Los sábados recordamos en
Desde el Caballo de las Tendillas y ya que estamos en septiembre, con el inicio
de un nuevo curso, os traemos este artículo publicado en diciembre de 2014 en
el que pedíamos limitar la autonomía universitaria. ¡Feliz día!
Muchas veces hemos
hablado en Desde el Caballo de las Tendillas de las universidades públicas
españolas, pues somos conscientes de que estas son un nido de enchufados, de
amiguismo y endogamia. En mi opinión la universidad pública en este País es una
de las instituciones más oscuras, pues en la excusa de la conocida como
‘autonomía universitaria’ se esconde un sinfín de ‘chanchullos’, pagos de
favores y prebendas.
Por ejemplo en la figura
del rector, porque el hecho de que para ser rector se tenga que ser cátedro de
esa misma universidad ya en sí mismo es peligroso, pues el catedrático de turno
será el que en muchos casos tenga que fiscalizar y controlar la actividad de
sus compañeros y, cuando deje de ser ‘rector magnífico’ puede que el que le
sustituya tenga en cuenta sus comportamientos a la hora de conceder los famosos
programas de investigación, por ejemplo, o plazas para su departamento, por no
seguir… Algo que también es aplicable a los Directores de Departamento y demás
cargos institucionales.
El caso es que en la
universidad pública española hay mucho que depurar y controlar, porque no es
normal que los fondos públicos que reciben las universidades sean aplicados y
gastados por estas a su antojo sin dar ningún tipo de explicación. Algo que
hemos podido apreciar con la noticia destapada por el diario El Mundo en
relación a las ‘Tarjetas Black’ de las que disfrutan algunos cargos de, al
menos, 5 universidades públicas andaluzas, ya que el portavoz del ejecutivo
andaluz decía que es la universidad de turno la que debe dar explicaciones, en
base a esa ‘autonomía universitaria’, ¿no tiene nada que decir la
administración que le transfiere la mayor parte del presupuesto?
Porque en Andalucía se
critica mucho, y con razón, a la conocida como ‘administración paralela’, pero
la que conforman las universidades no tiene ningún desperdicio; desde las
consolidaciones de empleo encubiertas, las contrataciones a dedo en los
proyectos de investigación, a las empresas, fundaciones y demás creadas al
amparo de la ‘autonomía universitaria’, nido de enchufados y amiguetes varios.
Cualquiera que conozca un poco este ámbito sabe de lo que hablo.
Ha llegado la hora de que
las distintas administraciones se tomen en serio las cuentas de las
universidades españolas, que las fiscalicen y las analicen en profundidad y si
hay que reformar las leyes para limitar eso de la ‘autonomía universitaria’ (no
confundir con la ‘libertad de cátedra’), que se haga, pues no es normal que una
universidad pueda gastar a su antojo sin dar explicaciones, de lo contrario
seguiremos con el pozo
sin fondo.
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