jueves, 3 de noviembre de 2016

ADA COLAU, LA ESTATUA DE FRANCO Y BARCELONA, por @PepeWilliamMunn

Tras unos meses de ausencia volvemos a contar con la colaboración del amigo de Desde el Caballo de las Tendillas, José Quijada Rubira. Un lujo poder contar con sus artículos de opinión…

Que se perdió hace tiempo la batalla de la verdad contra la manipulación llevada a cabo por la redada estalinista de la aberrante “Memoria Histórica”, es un hecho comprobado, aceptado y asumido por la gallinácea y pusilánime sociedad actual. En primer lugar, el establishment del abyecto progresismo, con su KGB de reporteros y medios de comunicación de perruna sumisión y lacayuna obsequiosidad. En segundo lugar, cuatro décadas de falsificación y demonización de España, reescribiendo su historia por la pornografía verbal de una izquierda siempre presta a su demagogia y falsedad ilimitada. En tercer lugar, el liderazgo timorato y vulgar que domina el discurso político, arrodillado y lleno de complejos ante la supuesta superioridad moral de la izquierda, preso de la tiránica corrección política. Y en cuarto lugar, la vergonzosa indulgencia y sumisión degradante de la mayoría de los intelectuales y creadores de opinión con esos reaccionarios disfrazados de justicieros tardíos y su reinterpretación de la historia, a los que se jalea y aplaude su sectarismo imposible de igualar.
Todo ello ha germinado en unas generaciones cautivas de una subcultura de impulsos informativos e ideologizados, narcotizados y obedientes a la ingeniería social marxista y relativista de la España actual, modelándolas a su antojo. Esta masa aborregada y gregaria, hijos de la incultura y la demagogia, rehenes de un pensamiento infantilizado, son incapaces de un pensamiento propio y se tragan todos los injertos emocionales y clichés ideológicos que se introduzcan en sus amorfos cerebros.
Todo ello viene a que la izquierda radical y los separatistas se están dedicando a suprimir cualquier “referencia opresora” en las ciudades donde desgobierna. Calles, bustos y estatuas de reyes (Juan Carlos I, Carlos III, Reina María Cristina…), militares (Millán- Astray, almirante Francisco Moreno…), intelectuales (Maeztu, Pla, Dalí, Poncela, Camba, Foxá, Cunqueiro, Paso…), alcaldes de Madrid (Alberto Alcocer, Arias Navarro, Álvarez Rodríguez de Villaamil…) van desapareciendo por el rencor visceral de esta turbamulta de inteligencias mutiladas y odio que es la izquierda y el separatismo.
Lo último, superando a todo lo anterior, lo ha perpetrado la pazpuerca Ada Colau, sacando a la calle una estatua ecuestre de Franco sin cabeza para que la gente tome conciencia de lo que representó la dictadura a través del impacto emocional que provoca el arte. Ese “impacto emocional y arte” es tirarle huevos a la estatua descabezada de Franco, pintarla, arrojarla piedras y derribarla para que esas masas de simios violentos satisfagan sus instintos de bestias salvajes, enzarzados ante la disputa de un premio, de un plátano al más animal y feroz.
Hay que recordar a Ada Colau y sus exiguos fosfatos cerebrales, que la Historia es totalmente distinta de lo que ella masculla y su fiel jauría ladra, empezando por las milicias, llamadas escamots, “pelotones”, por afinidad con las escuadras mussolinianas, de ideología izquierdista y estilo fascistoide, creadas en 1933 por el Estat Catalá, integrado en la Esquerra y dirigidas por Dencás. Eran separatistas, cultivaban modos exaltados y violentos, gustaban de desfiles uniformados y practicaban la intimidación y acciones de castigo. En noviembre del 33, ante el fracaso electoral izquierdista, la Esquerra llamó “Contra el alud reaccionario”. Y dice Cambó: “Se lanzó a toda suerte de violencia… se llegó a la rotura de urnas en Barcelona”. Y dieron su consigna los de Esquerra: “El arma al brazo y en pie de guerra”.
Le recordaremos la guerra civil en Barcelona (dentro del mismo Frente Popular) entre POUM y CNT contra PSUC y UGT, entre el 24 de abril y el 6 de mayo del 37, con más de 500  muertos y más de un millar de heridos, donde el POUM quedará aniquilado. Y la CNT desmantelada y bajo el mando de los comunistas estalinistas.
El 21 de julio de 1937, poco después de los sucesos de mayo, la dirigente anarquista Federica Montseny protesta indignada en el Teatro Olimpo de Barcelona: “En Sardañola, en el cementerio, hallaron doce cadáveres de las Juventudes Libertarias, horriblemente mutilados, con los ojos fuera y las lenguas cortadas…Yo exigí que se instruyera sumario y no se ha hecho”. El escritor y prominente figura del anarcosindicalismo español, Abad de Santillán, ofrece testimonios escalofriantes: “Las torturas, los asesinatos, las cárceles clandestinas, la ferocidad con las víctimas culpables o inocentes estaban a la orden del día. Lo ocurrido en las checas comunistas cuesta trabajo creerlo. En el Hotel Colón de Barcelona, en el casal Carlos Marx, se perpetraban crímenes que no tienen precedentes”.
El Informe del diputado escocés John MacGovern, que visita Barcelona en enero de 1938, donde cuenta cosas muy llamativas. Por ejemplo, que en esa fecha había en la Cárcel Modelo de Barcelona tantos presos fascistas como antifascistas: 500 de cada categoría. De los antifascistas, la mayoría eran extranjeros de las Brigadas Internacionales. Los presos han sido torturados en las checas, como la checa secreta de la plaza Bonanova.
En Barcelona capital funcionaron veintitrés checas anarquistas y dieciséis estalinistas. Fueron muy conocidas las de las calles Muntaner, Sant Elies, Vallmajor, Portal de´l Ángel Pau Claris y las de la plaza Catalunya. La más siniestra la de Sant Elies, sin apenas supervivientes y con una siniestra innovación: un horno crematorio de cadáveres. El número de víctimas del Terror rojo en Cataluña se avalúa en torno a las 8.350 personas. El 27 de enero de 1937, The Times proporcionaba la cifra de 4.000 asesinatos políticos en Barcelona durante el año anterior.
Esta era la Barcelona de las checas, donde los centros de detención y tortura conocen una actividad incesante. Se llegaba a castigar por una deserción a la familia entera del desertor. También, por cada evadido se fusilaba a los cinco anteriores y posteriores en la lista. Tan poco discreto era su trabajo de exterminio que, en agosto de 1937, el Colegio de Abogados de Barcelona elevó una denuncia al ministro de Justicia, Irujo. Firmaban la denuncia el decano y el secretario del Colegio de Abogados barcelonés, Juan Moles Odelle y Manuel Godoy. El propio Irujo denunciará los abusos del Terror. Estas checas funcionarán hasta el último día de la guerra en Barcelona, el 26 de enero de 1939. Es entonces cuando todo el mundo verá lo que había allí dentro: un sistema refinado de tortura donde la asesoría soviética era fundamental.
La corrupción era sistemática y así lo denuncia el presidente de la República, Azaña, cuando describe el 9 de septiembre de 1938 la maniobra de la Generalidad de Cataluña  mediante una verdadera estafa al Gobierno Central con el fin de procurarse fondos para el exilio de los gobernantes autonómicos. Dice Azaña: “El timo de los cinco millones de francos hecho por la Generalidad a Méndez Aspe (ministro de Hacienda) enviándole una caja con oro y valores. Situados los millones en París, a las 48 horas desaparecieron… Era para Companys y los políticos y funcionarios de la Generalidad si tenían que emigrar”.
Por todo este terror y corrupción de la “idílica” Barcelona de la antihistoria de Ada Colau, el 26 de enero de 1939, un comandante nacido en Figueras, Narciso Díaz Romañach, jefe del Batallón de Ametralladoras número 7 de Plasencia, entraba por la Diagonal de Barcelona. El batallón no se detuvo hasta llegar a la Telefónica en la Plaza de Cataluña, mientras una multitud creciente aclamaba y abrazaba a la unidad y a las tropas del Ejército del Norte que irrumpían casi sin disparar un tiro en Barcelona. El mismo general Vicente Rojo, del ejército Republicano, transcribe una carta de un jefe de brigada amigo suyo, del 31 de enero de 1939: “En todas partes esperan al enemigo y desde muchos días ya les tienen todo preparado… Resumen: que Cataluña, como población civil, ya deseaba a Franco”.
La “ejemplar” Barcelona de Ada Colau era tan maravillosa que la peseta roja valía sólo dos céntimos de franco, ochenta y cinco veces menos que la peseta de la zona nacional. El litro de aceite había llegado a costar en Barcelona, al final de la dominación roja, 150 pesetas. Franco, ante una Barcelona exhausta, envió en febrero a la ciudad Condal 72.000 toneladas de carbón, 35.000 toneladas de trigo y harina; los suministros ocuparon es ese mes unos 400 trenes de 30 vagones. Y en Barcelona todo cambió gracias a que Franco socorrió la devastación, la miseria, el hambre y el terror que dejaron las alimañas que hoy alaba y aplaude Ada Colau, la miserable y cobarde alcaldesa que desgobierna y hunde a Barcelona. Ante la mentira que berrea Ada Colau y su manada, la verdad irrefutable de los datos y los hechos. Historia.

1 comentario:

  1. Bueno, otro "preparado" que se dedica a escribir con mucha pompa y demasiados sustantivos, que emula demasiado a Pio Moa, ese pseudohistoriador, y al que le molesta que los "amorfos cerebros" de la masa aborregada (el autor no lo es, por supuesto, él es un ser superior) diga que Franco fue un mal bicho, que dió un golpe de estado.
    Pero bueno, así son los "preparados". No hay nivel.

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