Ya
no sirve aquella máxima bíblica de “ver para creer”, ahora lo que necesitamos,
es “estar curados de espanto”. Volver a las urnas es como tener que repetir la
medicación por un error médico, con irremediable atentado a la paciencia
que conlleva.
Hombre,
cuando se utilizan adjetivos como imperdonable, inexplicable, intolerable, es
que se pretende ser muy contundente con alguien o con algo que está sucediendo
pero si seguidamente se da la oportunidad de enmendar la plana al prójimo,
estamos ante un caso de caridad cristiana poco usual en política. Y aun así hay
quien desprecia todas las oportunidades que se le dan.
La
posverdad tiene un interés o un fin político (política de la posverdad
o política posfactual) pero aunque es un concepto de relativamente
novedosa acuñación su origen se remonta a las fuentes de la historia. Así
embaucadores, adoctrinadores, fariseos y falsos profetas son tan antiguos como
la humanidad. Las ideas del fin de los tiempos, de la Nueva Jerusalén y la de
los elegidos que reinarán junto a Jesús fueron centrales en iglesias
protestantes que se establecieron en Norteamérica. La sectarización de algunos
de estos grupos, sobre todo por basarse en la idea de los elegidos, los aisló
de sus comunidades y redujo su influencia.
Más
que interesados nos encontramos ya aburridos, quemados de que algunos
pospolíticos catalanes se empeñen en añadir leña al asador intentando mostrar
un Talent show que ha tenido más de show que de talent , o vaya usted a saber,
porque a estas alturas no me creo de la misa la media. Sin ir más lejos,
Puigdemont intenta dar un fin digno a su fantasmal presencia, como zombi
político aprovechando el día de Halloween. Tal vez intente recorrer el mundo
como aquel Judío errante.
Ahora
todos aceptan las elecciones… Pero sobre todo que los independentistas se
aprieten el cinturón para reducir gastos, que ya han ocasionado bastantes; en
la recampaña no tienen nada que ofrecer, ni siquiera nos apetece ver las
fachadas de nuestras calles de Cataluña alicatadas con las caras de los mismos
que no supieron que hacer con sus votos, y a lo peor en lugar de resultar
atractivos “espantan” a posibles votantes.
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