoy ya, sin futuro alguno.
Dicho todo lo anterior,
para que nadie pueda pensar que me mueve otro interés, entro en materia de mi
carta abierta:
Mi estimado y admirado
don Federico, en estos últimos días, o semanas, vengo observando unas formas
demasiado radicales y poco elegantes en sus expresiones que, si bien no son de
extrañar para los que lo escuchamos asiduamente, creo que exceden el límite de
lo normal en usted y no quiero dejar de comentar por escrito mi disconformidad
y razones. No sé si le llegará esta carta pero, si así fuera, y en cualquier
caso, no dudo de que su probada objetividad, en general, le llevaría a tomarla
en sus justos términos.
En primer lugar, me
referiré al plano de lo político. De forma habitual, don Federico, nos tiene
usted acostumbrados a sus oyentes a “obsequiarnos” con algún calificativo más o
menos sonoro dedicado a los personajes políticos que critica en sus comentarios
y editoriales y, hasta cierto punto, se pueden entender incluso como de cierta
gracia. Como persona inteligente, que lo es, tiene un fino sentido del humor.
No seré yo el que salga
en defensa de su principal “víctima” desde hace un par de años -si no alguno
más-, el Presidente del Gobierno -ya es mayorcito para defenderse solo- y al
que, yo mismo, he dedicado no pocas críticas en mis artículos en algún medio
digital y no pocos comentarios en las redes sociales por mi gran descontento y
decepción tras su incumplimiento de la mayoría de las promesas electorales. A
título de ejemplos, vayan este par de enlaces con dos artículos, entre algunos
más, publicados al respecto el 13.04.2014 "El previsible Sr. Rajoy" y
el 24.03.2015 "Para cuando el programa Sr. Rajoy",
respectivamente.
En esos artículos, con
mayor o menor acierto, trato de expresar mis críticas argumentadas, no insultos
ni descalificaciones como “berberecho de Pontevedra”, “tonto”, “vago” y otra
serie de improperios, en mi opinión, de mal gusto y me atrevería a decir que
exagerados, por usar un término moderado que, en cualquier caso, creo que
restan razón a sus buenos, razonados y certeros argumentos.
Desconozco los detalles
sobre lo ocurrido en la última fase de la etapa COPE con el equipo fundador de
esRadio –no hay mal que por bien no venga, por cierto-, los motivos y forma de
su salida de la emisora de la Iglesia –anterior a la llegada al Gobierno
de Mariano Rajoy, por cierto-, que parece que podrían estar detrás, no sé en
qué medida, de ese exacerbado empecinamiento en no ver nada bueno en el
Presidente del Gobierno y su equipo –ayer, en su tertulia, la Ministra de
Agricultura demostró que hay personas de gran valía en ese equipo, y no es la
única- al que, repito, yo mismo critico en sus actuaciones y pasividad ante
muchas de las cosas que sus votantes, yo entre ellos, esperábamos cuando le
otorgamos aquella holgada mayoría absoluta, el 20 de Noviembre de 2011,
confirmando la tendencia que ya se empezó a ver en las elecciones municipales y
autonómicas de Mayo anterior.
Tan poco objetivo me
parece ese trato al Presidente del Gobierno y a su equipo, como ese “amor”
entusiasta y, en mi opinión, exagerado –recuerda al declarado no hace mucho a
la UPyD de Rosa Díez, que ya vimos cómo acabó- hacia casi todo lo que se
refiere a Ciudadanos, partido que, hasta el momento no ha demostrado nada,
puede que porque no haya tenido ocasión de gobernar, pero es evidente que su
política de alianzas y apoyos en las diferentes regiones y ciudades de España
(Andalucía, Madrid, La Rioja, Valencia) es, cuando menos, dispar y, me
atrevería a decir que incluso contradictoria. Entiendo mi estimado don
Federico, como hombre, que yo también podría quedar rendido ante la belleza y
dulzura de voz de Inés Arrimadas y el bronceado perpetuo y no menor atractivo
físico de Begoña Villacís -su voz no es tan dulce-, pero ¿qué ha hecho Albert
Rivera y su partido en nueve años en Cataluña? Nada, hasta el momento, aparte
de oponerse verbalmente, muchas veces en español, eso sí, a los desmanes y
exabruptos de Arturo Mas, que no es poco se podrá decir, y yo asumo, pero que
se traduce en nada, a efectos prácticos.
Cataluña es una región en
quiebra, económica y social principalmente, en la que se dice que más de la
mitad de sus ciudadanos no quiere la independencia y, ante el vacío del PP en
los últimos casi 20 años, con esos pésimos líderes que hasta ahora había tenido
tras el sacrificio de Alejo Vidal-Quadras por Aznar en 1996, la opción
Ciudadanos digo yo que debería haber despertado un mayor interés en nueve años,
que no se ha visto más allá de modestos incrementos de escaños, nunca
definitivos, de haber calado su mensaje.
Incluso ahora, cuando la
situación es casi límite en Cataluña, algunas encuestas le dan 20-24 escaños,
un escaso 15-18 % del total, una cifra claramente insuficiente para gobernar
sin apoyos ni compromisos y no tan lejos de la que estiman para el PP,
desprestigiado y sin líderes desde entonces, en cuanto este partido ha tenido
un candidato en condiciones, al que también califica como “marioneta” o algo
similar.
Eso, sin entrar en las
contradictorias alianzas de Ciudadanos en algunas regiones y municipios, que
ponen en duda la realidad de un auténtico proyecto, más allá de lugares comunes
que todos queremos, pero sin mimbres suficientemente preparados para el gran
"cesto" que hay que completar.
No quiero terminar sin
una pequeña referencia al plano de lo religioso. Me parece desmedido y fuera de
lugar, independientemente de las críticas razonables que esgrime en sus
comentarios que incluso podría llegar a compartir en algún caso, llamarle al
Papa Francisco “Paquito el vaticanero” y alguna otra cosa más de ese tenor, muy
lejos de lo que correspondería a una mínima cortesía dialéctica. No debe
olvidar, don Federico, que una gran parte de sus oyentes son católicos, más o
menos practicantes si quiere, a los que, como a mí, esas formas y epítetos no gustan
ni poco ni mucho, o incluso les ofende. Creo que no le ayudan en su
argumentación como creador de opinión que, sin duda, lo es.
Usted es grande
intelectualmente, don Federico, y tiene una cultura, una capacidad de expresión
y léxico indiscutibles que no necesitan de esas “bajezas”, permítame el
término, dicho sea con el mayor respeto y cariño, que usted sabe que le
profeso, para adornar sus muy acertados comentarios y argumentos. Esos
calificativos tan despectivos podrían valer, en todo caso, en una tertulia
entre amigos en la sobremesa, pero no son de recibo en un micrófono que
seguimos varios cientos de miles de fieles oyentes.
Como le decía al
principio, espero que acepte mis comentarios sin ver en ellos más que una
crítica constructiva a algo que, como le decía, no le favorece ni poco ni mucho
ante una mayoría de sus oyentes y sólo alimenta a los detractores del Partido
Popular, a los que da argumentos fáciles que no ayudan a resolver la difícil
situación española. Usted mismo ha reconocido hoy con Cayetana Álvarez de
Toledo, que es el partido con la mejor y más cualificada dotación humana.
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