El otro día vi un programa de Cuatro que se llama "Desafío
total", programa que, por cierto, no suelo ver. Como entre más de 60
canales que tengo "gratis" en la TDT, no había nada interesante para
mi gusto, me puse a verlo. La verdad es que la sensación fue la misma que tengo
cuando abro mi armario y digo “no tengo nada que ponerme” ¡y el armario está
que se cae ropa!
Era sobre Bután, país que tuve que
buscar en Google porque muy bien, muy bien... no sabía dónde estaba ¡pero casi
acierto! Y, la verdad, es que el país en sí se merece todo un post (asignatura
pendiente).
Gran parte del programa trataba de demostrar la existencia o no del
"Yeti". Por supuesto, no lo encontraron porque si no las imágenes
habrían dado la vuelta al mundo. Entonces me vinieron a la cabeza una serie de
imágenes y pensé que, para ver a un yeti, ¡no hacía falta irse a no sé cuantos
usos horarios! Y, si no, salid un día de frío a la calle y mirad lo que algunas
señoras llevan puesto: abrigos de piel.
Yo, que precisamente no soy la persona más ecologista del mundo, pese a
que lo intento en la medida de mis posibilidades, cuando veo a algunas pienso:
"pobres animalitos, donde han acabado". Y es que hay que reconocer
que hay prendas de vestir que, aunque se lleven y sean sinónimo de un
determinado estatus, es mejor no ponérselas. Por solidaridad, con el medio
ambiente y, sobre todo, con una misma. Porque hay que reconocer que un abrigo
de piel bien, bien, sienta a muy poca gente.
Pero lo que más gracia me hace es cuando las susodichas estrenan el
chamberguito distinguido. Por regla general, y si ya ven que no dices nada, les
falta tiempo para decirte que es de “visón americano”. Y digo yo, ¿en qué momento le pregunté yo por
el material de que estaba hecho? ¡Que se creen que no me he dado cuenta! ¿y por
la nacionalidad del bicho? ¡Tienen acaso los papeles de extranjería! Vamos que
les falta decir la fecha de defunción de la criaturita. O mejor dicho de las
criaturitas porque las hay que llevan colgados muchos pellejos cosidos.
Luego está la versión “low cost – ecológica” del abrigo de piel de toda
la vida: el abrigo de piel sintético, aunque yo prefiero llamarlo de peluche. Y éstas sí que son auténticas
yetis.
Así que para acabar, y aunque se lleve, si estás pensando en comprarte un
abrigo de piel o de peluche, mírate bien en el espejo y, si te recuerdas a un
yeti, quítatelo inmediatamente y déjalo en la percha: ya te hagan una rebaja
del 70% o te lo financien a 10 € infinitos años. Que nunca es tarde para que te
confundan con él y salir en la portada de National Geographic.
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