No deja de sorprenderme -por más que la evidencia sea
palmaria y se repita cada día con más crudeza- cómo, en estos últimos treinta y
ocho años, se ha venido imponiendo, en la calle en general y en los medios de
comunicación y representantes políticos en particular, el efecto de “lluvia
fina” que citaba Aznar en una de sus intervenciones -en referencia a
sus políticas-, aunque en el sentido contrario al que él pretendía cuando lo
dijo, desgraciadamente. Me refiero a cómo ha calado en nuestra sociedad el
terrible juicio de la “doble vara de medir” cuando nos toca valorar hechos,
frases o comportamientos, dependiendo de dónde vengan o quién los diga o tenga.
Empezando por lo último -por ahora-, vemos la impunidad con
que se pasea estos días por Madrid -y me temo que en los próximos por otras ciudades de España- el “Tramabús”
fletado por Podemos con las figuras de los que ellos consideran corruptos
aunque ni siquiera estén imputados algunos de los “retratados” -aparcando donde
se le ocurre, prohibido o no- y la que se armó hace un par de meses con el
autobús de la Organización Hazte Oír con dos frases que reflejaban una obviedad
anatómica, pero que la progresía interpretaba como ofensivas para un colectivo,
afortunadamente, minoritario. Y la Sra. Carmena ni está ni se la espera.
¿Veremos querellas? Motivos… “haylos”.
En el primer caso es una forma de “libertad de expresión” -en el sentido “progre”, claro- y en el segundo era un atentado que hería la “sensibilidad” de algunos colectivos y había que cortarlo de inmediato, prohibir la circulación del vehículo, apartarlo en un recóndito lugar y no fue a la hoguera -promotores incluidos- de puro milagro.
Vimos algo parecido en la agresión en Alsasua a dos guardias civiles y a sus parejas por un grupo de
salvajes abertzales -con los que, por cierto, se fotografió muy
“solidariamente” el líder del partido que saca a la calle ese autobús con la
imagen de políticos, empresarios y periodistas que no son de su cuerda-, que
algunos han vendido como una “provocación” de las víctimas por sentarse en una
terraza y, seguramente, “mirarlos mal” cuando pasaban por allí con ánimo de
“hacer amigos”.
No fue distinta tampoco la valoración de la brutal agresión
del concejal de Podemos, Andrés Bódalo,
a un exTeniente de Alcalde del PSOE en Jódar (Jaén) durante una protesta de
jornaleros en 2012, también responsable, al parecer, de agredir a una mujer
embarazada en el asalto a una heladería y otras “lindezas” más, que lo llevaron,
por fin, a la cárcel, donde su líder tampoco ha tenido reparo en visitarlo y que
fue calificado por su partido de “preso político”.
O lo que vemos en Venezuela, donde, esta vez, sí un preso
político, se mantiene en prisión -en contra de toda lógica-, mientras el
inefable Rodríguez se niega repetidamente a reconocerlo como tal ni los
secuaces españoles del dictador venezolano, que aquí fletan el mencionado
“tramabús” -mejor sería llamarlo “odiobus”,
como ya se dice en algún medio-, se manifiesten para su liberación.
Lo seguimos viendo en las declaraciones del tal Ramón Vera -se hace llamar “Cassandra”-, que se ha hecho “viral”
-como se dice ahora- por sus zafios “chistes” sobre el atentado terrorista llevado
a cabo -materialmente- por ETA y que acabó con la vida del Almirante Carrero
Blanco en 1973 y en frases como: “Qué mal hizo ETA dejando a tanto hijo de
puta (sic) vivo” -en referencia a los no asesinados, claro- u “Ojalá
el IRA hubiera conseguido matar a Margaret Thatcher”, pruebas, sin
duda, de la “libertad de expresión”.
O qué decir del escrache que sufrió en su domicilio la actual
Vicepresidente del Gobierno, Soraya
Sáenz de Santamaría, junto a su hijo pequeño y su abuela, llevado a cabo
por unas doscientas personas -Jorge
Verstrynge incluido- con comentarios del carismático líder de la coleta del
tenor de “Los escraches son un mecanismos democrático para que los responsables de
las crisis sientan una mínima parte de sus consecuencias” y cuya causa fue
archivada por una juez “digital” de “puñetas ideológicas” -Isabel Valldecabres-, con el irrefutable “argumento” de que “esa
violencia psicológica es una expresión democrática”, mientras consideraba
como “acoso
brutal” la manifestación de unos
cuantos antiabortistas contra la sin par -gracias a Dios- Bibiana Aído en su pueblo. Podemos concluir que, “si lo sufre el
PSOE o Podemos -incluso Ciudadanos, me atrevería a adelantar- es acoso, si lo
sufre el PP es democracia”. La “batalla de las ideas” que en
España ganan siempre los mismos aunque sea sin argumentos.
Podemos recordar también la diferente reacción de los
partidos de izquierdas ante el vertido del Prestige
en las costas gallegas, en 2002 -gobernaba el Partido Popular- y los de la
Bahía de Algeciras en 2007 o 2008 (entre otros) -gobernaba el PSOE, en España y
en Andalucía-. Negligencia del Gobierno el primero y “accidentes” inevitables los
otros, como no podía ser de otra manera.
¿Es lógico que a los causantes del “asalto” -irrupción con la
bandera de España por un ligero atropello al Sr. Homs en un acto nacionalista, ahora condenado por incumplimiento de
sentencia del TC- de la librería Blanquerna
cumplan condena de cuatro años de prisión y a la causante del asalto a una capilla,
desnudándose y profiriendo amenazas -además de frases soeces- al sacerdote y
fieles presentes sólo se le imponga una multa simbólica?
¿Y, que mientras a Rodrigo
Rato se le aplicaba la “pena de telediario” -mano en la nuca incluida, sin
estar esposado, para introducirlo en un coche policial-, a Narcis Serra, exVicepresidente del Gobierno de Felipe González, juzgado entonces e imputado ya por la quiebra de
Caixa Cataluña -12.000 MM € de agujero- se le invite a la primera fila a un
acto político del candidato del PSOE, Pedro
Sánchez?
O, ¿por qué el revuelo sobre el ático de Ignacio González en Estepona
-¡ojo!, que no digo que, si hay irregularidades en la compra, no se investiguen
y si hubiera delito, no se condene- mientras se pasa de puntillas y se archiva
por el TS el caso de los “DOS” áticos de lujo adosados de Bono en la misma ciudad, incluidos en un inmenso patrimonio
inmobiliario -hípica incluida- de dudosa procedencia? Por cierto acaban de detener
al mencionado Ignacio González -exPresidente (PP) de la Comunidad de Madrid- por
presuntas irregularidades en la empresa pública Canal de Isabel II y,
curiosamente, la actuación policial de esta mañana ha sido “televisada” en
directo por La Sexta TV -rescatada de la quiebra por el PP, para más inri- y su
altavoz Antena 3. Y los Pujol siguen
libres.
Claro que no sólo es la izquierda la que tiene la “doble vara
de medir”, como hemos visto al final de la primera legislatura del PP, con el Sr. Posadas
presidiendo el Congreso, cuando el diputado de Amaiur, Sabino Cuadra, rompió desde el atril del ponente un ejemplar de la
Constitución, sin respuesta alguna de la tercera autoridad del Estado, o en la
actual, con la Sra. Pastor permitiendo
toda clase de improperios y ordinarieces en boca de los diputados de Podemos y
ERC mientras llama al orden al de su propio partido, Rafael Merino, por “no ajustarse a la pregunta que había
formulado al titular de Interior, Juan Ignacio Zoido”, y
le quita la palabra mientras él apelaba a su “libertad de expresión” que, en
este caso, no se le supone.
¿Se enterará la derecha española -si al Gobierno actual se le
puede tildar de derechas, claro- de que cuando se entrega a la izquierda la
Justicia; la Universidad primero y la enseñanza pública, en general, a
continuación; la Prensa -escrita, radio y TV- con escasísimas excepciones de
poco alcance-; no se hace limpieza de las cloacas del Estado que se heredan;
etc., etc., y se desaprovechan las
mayorías absolutas que el hartazgo de los ciudadanos le conceden, el
enemigo no duerme y acaba por echarlos sin reparar en medios?
Y dejo para el final lo que citaba en el título, invitando al
lector a que consulte algunas fuentes -cito al final del artículo sólo tres de
las muchas que pueden encontrarse- sobre una “mentira histórica”, muestra
también de esa “doble vara de medir” que nos impone en su torticera forma de
difundir la “memoria” histórica, unilateral y sectaria, que acabó por
“dogmatizar” en Ley el lamentable Rodríguez y que don Mariano Rajoy no ha querido derogar como hiciera su antecesor con
“lo que no le gustaba”, teniendo razones más que sobradas para hacerlo, pero no
debía ser muy “políticamente correcto”, concepto muy en relación con el que da
título a esta reflexión de hoy. Me refiero a la ponderación que se hace del
bombardeo de Guernica (26. Abril.
1937) y del ocultismo respecto al de Cabra
(7. Noviembre. 1938), cuando en ambos el número de muertos fue similar -superior
al centenar-, sin decir que la ciudad vasca estaba en zona de guerra además de
contar con fábricas militares mientras la cordobesa no reunía esos
condicionantes que “justificaran” la barbarie y el bombardeo fue sobre “el
mercado de abastos”, claro “objetivo militar” ocupado por ancianos, mujeres y
niños. Pero el primero fue perpetrado por la aviación alemana que apoyaba al
bando nacional, mientras que el segundo lo llevó a cabo la aviación soviética
que apoyaba al Frente Popular republicano, que tenía derecho a todo. Ni -cosa
importante para la “venta” de la “monstruosidad” del bando nacional- Cabra
contó con un cuadro que la “inmortalizara”, como sí ocurrió con el famoso
“Guernica” de Picasso, que nada tiene que ver con el citado bombardeo, pero que
vino muy bien para extender la “salvaje” -al tiempo que “ilegítima” para la
izquierda- actuación de las tropas de Franco y ese intensivo intento de ganarle
la guerra al difunto General, iniciado ferozmente treinta años después de su
muerte y sesenta y cinco tras haberla perdido, por un ignorante que ni vivió
los hechos ni se ha preocupado de enterarse de la realidad de la Historia que
originó aquella confrontación civil de 1936-39.
Es lo que hay, y ya veremos en qué termina esta irresponsable “doble vara de medir”, pero la cosa no apunta bien.
Es lo que hay, y ya veremos en qué termina esta irresponsable “doble vara de medir”, pero la cosa no apunta bien.
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