martes, 6 de septiembre de 2016

DON MARIANO CONTRA EL “DOCTOR NO”, por @AntoniodlTL

Hoy contamos con una nueva  colaboración de Antonio de la Torre, amigo de Desde el Caballo de las Tendillas, que nos analiza la situación política actual y nos da su particular opinión sobre la misma. El título lo dice todo…



Sí, los últimos nueve meses de la escena política, culminados el viernes con la segunda intentona fallida –como estaba cantado- del debate de Investidura, me han traído a la memoria aquella vieja película, la primera de la saga de Ian Fleming sobre el famoso agente secreto de Su Majestad británica, titulada “Agente 007 contra el Dr. No”. A Snchz le faltaron las manos metálicas -y el gato (aunque estaba rodeado de ‘mininos’)- y al Congreso la aparición de Úrsula Andress, que habría hecho más llevadero el sopor del “replay” y la visión de “las escañas” podemitas, bilduetarras y demás izquierdistas radicales.

Porque no otra cosa ha supuesto el empecinamiento enfermizo del ‘avocálico’ Pdr Snchz - el clon de Zapatero, que ha superado con creces al original no sólo en sectarismo y resentimiento sino en su ignorante osadía-, más que su pertinaz insistencia en un NO irracional sin el menor atisbo de voluntad de diálogo y negociación en los que exponer, si quería, las más duras condiciones para su abstención, pero nunca una cerrazón en su “No es No” o ”¿qué parte del No, no ha entendido, Sr. Rajoy?”, que se prestó a la mofa del candidato para exacerbar aún más el odio del bronceado, pretencioso y obtuso ignaro, que tanto perjudica los intereses generales del Estado español. Y a él.

Al final de la sesión, lo más destacable fue la satisfacción personal del todavía Secretario General del PSOE -¿por cuánto tiempo, doña Susana?- que no le perdonaba al Presidente del Gobierno en funciones su fracaso del pasado mes de marzo y vio cumplida su venganza, principal componente –que no único- de su intransigente NO. Satisfacción, compartida sin duda por todo ese “equipazo” que acompaña al ‘carismático’ líder socialista y, muy probablemente, por esa media docena -o alguno más- de periodistas y comunicadores –muy “liberales” todos ellos- que llevan unos años rivalizando, en sus medios digitales y tertulias, en sus muy duras críticas –cuando no insultos y menosprecios personales- a don Mariano Rajoy, más allá de lo que sería, en mi opinión, la mera censura y análisis, o reprobación en su caso, de las muchas decepciones que la falta de decisión del candidato haya podido provocar en su etapa de gobierno -a mí el primero-, que no cubrió –ni de lejos- las expectativas de muchos de los casi once millones de españoles que les dimos nuestro voto en las generales del 20 de noviembre de 2011, tras las dos desastrosas legislaturas de Rodríguez Z., otorgándole una mayoría absoluta que esperábamos serviría para acometer las urgentes reformas estructurales que España necesitaba y que Aznar no completó con la suya, en lugar de, salvo en lo económico– que no era poco dada la herencia recibida- parecer más un continuismo de las políticas de ZP que un verdadero intento de cambio.

Dicho lo anterior, volvamos con el debate de investidura y con las verdaderas razones –en mi opinión, claro- del NO de Snchz, repetido hasta la saciedad desde diciembre, pese a que muchos de los barones regionales –e incluso alguno de su equipo (Óscar López)- habían hecho creer que no se mantendría de conseguir el Partido Popular el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria, como así ha sido. “A ver quién le dice que NO a ciento setenta escaños”, decía el extremeño Fernández Vara. Incluso Zapatero lo dijo y le explicó al ‘eminente’ opositor que “abstenerse no es lo mismo que pactar”, pero sigue sin enterarse el todavía secretario General.

Desde mi punto de vista, la verdadera razón del sempiterno NO de Snchz a Rajoy no es la antipatía personal que éste le pueda producir –que también-, sino el odio hacia el Partido Popular y a todo el que pueda representarlo –o votarlo-, heredado por el clon zapaterino de su antecesor, que despertó desde su llegada a la Moncloa en 2004, tras el horrible atentado del 11-M -aún sin aclarar, por cierto y otra decepción que nos llevamos muchos y que sigue en el debe de Rajoy-, cuando desenterró el hacha de guerra y se empeñó, por encima de todo, vía leyes y decretos –pactados con los enemigos de España-, en empezar a ganar -65 años después- la Guerra Civil perdida en 1939 por la izquierda populista, nacionalista y ‘salvaje’ –que así se puede calificar el comportamiento de muchos de sus componentes durante la Segunda República-, tras el alzamiento militar de 1936, provocado por el desorden y la anarquía imperante en España durante los cinco años anteriores. Zapatero sembró el odio al Partido Popular y a todo lo que pudiera representar la derecha o el centro derecha con su Ley de Memoria histórica, tirando por la borda el esfuerzo de reconciliación realizado a finales de los setenta por una generación de políticos, mucho más preparada y sensata –no sé si todos- que la de los últimos años. ¿Alguien piensa que si Mariano Rajoy diera un paso atrás y el Partido Popular propusiera a otro candidato, la postura del ‘Dr. NO’ cambiaría? Ilusos, siempre quedan.

Por otra parte, veo una segunda razón, tan importante como la anterior, si no más, para la negativa enfermiza de Snchz, en este caso, vital –nunca mejor empleado el término-, puesto que le va en ello al personaje su ‘supervivencia’ política –y la de la no menos ambiciosa y pretenciosa ‘primera dama’-. Habría que hacerse la pregunta aquí sobre qué se ha hecho tan mal en España durante los últimos treinta y ocho años para que unos personajes tan mediocres como Pdr Snchz y su equipo de ‘doctores de saldo’ puedan haber llegado a tan alto nivel en su partido -cuestión extensiva a Rodríguez Z. y sus inefables equipos de desgobierno-. Y lo mismo puede aplicarse al populismo –Podemos y sus Mareas-; a la alternativa de centro izquierda -Ciudadanos-, como ellos mismos se definen en su Ideario pese a los intentos del PSOE -y de los citados comunicadores y medios- de haberlo querido presentar como de centro derecha y -¿ por qué no decirlo- a una buena parte del Partido Popular que, si bien con mejor nivel medio, humano, académico y profesional, que sus oponentes, también debería mejorar claramente su rigor en la selección de personal y acabar con esa escuela de “políticos profesionales –en el arte de la trepa, salvo excepciones contadas (Pablo Casado y pocos más)- que son las Nuevas Generaciones, recuperando el esfuerzo y el mérito como valores fundamentales para llegar, después de SER y haber hecho algo en la vida más allá de aplaudir al líder que confecciona las listas.

Termino ya, volviendo a un artículo que me publicó este mismo Blog el pasado mes de Febrero, antes de que se previera el ‘Pacto de perdedores’ que protagonizaron en Marzo PSOE y Ciudadanos, con el resultado de todos conocido, bajo el título “¿Y ahora, qué?”, a mi juicio, y lamentablemente, de rigurosa actualidad porque poco –salvo los números, pero insuficientemente, visto lo visto- ha cambiado. Por cierto, con ese mismo nombre titulaba su editorial del pasado día 1 el diario El País, con el que coincido en el subtítulo “O Sánchez sale de su incoherencia o será responsable de repetir elecciones” que remata afirmando “…no se puede dejar pasar más tiempo limitándose al "no" como única opción... sólo quedaría el grotesco recurso a unas terceras elecciones —sin garantía de mejora sustancial para los colores socialistas, que han retrocedido en las dos precedentes—, mientras se acumula el malestar de la ciudadanía con partidos que no resuelven nada”. Para que lo diga El País…

Y remato con la misma propuesta que entonces hacía: “un Gobierno de transición de los tres partidos” constitucionalistas, ahora ya no tan seguro del “previo descabezamiento de los dos líderes de PP y PSOE”, puesto que el resultado del 26-J ha vuelto a dar la mayoría al Sr. Rajoy, incrementando sensiblemente la diferencia de escaños -52 (de 137 a 85, respectivamente)-. El pueblo pide cambio, SÍ, pero liderado por el Partido Popular, que quede claro. “A ver quién le pone el cascabel al gato, Majestad”, después de que el Presidente en funciones haya dejado claro que está dispuesto a volver a intentar su investidura. Descarto a un candidato de consenso, que también había propuesto, porque parece incompatible con algunas posturas intransigentes.

En fin, “que Dios reparta suertes, porque, si nos deja solos –como decía hace siete meses-, ya sabemos hacia dónde vamos”. O no. Tal vez a la tercera vaya la de la vencida, una vez visto lo que dan de sí las alternativas y la inquebrantable vocación de autodestrucción que tiene el “aspirante vacacional”, que sigue tentando la suerte con lo peor de cada familia y vuelve a mirar a Podemos –al que excluye Ciudadanos- y, ahora, dispuesto también a ceder más aún con el PNV. ¿Y con los nacionalistas radicales?

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