martes, 22 de noviembre de 2016

20 DE NOVIEMBRE. TRES ANIVERSARIOS Y UN DESENCANTO, por @AntoniodlTL

Hoy contamos con una nueva colaboración de Antonio de la Torre, sobre el 20 de noviembre y lo ocurrido en este día. Un interesante artículo que a muchos desvelará hechos desconocidos…


Se produce este día, 20 de Noviembre, la concurrencia del aniversario de de tres hechos que pudieron marcar, o marcaron, algunas etapas de la Historia de España, de la de verdad, con mayúscula, y no de esa historieta que algunos se quieren inventar para satisfacer su sectarismo o tratar de justificar una incomprensible postura de intransigencia reviviendo odios que se intentaron cerrar, con generosidad de unos y flexibilidad de otros -aunque no sé si juego limpio de todos-, en los años de la Transición postfranquista -1976-80-. Por cierto, en los medios que he repasado hoy, no veo la más mínima referencia a estos hechos, aunque no me sorprende de nuestra prensa actual, no ajena a esta “deformación histórica”.

El primero de esos hechos, en este caso, de los que pudieron marcar nuestra Historia de haberse producido  de otra forma, fue la muerte de José Antonio Primo de Rivera. ¿Cómo hubiera sido la Historia sin su asesinato? Nadie lo sabe.  

Para el que no lo conozca –que, entre nuestra “juventud mejor preparada de la historia” (víctimas de la LOGSE y sucedáneos posteriores), serán bastantes o, si acaso, habrán oído hablar de él como un “fascista” redomado (como tal aparece en no poca bibliografía “objetiva” al respecto)- José Antonio era hijo del General del mismo apellido -a la sazón Capitán General de Cataluña- que gobernó entre 1923 y 1930, tras el golpe de Estado ocurrido durante el reinado de Alfonso XIII, que se negó a destituirlo pese a la petición del gobierno “legítimo”, que se vio obligado a dimitir tras  el nombramiento por el Rey del citado General como Presidente del Gobierno, en cuyo Manifiesto se dirigía al País y al Ejército con estas palabras: “Ha llegado para nosotros el momento, más temido que esperado,…” y justificando que se llegaba a esa situación para “la salvación de España de los profesionales de la política” ¿Nos suena ese término a algo? Pues fue hace casi un siglo. Para reflexionar al respecto y ver que nada es nuevo bajo el Sol.

José Antonio fue un Abogado que, a los treinta años, fundó Falange Española, partido político de inspiración socialdemócrata - Justicia Social y ambición histórica eran dos sus afanes- desde los fundamentos cristianos que inspiraron su vida, detenido en Madrid en Marzo de 1936 por el Gobierno del Frente Popular por ‘tenencia ilícita de armas’ y trasladado en Junio a la prisión de Alicante, fue juzgado por un ‘tribunal popular’ integrado por PSOE, UGT, PCE, CNT, FAI, IR, Unión Republicana y Partido Sindicalista y acusado de “conspiración para un levantamiento militar”, pese a llevar cuatro meses antes del 18 de Julio encarcelado, y vilmente asesinado en la madrugada del mencionado día 20 de Noviembre de 1936. Hace hoy, justo, ochenta años.

Hay quien dice que José Antonio murió víctima de la antipatía de Franco hacia él -que era cierta y recíproca, probablemente- que no quiso cambiar su vida por la del hijo de Largo Caballero -entonces presidente de la República y socialista radical-, a lo que Franco sí accedió pero que denegó el Consejo de Ministros del Frente Popular, presidido por el anteriormente mencionado Largo Caballero, que no lo aprobó tras pronunciar estas palabras: “No me obliguen ustedes a asumir el papel de Guzmán el Bueno”. Y no hubo canje. Antes había habido otro intento a cambio de treinta presos y seis millones de pesetas –de entonces- rehusado por Indalecio Prieto. Por último y por iniciativa de Franco, el 4 de noviembre de 1936, se intentó una última propuesta de canje por el líder socialista Graciano Antuña, cautivo de los nacionales, más cuatro millones de pesetas (unos 8,6 millones de euros al cambio actual), que tampoco resultó posible por negativa de nuevo del gobierno del Frente Popular.

La otra versión, para mí mucho más verosímil, es que José Antonio era un serio problema para Largo Caballero –el Lenin español- e, indirectamente, para el propio líder soviético Stalin, que ejerció gran  influencia en la zona republicana durante la Guerra Civil y del que Largo Caballero, era “rehén”, al estar “hipotecado” por la URSS tras enviar las reservas de oro del Banco de España a cambio de material bélico y que tenía un interés evidente en acabar con el dirigente falangista. Sería muy ingenuo, por tanto, pensar que cuatro anarquistas fanáticos pudieran acabar con José Antonio.

Quiero añadir, respecto de José Antonio, las palabras que le dedicó Don Miguel de Unamuno –nada sospechoso por cierto de ser falangista o franquista- después de escucharle un discurso: “A José Antonio le he seguido con atención y puedo asegurar que se trata de un cerebro privilegiado. Tal vez el más prometedor de la Europa contemporánea”. Y termino esta pequeña reflexión joseantoniana con una de sus últimas frases antes de su fusilamiento: “Ojala sea mi sangre la última que se vierta en contiendas civiles”. Bibliografía hay, abundante, para el que quiera saber más de este ilustre español que murió por defender Una, Grande y Libre España. Merece la pena, creo.
El segundo de los hechos que se rememora en este día es la muerte de Francisco Franco -también de madrugada, y en la cama, para disgusto de sus enemigos, la mayoría recientes y menor de cincuenta años, que ni lo conocieron-. Algunos han llegado a decir que “para quitar protagonismo a la muerte de José Antonio” -hay estupideces para todo-.

No me voy a extender mucho en este segundo hecho en el que sí, su protagonista, marcó -a mi juicio para bien- la Historia de España del Siglo XX. Por una serie de circunstancias que están en los numerosos tratados, libros y escritos sobre la Guerra Civil, Franco acabó liderando la contienda -que intentó evitar, según consta en la carta que dirigió a Casares Quiroga, Ministro de la Guerra con Azaña, semanas antes del 18 de Julio de 1936- después de una brillante hoja de servicios que demostraba su entrega para la defensa de los intereses de España y que le llevaron, por méritos de guerra, a ser el más joven General de su época. Lo más destacado quizás fue su intervención en Marruecos o en haber cortado el intento de golpe de Estado en Asturias, en 1934. La Historia deja constancia -y dejará con mayor claridad aún- del papel de Franco en España a la que transformó –con los matices que se quieran- de la miseria y anarquía que imperaban en la Segunda República en una Nación unida y próspera que marcó hitos de desarrollo económico y social en su última década de gobierno, pasando de una dictadura tal vez totalitaria en los cuarenta -seguramente lógica después de una Guerra Civil- a una autoritaria en los cincuenta y a la que se llamó orgánica en su última etapa de los años sesenta y setenta. Sólo voy a añadir que visto lo visto en estos últimos cuarenta años, con trece más ocho de gobierno socialista, el intermedio de ocho del Partido Popular, que sigue ahora con un nuevo periodo de cinco, los más de veinte de CiU en Cataluña y los treinta y seis del PSOE en Andalucía, por citar sólo algunos de los casos más relevantes en los que la corrupción ha sido la característica principal de sus mandatos ¿podemos imaginar qué hubieran sido cuarenta años con alguno de estos políticos “demócratas” liderando una dictadura sin contestación? Aquí lo dejo, pero al General Franco poco puede achacársele en ese campo.

Por último, la tercera de las circunstancias “luctuosas” que se podría rememorar este día y que sí marcó la Historia reciente, sería la “muerte” política de Rodríguez Zapatero que, precisamente ese 20-N, de 2011, perdió las elecciones generales con Mariano Rajoy, y dejó España casi de luto total en cuanto a valores, educación, crisis social, renacimiento de las “dos España” de Machado y al borde del precipicio económico, si no ladera abajo, después de dilapidar las reservas y la solvencia política que se encontró a su trágica llegada en Marzo de2004 y su sorprendente segundo periodo en el que los engaños sobre la economía y la crisis mundial, que en España eran “brotes verdes”, permitieron casi completar un segundo periodo que no pudo llegar a los cuatro años, gracias a Dios, añado.
Pero podríamos haber celebrado hoy, también, y de manera rotunda,  los cinco años de la llegada del Partido Popular al Gobierno, que también habría marcado la Historia reciente de España, con una mayoría absoluta, me atrevería a decir que irrepetible y que, unida a la conseguida unos meses antes a nivel local, provincial y autonómico, le hubiera permitido dar la “vuelta al calcetín” que España necesitaba tras los nefastos siete años y medio de la “banda” de ZP y sus mediocres, y eso, salvo un poco en el plano internacional y, en cierta medida, en lo económico -por desgracia, a costa del pobre contribuyente y no del gasto, como debería haber sido-, se quedó en el tintero y con una muy débil -si no nula- esperanza de que en las actuales circunstancias de Gobierno en minoría -todos contra el PP- pueda suponer una remota posibilidad de recuperación de los niveles perdidos en estos, ya largos, doce años. Vuelvo a recordar aquí ¿para cuándo el programa, Sr. Rajoy?

En fin, y para poner una nota de buen humor ante tanto deceso, remato esta serie rememorativa con otra a título más personal. Celebro hoy también, esta vez sí se puede decir así, el primer aniversario de la eliminación de mi segunda catarata ocular, la izquierda por más inri, como no podía ser de otra forma en esta fecha tan señalada, lo que me permite ver con toda nitidez (no sé si mereció la pena para lo que hay que ver) el panorama político-social en el que se encuentra envuelta nuestra querida España ¡Qué poco les hubiera gustado verla así a los dos ilustres Españoles de bien que fallecieron este día! España está, en algunas cosas, en la misma línea que originó el triste desenlace del año 36, aunque el entorno europeo y mundial, global, y ciertas circunstancias socioeconómicas del pueblo español -quiero pensar-, no prevean que el final pueda ser el mismo, al menos en el corto plazo, pero no juguemos con la suerte que puede traer nefastas consecuencias de las que, algunos, sabemos a lo que podrían llegar y vuelta a empezar. Algo de lo que muchos no se quieren enterar.

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