Lo de Ramón Espinar es un insulto. Un insulto a los votantes de su formación política. Un insulto a todos los que se han creído el discurso de la casta podemita y los han votado. Pero no solo es lo de Ramón Espinar, ya son muchas cosas, como la beca black de Íñigo Errejón, las declaraciones fiscales de Juan Carlos Monedero, los asuntos turbios de Tania Sánchez, la casa de VPO de Pablo Iglesias o los fraudes con la Seguridad Social de Echenique; por no hablar de los supuestos fraudes en la financiación para la creación de Podemos. Todo ello, en sí mismo es un insulto.
Un insulto para que todos
los que les han votado de buena fe, para que se den cuenta de la doble vara de
medir, de la doble moral de esta gente y de cómo se las gastan. Y centrándonos
en lo más cercano y en las explicaciones que Ramón Espinar ha dado he de decir
que tiene la cara de cemento armado, porque su historia no se la cree nadie.
Dice Ramón Espinar que
compró la vivienda de protección oficial con 19 años y que sus padres le
ayudaron con 60.000 euros. Algo que él ve normal para un joven de esa edad. Sr.
Espinar, no conozco a ningún joven en esas circunstancias… Y también es normal
que una entidad bancaria dé una hipoteca a un joven de 19 años cuyos ingresos son
de 400 euros al mes de una beca, que
digo yo que cómo le dieron una beca con el patrimonio de sus padres, como
mínimo de 60.000 euros…
Y Ramón Espinar hizo algo
que estaba muy de moda en aquellos tiempos, lo del pase a la vivienda,
procediendo a venderla sin llegar a ocuparla y obteniendo un beneficio de
30.000 euros. Vamos, el negocio redondo. Algo que firmaría cualquier
especulador y que ve como algo normal “y que todo el mundo haría” su capo Pablo
Iglesias.
Pero eso no es lo peor de
esta historia, lo peor de todo esto son las lecciones de moral y los discursos
que el portavoz de Podemos en el Senado se ha dedicado a dar en estos últimos
años. Ahí es donde está el problema, porque la actitud de Ramón Espinar puede
ser perfectamente legal y ajustada a Derecho, pero a tenor de su discurso no es
ética ni moral. Y solo por eso, por la valoración de conductas que él mismo ha
hecho sobre el destino de la vivienda de protección oficial y sobre la
especulación debería dimitir, porque no ha sido coherente con lo que predica.
Así de fácil.
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