lunes, 6 de julio de 2015

SAN RAFAEL ES DE LOS CORDOBESES


Retirar un crucifijo de la antesala de su despacho ha sido una de sus primeras medidas. Se trata de una obra escultórica de pequeño tamaño que se encontraba en una vitrina, junto a otras obras de arte, incluidas piezas representativas de otras religiones. La segunda medida, anunciada a la prensa el pasado jueves, era la de retirar el cuadro de San Rafael que existe en el hall de la Alcaldía y que fue colocado allí, tras su restauración, en época de Julio Anguita.

Encuadra esta decisión la Sra. Ambrosio en “el respeto a la laicidad” en el ámbito de lo público y con el objetivo de que todos los cordobeses puedan disfrutar de piezas que son obras de arte en nuevas ubicaciones, los museos municipales, asegurando que el traslado se produciría cuando “tengamos un lugar para albergar las pinturas”, manifestó la Alcaldesa según recoge el diario ABC de Córdoba.

Pero para los cordobeses San Rafael es algo más que un Santo, algo más que el Arcángel de la Ciudad de los Califas. Para los cordobeses San Rafael es parte de nosotros, de nuestra cultura, incluso de nuestra forma de vida… Y esta vez los cordobeses nos hemos unido contra una decisión ilógica y fuera de lugar. Y estas últimas horas las redes sociales y la calle cordobesa ha sido un clamor, ¡mucho más que el clamor que se atribuía Ganemos!

Porque San Rafael en Córdoba está por encima de ideologías y hasta de credo religioso y ha quedado demostrado en estas últimas horas. Porque San Rafael en Córdoba es respetado por la inmensa mayoría, excepto por la primera de los cordobeses, que quería apartar su presencia de la casa de todos,  con argumentos trasnochados, que huelen más a odio y revancha que a otra cosa…

Y suerte que la alcaldesa se ha visto obligada a rectificar (aunque dice que nunca había tenido esa intención), porque la carrera que había iniciado es muy peligrosa, ya que había dicho que, poco a poco, se iban a eliminar los símbolos religiosos de los espacios que son de la ciudadanía, argumentando que “las creencias religiosas hay que vivirlas de manera personal”. Y es que si esta decisión se llevara a su máxima, se podría dar el caso de que se cambiaran nombres de calles, de barrios, de los estadios municipales, como San Eulogio o el Arcángel o cambiar el nombre de la mismísima Feria de Córdoba.

Pero por suerte, esta vez, la ciudadanía cordobesa ha reaccionado y ha obligado a su alcaldesa a rectificar. Y a partir de ahora, Sra. Ambrosio, empiece a trabajar por los problemas reales de Córdoba, que son muchos, y déjese de decisiones basadas en el rencor y el odio y que además no llevan a ningún lado.

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