Parece
que esto se anima, publicamos un artículo más de otro asiduo lector del Blog.
Encantado de que participéis.
Siempre
lo he dicho y siempre lo diré. En esta bendita tierra, a pesar de los malditos
tópicos, no faltan ganas de trabajar, prueba de ello son las legiones de andaluces
que por falta de "curre" hicieron las maletas y emigraron, bien a
otras comunidades (principalmente Cataluña y País Vasco) u a otros países
(Alemania a la cabeza, hecho magníficamente retratado en "Un
franco, catorce pesetas"), ayudando a levantar dichas
economías. Ahora bien mientras tengamos trabajo, subvenciones, ayudas o
clientelismo no vamos a mover un dedo, y de pesebre sabe mucho una comunidad
que lleva más de tres décadas gobernadas por el mismo partido.
Y
es que si hablamos de espíritu empresarial, de innovación, de gestión, de
negociar… ahí ya estamos en números rojos. O bien somos colonizados y los recursos explotados en beneficio de multinacionales
extranjeras, o bien levantamos empresa a bases de ayudas
públicas que al poco tiempo se desmoronan como castillos de naipes, o bien
somos víctimas del miedo a las nuevas tecnologías y una
cortedad de miras preocupante, o bien … la nada. Hay algunas
excepciones y de vez en cuando aparecen valientes que a poco acaban quemados y escaldados de la experiencia,
pero son oasis en un desierto de emprendedores.
¿Y
esto a que viene a cuento? A raíz de una anécdota personal que puede que
signifique algo o puede que no, pero que creo que es ilustrativa.
Resumiendo,
televisor plano de 32 pulgadas Samsung averiado que tras dos intentos de
reparación (a través del típico chapucillas, sin IVA of course...) fallidos (la
avería desapareció pero reapareció al poco tiempo), decido jubilar
definitivamente para comprar uno nuevo. Bueno, servirá para piezas aunque sea,
me digo, así que algo podré sacar. Me dirijo a una tienda de reparación de
televisores y equipos de sonido cercana a mi domicilio y pregunto al encargado
si está interesado en comprar el equipo, sin especificar el importe
(lógicamente para la tienda supone un riesgo, ya que puede que al final no
aproveche nada del aparato), su respuesta literal fue: “Eso no vale nada, no
nos interesa, mejor tiralo”.
Bueno,
recurramos al tío Internet, coloco un anuncio en Segundamano.es, dejando claro
en la descripción del producto la avería, y un precio de 50€ (no negociable)… A
los diez minutos varias respuestas incluyendo la de un empresario de imagen y
sonido en Valencia que me paga 40€ y me lo recoge en mi propio domicilio a través
de su empresa de mensajería…. Esta tienda me llama incluso personalmente al
teléfono y me explica como le interesa para piezas al dedicarse ellos a
reparaciones.
¿Ilustrativo
o no? Claro que también se mezcla con la maldita cultura de “lo nuevo” y de que
la segunda mano no existe, heredada de los años de bonanza y del pelotazo
generados por la burbuja inmobiliaria. Basta mirar como hasta hace muy poco
años prácticamente no existían tiendas de artículos de segunda mano (excepto
algunas franquicias en las capitales como Cash&Converter) y como las recién
creadas (2 en menos de un año en mi municipio de poco mas de 70.000 habitantes)
siguen la estúpida e inútil política de precios de las citadas franquicias.
Política de márgenes absurdos, de comprar a precio de saldo y vender casi a
precio de nuevo. Política de hace 30 años, de cuando no existía un comercio
global, rápido, ágil y al alcance de cualquier particular a través de la ya
mencionada segundamano, ebay y cientos más de portales en Internet.
En
definitiva, por mucha ley de emprendedores y mucho se les llene a los políticos
la boca al hablar de estos temas, mientras no intenten "cambiar el
chip" a las nuevas generaciones ni simplificar y desenredar la madeja del
actual laberinto burocrático de trámites, "papeleo", ventanillas y
autorizaciones, mal vamos, muy mal...
Bonus
track: Revisen este video de Asterix, solo falta el rótulo
de la Junta de Andalucía...
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