Lo que está ocurriendo en
Cataluña es de vodevil cómico. Una pena la deriva de esta importante comunidad
autónoma, con una administración paralizada y de elección en elección buscando
un no sé qué que no les lleva a ningún lado, bueno sí, a unos pésimos servicios
públicos pero eso sí, con sus embajaditas alrededor del mundo, porque en
Cataluña no se paga a proveedores, pero sí se cuenta con representaciones
inútiles en muchos países.
Y tras la decisión de
ayer por parte de los extremistas de la CUP ahí está Artur Mas, compuesto y sin
novia; y visto lo visto, con su carrera política acabada. Y todo ello se lo ha
de agradecer a su deriva separatista, pues el que hace unos años se llamaba Arturo
y decía que eso de que la independencia era un concepto anticuado y un poco
oxidado y que sería irresponsable ir por un camino que significara una frustración
colectiva, cambió de opinión y pasó a abanderar en viaje hacia Ítaca, con las
consecuencias que podemos comprobar.
Porque al fin y al cabo
esta carrera independentista es el negocio de unos cuantos, con el clan Pujol a
la cabeza, que han tenido la habilidad de hacer creer a mucha gente que este es
el único camino posible para traerles la felicidad y una sociedad sin
problemas, porque eso es lo que venden los separatistas.
Ayer el separatismo
perdió una batalla, porque ha quedado muy desacreditado y se le ha visto las
vergüenzas. Ahora los constitucionalistas tienen (tenemos) la oportunidad de hacer
un frente común para recuperar muchas cosas que nunca se debieron entregar al nacionalismo,
aunque no soy muy optimista en esta empresa.
Yo no sé qué ocurrirá en
Cataluña, no obstante lo conoceremos en los próximos días. A lo mejor se
inviste a otro candidato diferente de Artur Mas, aunque si tuviera que apostar
lo hago por una nueva convocatoria electoral. Más tiempo perdido para los
catalanes, y mientras tanto seguirá una administración paralizada, jugando con
el porvenir de los catalanes y muchos otros pensando que lo de Cataluña es de
risa.
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