Me veo en la necesidad de escribir este artículo tras haberse puesto de actualidad en los medios de comunicación la brecha padres-profesores al hacerse pública una conversación de Whatsapp de un grupo de docentes. Al parecer, en esa conversación se vertían calificativos muy negativos acerca de algunos alumnos y sus familias. No voy a profundizar en ese tema en este post, aunque sí debo aclarar dos cosas:
1) Creo que en una conversación privada podemos decir lo que nos dé la real gana. Faltaría más.
2) Me repugna saber que un compañero de profesión sea capaz de escribir esas cosas acerca de los menores que tiene a su cargo, y de sus familias. Una cosa es pensarlo, o incluso verbalizarlo en un momento de alteración, y otra muy diferente plasmarlo por escrito, en frío. En este caso la intención es hacer mofa y escarnio de las personas de las que se habla, y eso implica un grado de maldad que deploro.
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