Como sabéis, los sábados
recordamos en Desde el Caballo de las Tendillas, y hoy os traemos un artículo
publicado en noviembre de 2014 en el que hablábamos de la excusas, algo muy habitual
en nuestros días, pero que siempre ha sido así…
No pretendo hacer una
relación de las excusas utilizadas por políticos, dictadores y demás fauna a la
hora de justificar lo injustificable, o de buscar un chivo expiatorio que
explique aquello que carece de todo sentido; pero el caso es que siempre ha
sido así. Imagino que en la antigua Grecia, durante el Imperio Romano o en la
mismísima Al-Andalus era práctica común eso de buscar excusas, porque la
historia se repite y el ser humano lleva cientos de años (o miles) haciendo lo
mismo, una y otra vez.
El dictador Franco, por
ejemplo, tenía su “excusa para todo” en la conspiración judeo masónica,
conspiración con la que podía explicar cualquier fracaso del régimen y
cualquier problema que se le planteara. Resulta que eso del contubernio judeo –
masónico – comunista era el origen y explicación de todos los problemas del
franquismo.
Luego llegó la democracia
y cambiaron muchas cosas, pero eso de buscar la excusa en terceros continuó
igual. Y esa excusa se encontró en los medios de comunicación. Siempre, para
todos los gobiernos, ha existido una excusa en el medio de comunicación
contrario a su ideología, excusa con la que han tratado de explicar muchas de
las piedras encontradas en el camino.
Y esa es la excusa que
también utilizan los partidos más pequeños. Y en las últimas horas hemos tenido
un par de ejemplos. Ahí tenemos a Podemos, que estos días se ha dedicado a
hablar de una campaña mediática orquestada contra la formación de ultra
izquierda, como decía su líder Juan Carlos Monedero.
Pero no solo ha sido la
excusa o estrategia del partido de Pablo Iglesias, también ha sido utilizada
por Unión Progreso y Democracia que ha denunciado una conspiración mediática
para promocionar a Albert Rivera en perjuicio de la opción magenta.
El caso es que el ser
humano sigue como hace miles de años, buscando excusas, buscando un contubernio
que explique sus errores, las cosas que le han salido mal. Y como siempre es
más fácil echarle la culpa a un tercero (si es de nombre casi impronunciable
mucho mejor), que asumir responsabilidades y dar la cara. Y es que de excusas
vive el hombre…
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