viernes, 29 de septiembre de 2017

DEBE Y HABER, por Miguel Camuñas


De nuevo el caos viene a perturbarnos, le ha tocado a Cataluña destapar el tarro de las esencias de mentirosos, de embaucadores que intentan involucrar a otros con sus falsos argumentos, con sus mentiras adecuadas a su interés, con sus rollos de connivencia de partido, de secta, de conciliábulo, casi de aquelarre.





Orejeras de sueños bañados en fantasía y alimentados con noticias abrumadoras diarias.

El grito de Munch que inundó el alma en desesperación, de tardía reacción, al cruzar un puente que lleva del mal al peor.

Todo el mundo se lamenta  y siento que vuelan insanos efluvios de droga sobre esta sociedad engañada con remedios placebos, que confunde el argot del adicto con la poesía y que consume más estética que caridad.

El grito despiadado es la chapuza útil y eficaz –el que no llora no mama-.

En Cataluña tenemos personas supercultas y bien formadas pero mal informadas.

Dicen que las humanidades no valen para nada, y este es el ejemplo palpable de lo que pasa cuando se ignora la historia, el gran problema y nadie es capaz de afrontar por qué no lo ven, es que a los que se adoctrinó de 30 años para acá se creyeron lo que les contaron y ellos continúan adoctrinando a otros con total convicción.

El tiempo gira vertiginosamente, porque todo no surge repentino ni se va fugazmente; no es de usar y tirar. No hay piezas nuevas para todo.

El cansancio abrumador de esta bulla trascendental no deja ventilar las experiencias… Ni argumentarlas, ni guardarlas como tesoros ocultos, enajenados del diálogo universal
los ejes perpendiculares están bloqueados y además desconectados. Cada cual a su bola…

Estamos capturando deseos volátiles en un salón de juegos virtuales en el que no ves lo que crees ver, sino la imitación de un modelo...

Un modelo en la búsqueda de la originalidad barroca y decadente, en el que se intenta involucrar a diario a alguien, para encontrarse a sí mismo. El reality de una sociedad de espejismos en los que la moral es precedente de cánones y estándares chulescos, homofóbicos, racistas y narcisistas, vistos desde prismas de guion de telenovela en los que la degradación ética y moral está tamizada por la criba del “tú más”… El debe y el haber del libro de cuentas en el que los valores mínimos están en números rojos.



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