Ayer Pedro Sánchez nos dejaba contemplar su caraja mental y, por fin, concretaba qué es eso de que en España hay varias naciones y partía de la base de que España es una Nación, pero una Nación compleja, pues dentro de ella hay más naciones. Y enumeraba al menos a tres territorios que, en algún momento de la historia, “han manifestado su vocación de ser nación” (sí, según Pedro Sánchez los territorios tienen vocación), refiriéndose a Cataluña, País Vasco y Galicia, formulando una pregunta ¿ser español es la única identidad posible en un país que se define como Nación española?
Y si ya son una Nación, ¿qué impide para que puedan
decidir su futuro como estado independiente? Menuda ida de pelota la del Secretario
General del PSOE. Porque además, todo este planteamiento no cuadra con la estructura
de un estado federal que defienden los socialistas, pues en los estados
federales la nación es una, la del estado federal y las partes que conforman
ese estado federal no son consideradas naciones.
Entonces si la nación es una sola y si a Cataluña,
Vascongadas y Galicia se les reconoce el estatus de nación, ¿dónde queda España?,
porque ya no podría ser nación. Así, los españoles que no vivimos en Cataluña,
Vascongadas y Galicia, ¿qué somos?, ¿de la Nación del Resto?, ¿de la Nación Sobrante?
Y vuelvo a la pregunta que formulaba Pedro Sánchez “¿ser
español es la única identidad posible en un país que se define como Nación
española?”. Y la respuesta es clara, NO, no es la única identidad, porque yo
soy nacional español y mi nación es la española, pero eso no impide para que me
sienta catalán, porque nací allí y allí viví muchos años, para que me sienta de
Teiá que es mi pueblo y para que, además me sienta andaluz, porque es donde
vivo también desde hace muchos años y, por supuesto cordobés, que es donde está
mi corazón. Es decir, mi nacionalidad (que es un concepto jurídico y, además
también puede ser sentimental) puede convivir con otras identidades (dentro del
ámbito sentimental), como son ser teianense, ser catalán, andaluz o cordobés.
Y ahí viene el carajal de Pedro Sánchez, que mezcla conceptos jurídicos con sentimientos y nos deja a la mayoría de españoles como miembros de la nación sobrante, del resto que no es Cataluña, Galicia o Vascongadas.
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