Yo pertenezco a la
generación del botellón, la que sustituyó a la de la litrona, aunque el
objetivo era el mismo, beber en la calle y aprovechar para charlar con los
amigos. En un principio nos reuníamos en plazas y lugares más o menos
escondidos y, en general, la gente era respetuosa con los vecinos y el entorno,
pues el ruido que generábamos no molestaba y casi siempre se recogían todas las
botellas, vasos y demás. Pero la cosa empezó a degenerar.
Y la cosa empezó a
degenerar porque se puso de moda. Y ya no éramos cuatro gatos los que nos
juntábamos a beber y charlar. Y el sitio que ocupábamos en Córdoba, el “jardín
de la habichuela”, delante del antiguo Meliá, se llenó de gente; y ya era
imposible estar allí. Y por eso nos buscamos otro lugar. Pero lo del botellón
ya había tomado otro cariz, se había popularizado y era peligroso, peligroso
porque ya molestaba a muchos vecinos y sobre todo, porque se había generalizado
y peligroso, sobre todo, para muchos de los que hacían botellón, porque tenían
acceso al alcohol de una forma fácil y muy barata.
¿El éxito del botellón?
Muy sencillo, permite a los jóvenes relacionarse, beber barato y, además,
fumar. He de decir que yo no estoy contra el botellón (al igual que no estoy
contra las terrazas de los bares), lo que estoy en contra es de que se moleste
a terceros y de que se deje ensuciada la calle. Y por supuesto estoy en contra
de que los menores de edad tengan acceso al alcohol, pero creo que esa es tarea
fundamental de la familia, de la educación de los jóvenes. Y lo dice un padre
que tiene un hijo que dentro de nada estará saliendo con sus amigos y,
seguramente, haciendo botellón.
Un miedo que crece
después de conocer la desgracia que ha sucedido esta semana, con una niña de 12
años, Laura, fallecida por un coma etílico en un botellón. Sí, una niña de 12
años muerta por beber alcohol. ¿Y quién es el responsable de su muerte? En mi
opinión los padres y la familia, esos son los principales responsables; pero
también tiene responsabilidad la sociedad en general, el sistema educativo, los
medios de comunicación y cada uno de nosotros.
Y está claro que algo no
estamos haciendo bien, porque no es normal que niños de 12 años beban alcohol o
fumen. Eso es culpa de su familia y de la sociedad en general, lo que sí sé es
que no es culpa del botellón.
Suscribo punto por punto todas las palabras.
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