Parece
ser que a estas alturas, la ética y la moral, como la verdad son relativas, y
por ende la honradez del ser humano. No se puede mezclar de igual forma corrupción
e ideologías, para justificar la primera de un determinado grupo con el hecho
de que cualquiera puede sufrir sus efectos. La corrupción es una degradación de
la conducta y la ideología el conjunto de ideas en forma de normas, principios
y valores, con los que se construye un tipo de realidad social. Aunque lo
normal, por tanto, sería que la corrupción fuese una degradación de cualquier
ideología, eso no evita que haya algunas que nacen corruptas en sí mismas por
la degradación de su origen, como el neoliberalismo con respecto al liberalismo
o el estalinismo de su padre Marx.
El
problema es la degeneración del capitalismo (que también trajo de cabeza a
Marx) y lo que nos está tocando vivir, la degeneración del consumismo, porque
es el virus, la pandemia que se extiende incluso a los extremos donde no cuajó
el capitalismo.
La
corrupción es al sistema lo que la enfermedad es al cuerpo. Por más que
pretendamos ser esto o lo otro, la enfermedad es inevitable. Todo cuerpo cae
enfermo tarde o temprano. La cuestión por tanto, no está, en qué me debo
convertir yo para no caer enfermo, sino qué hacer cuando tal circunstancia
suceda (y sucederá). El juez debe ser a la corrupción, lo que el médico es a la
enfermedad.
Por
desgracia vemos como tantos corruptos se van de rositas que terminaremos por
creer en la ceguera de la justicia.
El
problema de fondo radica en qué medida el poder ejecutivo controla al judicial.
Cuando este control es total (China, Rusia, Corea del Norte), no hay barrera
contra la corrupción. Sería como tener a los médicos maniatados. En España, el
ejecutivo ejerce un control muy alto sobre el judicial; pero este control no es
total, por eso hay casos que se les escapan de las manos. Yo creo que esto es
como padecer una enfermedad de inmunodeficiencia, que te obligaría a vivir en
una burbuja, para evitar contagiarte, ni “pillar” nada.
Ahora
se ha detectado el más reciente virus, el Paradise Papers, un trabajo
concienzudo de laboratorio del que se ha venido en llamar el cuarto poder: La
Prensa.
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