Esta semana contamos con
sesión doble de Antonio de la Torre, que hoy nos habla de la decisión de los
separatistas en Cataluña de no cumplir las leyes del Estado y de la réplica del
Presidente del Gobierno. Como siempre un interesante artículo. ¡Feliz jueves!
El martes se produjo la
desafiante realidad del órdago que una parte del recién elegido parlamento
catalán expresó en ese comunicado por el que declaraba su rebeldía a respetar
las leyes del Estado y a seguir una hoja de ruta, como se dice ahora para casi
todos los despropósitos, de sólo aceptar las que emanaran de ese contubernio
que hace muchos años debería haber sido puesto en su sitio. Porque no es éste
el único exabrupto que sale de sus mentes enfermizas, sectarias y adoctrinadas,
por mor de esa indebida cesión de las competencias en Educación que nunca debió
dárselas a estos reyezuelos que, a la vista está lo que pretendían.
Desde el brindis al sol
que el impresentable Rodríguez hizo a Pascual Maragall antes de las elecciones
de 2004 –las que dieron al traste con la lógica tras el terrible atentado de
Atocha aquel 11-M de 2004-: “Pascual, aprobaremos en Madrid el Estatuto que
venga del parlamento de Barcelona”, hasta el ‘merendéndum’ de cartón y cara
dura del pasado 9 de Noviembre, con esa ‘consulta’ de todo punto carnavalesca,
de no haber supuesto una andanada contra la Unidad española por parte de un
grupo de fanáticos crecidos, pasando por la noche de humo y café a la que el
mismo irresponsable de la Moncloa –ya en su última etapa- citó al ‘molt
lamentable’ Arturo para acelerar la felonía que se preparaba, ha habido motivos
más que suficientes, empezando por los meramente económicos y los reiterados
incumplimientos de las sentencias del TS y TC, tras comprobar que Cataluña
estaba quebrada, para que se hubieran puesto en marcha los mecanismos
contemplados en la Carta Magna y demás marcos regulatorios, Código Penal
incluido, y haber intervenido la autonomía catalana y haber sentado en el
banquillo a sus responsables.
También, se produjo la
inmediata respuesta a ese desafío inconstitucional por parte del Presidente del
Gobierno, con una inmediatez que dejó a muchos sorprendidos, porque no es a lo
que nos tiene acostumbrados don Mariano Rajoy durante sus cuatro años de máximo
mandatario español.
Una respuesta que, al
menos a mí, me pareció contundente para lo que es el estilo blandito y melifluo
de don Mariano. Contundente y claro, para el que lo quiera entender, en clave
rajoyana, que, en mi opinión sólo sería censurable si no se traduce en las
actuaciones que muchos hemos querido ver que están –o deben estar- implícitas
en el mismo, es decir, todas –sin excepción- las que el amplio marco
legislativo de un Estado de Derecho debe contemplar. Las contenidas en la
Constitución, artículo
155, o en los 161 y 162, sin desdeñar lo que se recoge en el
artículo 61, respecto al papel del Rey como garante del cumplimiento de las
leyes, “guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes”, dice textualmente
o en el 62-h), que le confiere “El mando supremo de las Fuerzas Armadas” ni,
por supuesto, lo que recoge el artículo 104 en relación a éstas.
Ya conocemos al Sr.
Rajoy, su característica ‘medida de los
tiempos’ y su tendencia a anteponer el ‘diálogo sin fecha de caducidad’, tantas
veces repetido para responder a los continuos desafíos que llegaban desde
Barcelona, en lugar de coger el toro por los cuernos y haber aplicado, desde el
primer momento de su llegada a la Moncloa, las medidas que muchos esperábamos
después de darle con nuestros votos la más holgada mayoría absoluta que ningún
político ha tenido desde la restauración del sistema democrático en España tras
aquellas primeras elecciones de Junio de 1977, confirmando en las elecciones
generales de 2011 la tendencia que ya se había manifestado en las municipales y
autonómicas del Mayo anterior. Le dimos todo, Gobierno, autonomías,
diputaciones y ayuntamientos.
Además, modestamente, le
hemos ido dando múltiples avisos continuos en numerosos artículos y comentarios,
como
en este, en relación con
el partido o con la tan cacareada previsibilidad que él mismo se
atribuía en sus declaraciones, por citar sólo algunos.
Pero lo mismo que he sido
muy crítico por la frustración sentida en estos casi cuatro años de gobierno
del Sr. Rajoy, y ante la situación de emergencia, cierto que en gran parte
debida a esa inacción y blandura a la que antes aludía -seguramente no
pretendida, pero resultante al fin- sin olvidar la siembra de los últimos
treinta y cinco años, corregida y aumentada por los diferentes gobiernos de
turno, de uno u otro color, bien haya sido por acción o por omisión, digo ahora
que no es tiempo de más crítica, aunque no la olvidemos para después del día 20
de diciembre. Entonces, no sólo será crítica, sino que habrá que pasar a la
acción.
El panorama que se nos
presenta de cara a la antevíspera del sorteo de Navidad, que nos puede
adelantar un ‘premio de consolación’ o una auténtica ‘pedrea’-desde luego,
nunca el gordo-, bien merece un poco de reflexión y, aunque no me guste
conformarme con el ‘mal menor’, sí lo prefiero, en este caso, al ‘tsunami’
alternativo que podría llegar. Ya hemos visto lo que ha hecho el partido de los
“cien años de honradez” del avocálico
Pdr Snchz tras las últimas elecciones municipales y autonómicas, apoyando
a la extrema izquierda bolivariana de Podemos y sus franquicias –o dejándose
apoyar- con tal de quitarle el poder al Partido Popular. Ejemplos como los de
Madrid, Barcelona, La Coruña, Cádiz, Valencia o Castilla La Mancha, por citar
sólo algunos casos, son una muestra de la evidente marcha atrás a la que se
avocaría España después de haber soportado las duras medidas –puede que
injustas, en algún caso- sufridas en este periodo que, tras una durísima
travesía a remo, nos podría hacer naufragar a pocos metros de la ansiada
orilla. Ciudadanos, pese a que pueda representar esa “nouvelle vogue” que se
quiere imponer desde el apoyo mediático casi incondicional de algunos medios,
que dan alas al descontento de muchos, no constituye, en mi opinión, una
verdadera alternativa de Gobierno –otra cosa es que los pactos postelectorales
le empujen- dada su nula experiencia política y, en la mayoría de sus
componentes, profesional, debido a su juventud, y a ese anárquico y heterogéneo
crecimiento originado, en gran parte, por la llegada de oleadas de arribistas
que ven su oportunidad de apoltronarse en el sistema y de descabalgados del
PSOE que han dado el paso diez minutos antes de que este partido les comunicara
oficialmente lo que era vox populi, que no contaba con ellos.
Pero, como titulo mi
artículo, “Hasta aquí, Sr. Rajoy”. Si nos vuelve a defraudar no demostrando
firmeza ante el sedicioso desafío separatista como continuación a su, a mi
juicio, clara respuesta de ayer, creo que habrá sembrado su ‘tumba política’ y
hasta los más fieles seguidores ‘digitalizados’ en sus listas –los que
sobrevivan, que no van a ser muchos de confirmarse esa decepción, porque las
urnas se encargarán de limitarlos aún más- le van a enseñar el camino a Santa
Pola. Así que, por favor, Sr. Rajoy, sea enérgico en sus medidas, dentro de la
Ley, como no puede ser de otra manera en democracia –“dura lex, sed lex”- y
gánese en estos dos meses escasos la credibilidad que, usted mismo, ha
contribuido a poner en cuestión.
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