Hoy contamos con una
nueva colaboración de Antonio de la Torre, en la que analiza los resultados
electorales en Galicia y País Vasco del pasado domingo. Unas elecciones que han
precipitado acontecimientos y que influirán en el futuro político cercano de
nuestro País…
Discúlpenme los lectores
por el título de mi artículo de hoy, pero, después de ver los resultados de las
elecciones gallegas y vascas del pasado domingo, no se me ha ocurrido nada
mejor que esta vieja canción, que recuerdo de la infancia de mis hijos más
jóvenes, para resumir los resultados de las elecciones gallegas y vascas.
La canción se refería a
una hacendosa chiquilla –no procedería utilizar este calificativo para Sánchez,
Iglesias o Rivera en lo que a sus políticas se refiere-, y bien podría
convertirse en el nuevo himno de fondo de los próximos actos que organicen esos
tres partidos que, en mayor –PSOE y Ciudadanos- o menor medida –Unidos Podemos
y sus Mareas-, se han dado un monumental batacazo en las regiones de los dos
extremos del Cantábrico. Tampoco le vendría mal como himno a otro grupito que
sólo se presentó en el ‘extremo’ Este –o sea, derecha, según se mira el mapa,
como corresponde ahora a esta formación-, que comentaré al final, porque no da
para más de unas pocas líneas, en atención a los que vivimos de cerca lo que
pudo ser un buen proyecto que hubo que dejar, y que, si no, no merecería el
menor comentario.
La verdad es que me sería
difícil distinguir qué me alegró más de los resultados del domingo, si la ni
siquiera aparición de Ciudadanos en ambos comicios o la caída libre a la que el
“avocálico” Pdr Snchz lleva al Partido Socialista, acelerando el camino
iniciado por el innombrable Rodríguez, hoy socio-asesor venezolano y protector
del sucesor del ‘pajarito’ –menudos ‘pájaros’ de cuenta, éste y el sucedido-.
Y vamos ahora con los
tres perdedores, por orden de importancia en el fracaso. En el pódium y
perdedor indiscutible, el Partido Socialista Obrero Español, del que ya dejé
constancia hace bastante tiempo que sólo respondía a la primera de sus siglas, Partido
-en el sentido de “roto”-, que es lo que cada día está más esta formación
política con tendencia a la desaparición, como decía, y que es lo que habría
pasado si Ciudadanos hubiera sido coherente con su ideario, en lugar de querer
jugar a todo. Las otras tres siglas las ha ido perdiendo desde la
nefasta época de Rodríguez, durante el corto ‘reinado’ de Rubalcaba y tras el
remate clamoroso de Snchz –cada vez más ‘Felipito Tacatún’, por lo del “yo sigo”-
que, en poco más de dos años, además de
perder las vocales, está a punto de perder la silla de Ferraz y, si hay
terceras elecciones, espero que sin él como Secretario General, la del Congreso.
No se pierde nada España y veremos a alguno de sus ‘palmeros mayores’ corriendo
hacia el nuevo líder ¿verdad, Sr. Hernando?
Desde la llegada de este
clon de Zapatero, como lo califiqué en el artículo citado más arriba, este
personaje mediocre, de escasa formación –por mucho ‘doctorado’ que exhiba (hoy
parece que se ‘regala’ este título en bastantes universidades)- y nula
experiencia, no ha hecho con el PSOE más que perder elecciones en todos los
ámbitos, seis en total, si no siete, si consideramos como dos –que lo son en
realidad- las autonómicas y municipales de mayo de 2015 –en las que salvó algo
el tipo gracias a los pactos con Podemos, con los que formó pinza para expulsar
al Partido Popular-; vinieron después las catalanas de septiembre de 2015, las dos
generales, de diciembre de ese mismo año y junio de 2016, y ahora las dos
autonómicas de Galicia y Vascongadas. Una auténtica máquina de perder, vamos.
Centrándonos en las que
de, verdad, son responsabilidad exclusiva suya, las dos elecciones generales
últimas, este ‘carismático líder’ ha conseguido hacer bueno el fracaso de
Rubalcaba que en 2011 obtuvo 110 escaños, dejándolos en 90, primero –pese a la
enorme crisis y los lamentables casos de corrupción del PP-, y batiendo su
propio “récord” en seis meses para dejar la ‘marca’ en los escasos 85 diputados
con los que, hasta el domingo, todavía pretendía hacerse fuerte y tratar de
conseguir ese gobierno Sancheztein con la unión de todas las fuerzas de
izquierdas y separatistas en su loco afán de ser presidente por un día y
conseguir el cómodo estatus de vicepresidente vitalicio, en la silla que, a
esos efectos, (se) preparó su antecesor en Ferraz para los presidentes
salientes, como seguro de vida con carácter vitalicio, su verdadero objetivo.
Pero ese ‘crecimiento negativo’ –batacazo- en el Norte y Noroeste –como les
gusta decir a nuestros políticos para enmascarar las derrotas y los malos datos
económicos-, parece que le complica el prefijo que le llevaría a ese puesto.
No menor ha sido el
fiasco del partido ‘DE’ Albert Rivera, que tan felices se las prometía hace un
año y que va de caída en caída hasta convertirse en un remedo de la casi
desaparecida Unión Progreso y Democracia de la políticamente extinta Rosa Díez
a la que ha querido superar en egolatría y autoritarismo. Se puede engañar a
muchos algún tiempo, pero cuando no se tiene más que palabrería –bien
expresada, eso sí, pero blablablá solo- no se puede pretender que el engaño
“redentor” dure en el tiempo y así hemos visto cómo, en Galicia, en nueve
meses, Diciembre de 2015 a Septiembre de 2016, sus números han sido 9’07% el
20-D, 8’63% el 26-J –de 40 a 32 escaños a nivel nacional, con 390.000 votos perdidos
en seis meses- y un paupérrimo 3’35% el domingo 25-S, con CERO diputados. Y no
mejor fueron los resultados en Vascongadas –ya saben mis amigos y lectores que
me resisto a llamarle País Vasco a aquella región, por mucho que se adoptara esta
denominación tras la más que lamentable distribución geográfico/administrativa
resultante de la Transición y el “café para todos” (aquellos polvos, trajeron
estos lodos, entre otras cosas)-. Como decía, esos resultados vascos fueron, en
dichas fechas, 4’09% el 20-D, 3’51% el 26-J y un triste 2’02% el pasado 25-S;
aunque, en términos relativos, fue peor en Galicia.
No me voy a extender
demasiado –no merece la pena- en los resultados, también muy inferiores a sus
expectativas, de la formación Unidos Podemos y la confluencia de esa revolución
de “Mareas” que parece claro que entraron en la fase de ‘bajamar’ y cada vez
llegan a menos ‘orillas’. Parece que deberíamos cambiar las siglas UP, del
partido de ‘Coleta Morada’, por las de UTP, “Unidos ‘Tampoco’ Pueden”, que les
vendría mejor, visto lo visto. Se quedaron muy por debajo de las encuestas y yo
me alegro infinitamente.
Como decía al principio, unas
líneas para dejar constancia de los invisibles resultados de VOX, ese buen proyecto
que ‘abortó’ sin salir de la incubadora. La formación del ‘carismático’
caudillito de Amurrio obtuvo la ‘escalofriante’ cifra de 774 votos entre las
tres provincias vascas, el 0’07% del electorado. Sí, han leído bien, ni
siquiera una décima -0’1 %, que no la décima parte de sus paisanos, ya le
hubiera gustado- han confiado en este tan mediocre como ambicioso muchacho, al
que se le conocen pocos hechos relevantes en su vida profesional o política,
más allá de grandes frases –casi tan huecas como las de Rivera, con el que
formaría un buen tándem si no le hubiera dado calabazas previas-, bravatas y
engolamientos superficiales ¿Será porque sus paisanos lo conocen bien y no se
dejaron enredar con su palabrería de “matón de discoteca”, por lo que sólo 774
de más de 1.100.00 vascos confiaron en él?
Tan sólo añadir que, en
Mayo de 2014 –elecciones europeas y primera aparición del VOX original- los
votos en esa región fueron 4.184 –el 0’56% del total nacional- y, de ellos, tan
sólo 37 en Amurrio, su pueblo, y que en las generales del 26-J obtuvo 956 votos
-en las del 20-D creo que no se presentó allí-. Sobran más comentarios.
La
dimisión/cese/expulsión de Pdr Snchz, los trataremos en otro artículo.
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