Vimos
hace pocos días el “renacimiento” de la peor opción que, como español, podía
esperarse en el “histórico” Partido Socialista Obrero Español, un partido que,
dicen ellos –bien aleccionados-, tiene ciento treinta y ocho años de “historia”,
eufemismo con el que sustituyen “antigüedad”, que no es, precisamente, sinónima.
Un partido, insisto, que ha escrito tristes páginas de la Historia de España
-en especial en el último siglo- desde
que fuera fundado clandestinamente por Pablo
Iglesias -nefasta homonimia- un 2 de Mayo de 1879 -¡qué diferencia de
efemérides para el mismo día y mes!-, y que “apareció” treinta y un años
después, al conseguir por fin -él solo- llegar al Congreso y “estrenarse” con
su “tarjeta de presentación”: “Estaremos en la legalidad mientras la
legalidad nos permita adquirir lo que necesitamos; fuera de la legalidad cuando
ella no nos permita realizar nuestras aspiraciones…” -justo lo que dice
ahora, con otras palabras, alguno de los nuevos marxistas bajo las franquicias
de Podemos -Ada Colau, por ejemplo-
y con su amenaza de muerte al Presidente
del Gobierno Antonio Maura: “…Tal
ha sido la indignación por la política del Gobierno del Sr. Maura en los elementos
-no eligió el término más acertado, creo- proletarios, que nosotros
hemos llegado al extremo de considerar que antes que su señoría suba al Poder
debemos ir hasta el atentado personal" (pág. 439-443, Diario de Sesiones 7-7-1910)”. Curiosamente, quince días después, en Barcelona, un joven
socialista de 18 años, Manuel Posa,
disparó tres tiros contra Maura, hiriéndolo gravemente en pierna y brazo.
Dejemos ahí esa parte de su truculenta y salteada “historia” que, hasta 1936,
deparó no pocas barbaridades, golpe de estado incluido. Dejo para el lector la
consulta de la abundante bibliografía que existe al respecto para comprobar las
inmensas lagunas temporales que existen en lo que ellos llaman “historia”.
