En los últimos días hemos podido comprobar que la -en los
últimos años- tan manida frase de "En España no cabe un tonto más" se
sigue superando con creces y estirando la sufrida piel de toro. Siguen cabiendo
más tontos, o los mismos abundando en sus tonterías, que tanto da.
Empezamos con la estúpida polémica desatada sobre todo entre
la izquierda política y mediática, por la tontería de la "singular" Cristina Cifuentes que -sin necesidad -
dijo que no tomaría vacaciones porque "le gusta muchísimo su
trabajo". El hecho en sí -en mi opinión- no merece mayor comentario salvo
para la concejal "pija" de Podemos -la señorita Maestre- que salió por peteneras aludiendo al consabido
"derecho" que constituyen las vacaciones y confundiendo -o, tal vez,
ignorando- el propio significado de la palabra "derecho", al que
convierte en sinónimo de "obligación" y aprovecha para hacer la
demagogia que caracteriza a estos aficionados recién llegados a la política que
sólo hicieron en su vida precisamente eso, ejercer -o exigir- sus derechos sin
reparar en que todo derecho es la consecuencia de una responsabilidad, pero eso
no interesa. Yo mismo -como muchos-, en mi pasada etapa laboral, pasé años sin
tomar vacaciones o lo hice en periodos de una semana o días sueltos si la
responsabilidad de entonces así lo requería. Porque en eso precisamente estriba
el ejercicio de un "derecho", señores de la izquierda demagógica, en
la capacidad de adoptarlo o no, en función del sentido de responsabilidad de
cada uno en cada momento y en ningún caso constituye una obligación, por muy
recomendables que sean unas "merecidas" -ojo al término- vacaciones. No
hay que olvidar que no son pocos los supuestos "trabajadores" que
dejan lo del "merecimiento" en tela de juicio porque no dieron un
palo al agua en su vida. Pero ¿qué saben estos demagogos "niños bien"
acomodados -populistas de tres al cuarto- lo que es "sentido de la
responsabilidad?
Para que no se diga que cargo las tintas sólo a un lado
-tampoco es que me importe demasiado si lo dicen, claro- destaco el segundo
disparate de la semana, que aboca a un "fantasmagórico" mercado
laboral, dejado caer por la que -en mi opinión- fue la mayor sorpresa del último
equipo ministerial de Rajoy. Me refiero a Dolores -lo siento, pero escribo en
Español- Monserrat, experta en Derecho Inmobiliario y "flamante" Ministra
de Sanidad, Consumo e "Igualdad", que en la última competencia de su negociado
-la de "igual da", que iniciara la zapaterina Bibiana Aído- ha
insistido en lo que dijo hace unos meses -creí que su silencio era tras haberse
dado cuenta de la sinrazón, pero veo que no- sobre la implantación del
"currículum ciego" del que para -supuestamente- "garantizar"
la igualdad de candidatos en el proceso de selección laboral y la "no
discriminación" de las mujeres, desaparecen nombre, edad y foto del
candidato -o candidata, que reclamarán de inmediato los progres del anti
lenguaje-. Condene la discriminación, si la hay, Señora Ministra, pero no
impida que el seleccionador conozca a quién selecciona. Una imagen, muchas
veces, vale más que mil palabras.
No podía faltar en la "antología
veraniega del disparate" la nueva "tontería" del clon
zapaterino, el "avocálico" -una de sus primeras salidas de "pata
de banco"- y, tristemente para España, recuperado Pedro Sánchez, que se ha ido a Vascongadas, creo, a soltar su
penúltimo exabrupto y decir que quiere "Un país en el que todas las lenguas
sean iguales", en referencia al Español -castellano para él, que no hay
que molestar a las "regiones históricas"-, gallego, catalán y vasco,
sin enterarse de que el idioma de España e Hispanoamérica, en el mundo entero
-excepto aquí, claro-, es ese, el Español con mayúscula, y que las otras lenguas
-idiomas o dialectos, que no está claro en algunos casos- también "españolas"
porque se hablan (o se inventan) en algunas regiones de España, por mucho que
insistan no pasan de "cooficiales" -donde lo sean-, y que está muy
bien que se estudien como complemento cultural y se valore su literatura
-escasa, pero existente en algunas, que no en todas ¿dónde está la literatura
en vascuence?-. Y, ¿para qué sirven esas lenguas fuera de sus respectivas regiones?
Pues eso, pero para los socialistas "la insatisfacción" en Cataluña -en
parte, claro, como en Vascongadas, supongo- se debe a la falta de
reconocimiento de su "identidad nacional" -inexistente- y de su
historia -parte de la Historia de España, mal que les pese-, y plantean que las Cortes aprueben una ley
orgánica de reconocimiento de la "pluralidad lingüística de España" -o
sea, blindar el catalán y las otras-, culminando su "reconocimiento en el
Senado -¿más traducción simultánea, Sr. Montilla?- y asegurar la presencia de
la cultura catalana -y "aranesa"- en la Unesco.
Una semanita en la que asistimos también al esperpento del
pleno parlamentario en Islas Baleares donde, con los votos de MÉS, Podemos y
PSIB/PSOE, inventaron los "toros a
la balear" al aprobar las "corridas
de toros sin sangre ni muerte" que, en la práctica, supone suprimir el
festejo, ya que se reducen a tres toros en lugar de seis y a "faenas"
de diez minutos, es decir, "corridas" de media hora. Además, la "Fiesta Nacional" se queda sin
banderillas, puyas ni estoque, reduciéndose los elementos de "lidia"
a capote y muleta. Y, para completar el disparate, los toros tendrán que ser "reconocidos"
previamente por el servicio veterinario y por el presidente de la plaza para "constatar el bienestar físico y
psíquico del animal", implantando un control antidopaje -antes del
espectáculo- a toros y "matadores" que ahora serán "palmeadores" -digo yo- ya que al "entrar a matar", sin
estoque, alargarán la mano dando una palmadita en el lomo al "hermano
toro" que, tras su "sufrida" faena, regresará a corrales guiado
por cabestros -mejor que lo fuera por algunas de sus "señorías" y demás
"apesebrados" del Presupuesto Nacional-, antes de volver a la ganadería
de procedencia, previa inspección veterinaria para comprobar su estado
sanitario. Un "sentimiento" animalista que podría ser gracioso si no
se tornara a veces en tragedia, como en el caso de la joven Melania Capitán -27 años-, que puso fin
a su vida, y a la que su afición cinegética le deparó mensajes como "te
vamos a callar con una bala en la frente", "espero que alguien te dé
una paliza que te deje cuatro meses en coma" o "somos
muchos los que deseamos que no vivas", que la llevaron poco antes
de la fatal decisión a declarar que su vida era "insostenible",
siendo "despedida" en las redes sociales -esa nueva tecnología de la
comunicación convertida en veneno de mediocres y resentidos- con mensajes como "sería
mucho mejor si siguen su ejemplo todos los cazadores y le hacen compañía en el
infierno", o "Chao Mel! Has hecho un favor a la
naturaleza", porque la chusma no descansa. Y no pondría la mano en
el fuego a que no haya habido relación causa-efecto entre insultos, amenazas y
el fatal desenlace, pese a que desde Jara y Sedal se ha dicho que se debió a
"temas de índole personal".
Para ir terminando, dos disparates más -imposible recogerlos
todos-: Uno, del muy "despreciable" Puigdemont, conocido por "Cocomocho", que desafía con "Si el
Constitucional me inhabilita, no aceptaré esta decisión" y sigue en libertad o sin ingreso
psiquiátrico. Otro, la denuncia contra su madre de un menor de once años por recibir una bofetada de
ésta por lanzar(le) un móvil en una rabieta, resuelto de manera favorable
gracias a un juez razonable que reconoce -contra la corriente
"educacional", también "proteccionista", de los
"derechos" del menor- que "la
corrección se hace en casa" e, implícitamente -esto lo añado yo-, que
una bofetada a tiempo es el mejor de los remedios para enderezar al
"arbolito" que se tuerce.
El último disparate y no menor -visto hoy en la Audiencia
Nacional-, la comparecencia, en calidad de testigo, del Presidente del
Gobierno, en lo que para mí no era otra cosa que la reedición -en versión
light- de un nuevo 11M sin muertos -por el momento- con el único objetivo de desbancar al Partido
Popular del poder, como ya ocurriera en 2004, y a lo que no dedicaré mucho más
porque ya se dirá y escribirá bastante por parte de esa corte de
"tertulíticos y periolianos" a los que ya les dediqué artículo y comentarios
en fechas pasadas y alguno más vendrá.
Mientras, se seguirán multando los "Vivas a Franco"
y premiando con escaños, prebendas y subvenciones los "vivas a
Lenin". Faltaría más. ¿Será por disparates...?
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