Escribía la semana pasada sobre la situación en Cataluña y
expresaba mis dudas respecto de si nuestro Presidente, una vez cogido el fusil
-que ya le costó-, se decidiría por "disparar" el 155 largo o el
corto y así titulé mi artículo. Y como, según Oscar Wilde, “No existen más que dos reglas para
escribir: tener algo que decir y decirlo”, vamos a seguir escribiendo
porque cosas que decir, hay.
Empezó el fin de semana con la “Tocata” -en sentido coloquial puede significar paliza y en sentido
figurado eso fue el aquelarre del viernes 27 en el parlamento regional- que, en
función del nivel del intérprete, fue en “mí menor”, y la “proclamación de la
república catalana” -quinta edición-, tras un “debate” en el que, de nuevo, no
hubo réplicas, sino que cada uno soltó su discurso, desvirtuando la esencia de
lo que debe ser un parlamento dando paso al final a lo que la
“declaración/suspensión” del pasado 10 de Octubre dejó en el aire, una votación
que, a última hora, fue secreta -por si las moscas, dificultemos la
identificación de los sediciosos (todos los de Junts p’el Sí) o enmascaremos
las disensiones internas, que las dos cosas flotaban en el ambiente- y en la
que no participaron los llamados partidos constitucionalistas, prueba clara de que
se producía un contubernio.
La respuesta del Gobierno no se hizo esperar -“En
circunstancias especiales, el hecho debe ser más rápido que el pensamiento”,
decía Hernán Cortés- y tras la
aprobación por el Senado -esa misma tarde- de su propuesta de aplicación del
Artículo 155, pareció que la decisión era dispararlo “en corto”, al
sorprendernos Rajoy recortando notablemente su cuarto objetivo de la semana anterior,
“Celebrar
elecciones en seis meses” -dijo entonces- “cuando se recupere la normalidad”
-matizó-. Ya los seis meses me parecieron un plazo muy corto, habida cuenta de
que el deterioro de los últimos cuarenta años requería -a mi juicio- una
terapia mucho más larga o una cirugía muy agresiva, que no estaba seguro de si el
“cirujano” de la Moncloa estaría dispuesto a aplicar, pero cincuenta y cinco
días me parecen del todo insuficientes y me recordaron aquellos “55 días en Pekín” que tan largos se le
hicieron a sus protagonistas, para irse al final. Ojalá me equivoque y no se reedite.
Empezó el “aterrizaje” del Estado en Cataluña con la
destitución del "molt miserable" y cuadrilla; la disolución del
parlamento regional; el cierre de “embajadas” -pobre hermana de Guardiola,
recién llegada a Copenhague y se queda sin “mandurria”- y el cese -con
“nocturnidad y alevosía” dirán algunos- del Mayor Trapero -le va mejor el mayor tramposo -, que no estuvo mal para
empezar. Pero a mi juicio faltó controlar la comunicación, aunque había que
hacer alguna concesión a sus “socios” del PSOE -TV3, con sus siete canales, y
Radio Cataluña, siguen desvariando a su antojo y ensalzando la “república
catalana y sus buenas relaciones con el extranjero, como Orense y Córdoba”,
decían el domingo-. También hay que actuar con urgencia en educación, para
devolverle la mayúscula y eliminar el adoctrinamiento que Íñigo Méndez de Vigo, Ministro del ramo y portavoz del Gobierno, definía
como
"casos aislados". Comunicación y educación han sido los
pilares sobre los que se viene asentando, desde hace cuarenta años, el independentismo.
También eliminó el Gobierno los órganos creados por la Generalitat para avanzar
en el proceso secesionista. Y vendrán más medidas, espero.
El domingo fue de aparente “calma chicha”, con la fugaz comparecencia
desde Gerona -cómo no, en TV3- del cesado y su ausencia en el palco del estadio
gerundense, donde se había especulado con que estaría, pero no disfrutó en
directo de la victoria de su equipo -sufrimos los madridistas, pero ese es otro
tema-. El esperado lunes empezó con la foto en Twitter de una fachada interior
del Palacio de la Generalidad y el amago
-más show- a cargo de otro sedicioso que escenificó la “normalidad laboral” fotografiándose
en su despacho -con motivos belgas- para desaparecer inmediatamente de la
escena. Y en la calle hubo tranquilidad, una de las preocupaciones que latían
en el ambiente.
Para que el “desconcierto” tuviera de todo, a la “tocata” del
viernes, siguió la “fuga” del lunes,
al saberse que el valiente Picodelmonte
y cinco de sus rebeldes se habían escapado a Bruselas, vía Marsella. Por cierto
que no sé si sería casual o premeditado que los fugados fueran tres hombres y tres
mujeres ¿habría algo más que un intento de exilio en la huída y un posible
“juego de parejas” la haría más “llevadera”? Volviendo a lo serio, se decía que
ir a Bruselas podía ser para pedir “asilo político”, pero el mensaje del
Gobierno belga fue claro: “cuando se
pide la independencia, más vale quedarse cerca de su pueblo”, además de
negarle una sala para su anunciada rueda de prensa -por llamar así al tercer
“acto” de su “ópera bufa”- que tuvo que ser en el Club de Prensa, donde soltó
su perorata sobre esa premisa falsa del “mandato
popular del 1-O”. Al hilo de esta huída me surgen varias preguntas: ¿Fue
burlada la escolta del expresidente o estaba en el ajo? ¿En qué vehículos se
desplazaron a Marsella? ¿De dónde salen los fondos para el viaje y estancia en
Bruselas? Parece que estos delincuentes emularon los hechos de Companys y los que huyeron por las
alcantarillas en 1934, pero eligieron otro medio y lo hicieron al país que, no
hace tanto tiempo, ejercía de “alcantarilla” dando asilo a asesinos etarras. Como
prueba, el abogado que eligió el fugitivo.
La mañana del lunes registró también la “entrada en escena”
de uno nuevos “personajes” que “alargaron” un poco más el disparo del 155. El Fiscal General del Estado interpuso sendas
querellas ante el Tribunal Supremo
-para los que conservan el aforamiento- y ante la Audiencia Nacional -para los que lo perdieron-, que el martes
fueron admitidas a trámite por ambos tribunales citando a declarar en calidad
de investigados a todos los presuntos delincuentes -mesa del parlamento y
gobierno- el jueves 2 de Noviembre -por cierto, día de difuntos- y el viernes
3, requiriendo además la AN, a Puigdemont
y sus trece “amigos”, depositar una fianza de 6’2 millones de € con apercibimiento
de embargo de no hacerlo ¿Los acompañará el Sr. Méndez de Vigo, que decía el
sábado que “el Gobierno vería con ‘agrado’ que Puigdemont se presentara a las
elecciones del 21 de diciembre”. Por Dios, que cesen ya a este
personaje porque, con amigos así, Rajoy no necesita enemigos. A ver los que se
presentan a las citaciones y si hay que emitir de urgencia la Orden Europea de Detención y Entrega contra el sedicioso que
abandona a los suyos y al que asesora un defensor de etarras.
Así pues, el 155 se va alargando pese a los cantos de
“tertulíticos y periolianos” que tanto daño han hecho desde que se pusieron de
moda esos programas en los que gente, en su mayoría de bajo nivel, sueltan
opiniones, muchas veces sin fundamentar y sin responsabilidad alguna, que duran
lo que tarda en surgir la siguiente “información privilegiada” de la que, casi
todos, hacen gala. Algo que me recuerda a un titular del Chicago Tribune, que decía
así: “A
veces, ser el último en informar es mejor que estar equivocado”, aunque
para estos opinadores gratuitos se antepone la “primicia”.
En fin, habrá que dar un margen de confianza para ver cómo va
sucediendo todo ¿Será otra vez Rajoy el más listo de la clase? Camino va de
eso, parece, aunque la competencia es muy floja.
¡Ah! y la Bandera de España -no se atrevieron a quitarla tras su proclamación “republicana”- sigue ondeando en lo más alto del Palacio de la Generalidad ¡Viva España!
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