Los
líderes del proceso separatista catalán no tienen un pelo de tontos y,
lógicamente, son conscientes de las consecuencias que puede tener su envite al
Estado. Pero parece que hasta ahora estos riesgos les resultan ventajosos, pues
están obteniendo importantes beneficios personales, aunque reconozcan que
tienen miedo, como así hacía el presidente de la Generalidad Carles Puigdemont
este pasado fin de semana.
Y
es que esta gente sabe que todo tiene un límite y estoy seguro de que ese
límite no lo van a sobrepasar, por lo que su discurso rupturista y de odio
hacia España se quedará ahí, enfocado hacia todos aquellos catalanes a los que
han engañado con el rollo de la independencia.
Pero
claro, para que esto ocurra y todo quede en una bravuconada, el Estado, todas
sus instituciones lideradas por el Gobierno, ha de actuar de una manera seria e
inflexible, defendiendo la legalidad vigente, el estado constitucional y
aplicando las leyes, en todo su ámbito, caiga quien caiga.
Porque a la mayoría de los catalanes realmente el rollo separatista les importa un bledo, y muchos se están dejando llevar por moda y porque queda muy bien eso de ir con la ‘estelada’ y sentirse acogido, porque eso es verdad que el separatismo lo ha hecho muy bien. Y en cuanto vean que el Estado toma cartas en el asunto, aplica la Ley y las cosas no cambian o incluso van a mejor, ellos mismos se darán cuenta de que eso del separatismo ha sido un montaje de unos pocos para vivir muy bien y montarse un lujoso chiringuito, engañando a los catalanes. Por eso tienen miedo, miedo a perder el chollo que les permite vivir muy bien a costa de todos los catalanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario