Los domingos recordamos
en Desde el Caballo de las Tendillas, y hoy os traemos un artículo de José
Quijada (@PepeWilliamMunn), que publicamos sobre la gala de los Goya del pasado
año, aunque en el 2014 parece que a nuestro cine le ha ido algo mejor… ¡Feliz
domingo!
Todos los años se repite
la astracanada, de manera calculada y milimétrica en la gala de Los Goya, como
si fuese el día de la marmota de “Atrapado en el tiempo”, convirtiendo la
supuesta fiesta del hipotético cine español en un mitin político del más rancio
sectarismo decimonónico, donde el lobby de la “ceja” expande toda la bilis
acumulada por su falta de éxito y su mediocridad insalvables, en un
ejercicio palmario de demagogia barata. Nunca tienen culpa de nada y el fracaso
les hace más audaces. La autocrítica no existe para ellos. Están empeñados en
elevar la inanidad de su “cine”, de sus inexistentes méritos creativos, de su
carencia de talento, a un pedestal de adoración, de manera que están ante una
atroz disyuntiva: mostrar públicamente sus vergüenzas o cubrirlas burdamente
con un velo. Y eso es lo que hace este cuadro colectivo de incompetentes, tapar
sus nulos “logros” de cada año con el manto de la reivindicación y la
protesta panfletaria más cerril, zafia y grosera; un arcaísmo disfrazado de
modernidad que nos retrotrae a otros siglos. Y como el yonqui que necesita su
dosis diaria para sentirse vivo, los Goya se transforman en su inyección
permanente y supurante de los peores humores y venenos ideológicos, en su dosis
anual que les hace evadirse de la realidad, y que es recibida con arrobo y
entusiasmo sonrojantes, como buenos maestros de una mendacidad lacayuna, donde
se aplaude todo, orgullosos de su limitación mental.
Porque todo lo anterior
choca con la realidad aplastante de los datos, que no dejan lugar a la duda. No
ha habido ninguna película española seleccionada para los grandes festivales
europeos: Cannes, Berlín, Venecia, César, Bafta, Donatello… son los ejemplos
más claros. Además, se elige para competir en los Oscar a uno de los mayores
bodrios perpetrados este año y de otros muchos años: “15 años y un día”, que
fue rechazada como era de suponer. La película española más taquillera
del año en España es “Mamá”, que se encuentra en el puesto 15 (con 8 millones
de euros), y que es una coproducción entre Canadá y España. Pero la primera
cinta producida íntegramente en el estado, “Zipi y Zape y el club de la
canica”, se encuentra en el puesto ¡27!, con 5 millones de euros de
recaudación. Otras muy renombradas, como “Los amantes pasajeros”, de Almodóvar
o “Las brujas de Zugarramurdi”, de Alex de la Iglesia, no llegan a los 5
millones. La cuota de pantalla del cine estatal cayó cinco puntos porcentuales
y medio, hasta un 16% menos que el año 2012. Desde 2004, cuando se recaudaron
más de 691,6 millones, la caída acumulada es del 26,5%, lo que confirma la
decadencia sin paliativos y sin freno del cine español.
Otro tema que pone de
manifiesto la debacle del cine español es el de las subvenciones, que superan
la recaudación de las cintas en los años 2008, 2009, 2010 y 2011. En 2012, “Lo
imposible” (con 40,5 millones, un tercio de la recaudación del año) impidió la
tendencia de años anteriores. El ICAA, el Instituto de la Cinematografía y de
las Artes Audiovisuales, es el organismo que reparte estas ayudas. Como podéis
leer en la web del Ministerio de Cultura, es “un organismo autónomo adscrito a
la Secretaría de Estado de Cultura que planifica las políticas de apoyo al sector
cinematográfico y a la producción audiovisual”. Este organismo público tiene un
gasto que pagan todos los ciudadanos españoles. De tal manera que, en 2010 las
subvenciones al cine fueron de 81.068.318, 03 euros, pero el estado de
liquidación del presupuesto del gasto del ICAA era de 120.698.560 euros en el
BOE del 21 de septiembre de 2011. Cerca de 40 millones de euros más de gasto.
Es decir, que en 2010 se gastó de fondos públicos para cine español 120.698.560
euros y se recaudó en taquilla 80.277.621,54 euros, más de 40 millones de euros
de déficit. Además, el cine español también recibe ayudas de las comunidades
autónomas, las televisiones públicas autonómicas y privadas y RTVE. Cada
comunidad autónoma tiene sus normas que pueden ser desde utilizar la lengua
autonómica hasta convocar subvenciones para cortos y largos, pasando porque la
acción transcurra en esa comunidad. Las televisiones públicas participan en
proyectos, mientras las televisiones privadas tienen la obligación de invertir
un 5% de sus ingresos brutos anuales en cine, lo que supone más de 90 millones
que cada año tienen que destinar por ley sólo al cine español, que sumado a los
33,77 millones aprobados por los presupuestos generales para el año pasado,
alcanza una factura que eleva a más de 130 millones de euros las ayudas
públicas que recibió el sector cinematográfico español en 2013, frente a los
apenas 72 millones de euros que recaudaron en taquilla ese mismo año las
películas españolas, siendo el 14% de la cuota total de mercado y un balance de
casi 60 millones más de subvenciones recibidas que de ingresos.
Por otra parte, también
resulta fraudulento cómo se otorgan los distintos tipos de subvenciones,
exigiéndose para percibir la llamada “ayuda complementaria” una recaudación
mínima determinada, según un baremo aprobado: si una película recauda 300.000
euros, se le dan 45.000 euros; si recauda 200.000, pues 30.000 euros de ayuda;
si recaudase 1 millón de euros, 150.000 euros de subvención. Una vez conseguida
la recaudación mínima exigible para la ayuda complementaria, la cuantía de la
subvención depende de la inversión del productor, no pudiendo superar el 33% de
la misma hasta un máximo de 700.000 euros. Es decir, si realizas una película
con un coste superior a 2,1 millones de euros y alcanzas el límite exigido de
recaudación, recibes 700.000 euros, la máxima subvención. Si el coste es menor,
la subvención va bajando… Por lo pronto podemos observar algo extraño: que una
película recaudando 330.000 euros en taquilla podría obtener una subvención de
más del doble o el triple, lo que significa que la cantidad recibida es mayor
que la cantidad necesaria para recibirla. ¿Creen ustedes que esto se produce en
casos aislados? Nada de eso. Entre los años 2005 al 2009, ambos inclusive, no
menos de ¡170! películas han sobrepasado por poco, sospechosamente, el límite
mínimo exigido para obtener la subvención. Sorprendente que tantas películas
recaudan justo por encima del baremo obligatorio, lo que es indicativo de la
adulteración de los datos para obtener las ayudas. Y dice González Macho,
presidente de la Academia de Cine español, que “No hay ningún cheque en blanco.
Las ayudas a la amortización se dan en función de los rendimientos en
taquilla”.
La incontinencia verbal
no tiene límites en ese desfile de vanidades y de fatuidad en que se convierte
la gala de Los Goya de cada año, donde el talento y la creatividad es
sustituido por las demandas y las quejas de todo tipo y contra todo el que no
siga sus directrices impostadas. Todo cabe menos el CINE, que siempre está
ausente y no aparece por ningún lado, aunque se le busque con lupa, como
huyendo despavorido y aterrorizado de esa cuadrilla de retroprogresía grotesca,
ridícula, mezquina, vulgar y perdedora. Desde la Verdú y su lastimosa película,
pasando por el ejército rojo de los cien mil hijos de Bardem, hasta el
presidente González Macho que, sin sonrojarse, expresó en su diatriba: “Hacer
cine hoy es un acto heroico”. Lo que de verdad es un acto heroico, una gesta
épica, es ir a ver una película española y aguantarla entera. El alcanforado y
caduco cine español, mengua de tal manera que ya no alcanza a proyectar su
sombra.
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