Hoy en DECDLT nuestro colaborador Antonio de la Torre nos
hace un repaso a hechos ocurridos en nuestra España, desde la Primo de Rivera
hasta el 11 de marzo de 2004. Un artículo muy interesante que dice muchas
verdades…
No cabe duda de que hace cuarenta años -en particular desde
2004-, empezó a reescribirse la Historia de España, a partir de la transición a
una añorada democracia -que no sé si existió de verdad en algún momento, más
allá de algunos intentos no consolidados que acabaron siempre como el “rosario
de la aurora”- y una Constitución, interpretable unas veces, adaptable otras y que
no se cumple las más, con un Título que
se dejó muy abierto, el Octavo, posible causa fundamental del despropósito devenido.
Creo oportuno recordar brevemente lo más destacado de nuestra
Historia reciente después de la Dictadura de Primo de Rivera -1923/30-, extendida un año por la “dictablanda” de
Berenguer, nombrado por Alfonso XIII para “retomar el orden
constitucional”, acabada con su exilio al proclamarse la Segunda República –Abril,
1931-, y reiniciarse los periodos “democráticos”. Por cierto, el Manifiesto de
los sublevados en 1923 recogía que el golpe se producía por ”la salvación de España de los profesionales
de la política" ¿nos suena el término? Como vemos, la
historia se repite.
Resumiendo mucho, esta Segunda República -1931/39- se caracterizó por una gran inestabilidad y varios gobiernos de distinto signo: uno primero, provisional, presidido por Alcalá Zamora -Presidente de la República después de las constituyentes de Junio-. Comienza después el “bienio reformista” con el socialista Manuel Azaña como Presidente del Gobierno -1931/33-. La crisis económica y la radicalidad, fallido golpe de Estado incluido -Sanjurjo, 1932- provocaron nuevas elecciones en Noviembre de 1933 -primeras con voto femenino- ganadas por el centroderecha, que dieron paso al “bienio radical” presidido por Lerroux que, por unos casos de corrupción -¿nos sigue sonando?-, el escándalo del “estraperlo” y otros, tiene que convocar nuevos comicios. En este periodo hubo dos golpes de Estado en 1934, en Asturias en Octubre, tras la huelga general y posterior revolución de UGT y CNT reprimidas por la Legión al mando del General Franco y en Cataluña en Noviembre, donde la sublevación independentista de Companys duró escasamente seis horas sofocada por el General Batet. Las nuevas elecciones -Febrero, 1936-, ganadas por el recién constituido Frente Popular -IR, PSOE, PCE, POUM y ERC ¿resulta familiar toda la izquierda unida, secesionismo incluido? IR, POUM y PCE ya no están, pero aparecieron Podemos e IU, que tanto dan- dieron un Gobierno presidido por Casares Quiroga, con Azaña como Presidente de la República. El resultado de esos cinco años, anarquía, desorden callejero, golpes de Estado, corrupción, etc., fue el levantamiento militar de Julio de 1936 que, tras tres años de lamentable guerra civil, dio paso a un periodo de Dictadura que, en mi opinión, también tuvo sus diferentes niveles de rigidez. Una primera década de “totalitarismo”, sin dejar de lado una clara preocupación social; una segunda etapa -años cincuenta y primeros sesenta- en la que la línea sigue siendo autoritaria, pero con un alto desarrollo educativo, industrial y tecnológico, que lleva a España al noveno lugar como potencia industrial y a los primeros lugares del turismo mundial y una tercera -finales de los sesenta y primera mitad de los setenta, hasta la muerte de Franco- en la que los signos de dictadura, con excepción de la ausencia de partidos políticos y la negación absoluta del comunismo -como por otra parte era lógico viniendo de donde se venía- era más bien testimonial. Dicho desde la experiencia personal de haber vivido las dos últimas etapas.
Se produce después lo que yo califico de “generosa transición”, entre 1978 y 1982, tras algunas “alteraciones”
de lo que hubiera sido el orden normal de los acontecimientos y el nombramiento
como Presidente del Gobierno de Adolfo Suárez, una ‘anomalía histórica’ que -en
mi opinión y visto con la perspectiva de los años y la ventaja que ello da- propicia
el declive moral y social español posterior, con toda seguridad no deseado por
los que protagonizaron esa primera etapa -¿no pudo preverse nada con
perspectiva histórica?- que, sin duda, conocían menos a sus “interlocutores” -UCD
Y AP- que estos a ellos, que ya empezaban a mostrar el complejo de ser
considerados ‘herederos del franquismo’, del que se aprovecharon, sin duda,
izquierda y nacionalismo. El resultado fue un primer “ensayo democrático” -Junio, 1977- que acabó con la aprobación de
la Constitución de 1978 y la
convocatoria de elecciones -Marzo, 1979-, que inician la “Democracia Constitucional” y el desastroso “régimen de las autonomías” -la mayoría, salvo nacionalistas,
girando ya claramente a la izquierda- que, tras la victoria del PSOE -28.
Octubre. 1982-, va pasando a “democracia”
-ya con minúscula- con aires dictatoriales, en la que destacaron frases como “Montesquieu
ha muerto”; “el que se mueve no sale en la foto” o “cuando nos vayamos, no
conocerá España ni la madre que la parió” junto a una ley de educación -LOGSE-
de la que desaparecen esfuerzo y mérito, buscando como objetivo principal “igualar”
-por abajo (estabulación)- al alumnado, primera semilla del adoctrinamiento que
vendría después con la transferencia de esta competencia. Comienzan también los
primeros casos de corrupción, que no cito para no alargarme demasiado.
Los abusos en muchos órdenes y el lógico desgaste, parejo al “desarrollo” de las economías de algunos dirigentes -“España es el país en el que es más fácil hacerse rico en menos tiempo”, animaba Solchaga- acaba, en 1996, con la llegada de lo que yo denomino “democracia complaciente” -la primera legislatura de Aznar, empezada con cesiones al nacionalismo, cabeza de Vidal-Quadras incluida (Pactos del Majestic)- para, después de una magnífica gestión económica y exterior, pasar a la “democracia complacida” -2000 a 2004- sin actuar con firmeza ni políticas eficaces -educación, familia, autonomías, etc.-, y dejándolo todo -LOCE, Plan Hidrológico…- para una tercera legislatura que la izquierda no estaba dispuesta a permitir. Así, tras la manipulación artera del más terrible atentado terrorista que haya sufrido España, la masacre del 11-M -voladura de cuatro trenes de cercanías y más de 192 muertos y 1500 heridos-, llegó el peor episodio de nuestra historia reciente, la “democracia dependiente” y totalitaria de los gobiernos de Rodríguez entre 2004 y 2011, época caracterizada por degeneración política; cesión ante ETA y separatismo; mediocridad; despilfarro -el dinero público no es de nadie ‘Carmen Calvo dixit’-; ruptura nacional; espionaje-‘del Rey abajo… ’-; CORRUPCIÓN; ruina moral; etc.
Y llegamos a 2011, cuando el hartazgo de muchos españoles dio
una amplísima mayoría al Partido Popular, primero en Mayo -gobiernos
autonómicos en trece regiones, doce que celebraron elecciones entonces y
Galicia, Ceuta y Melilla, treinta y dos alcaldías de capitales, diputaciones y
multitud de municipios- y, después en Noviembre -mayoría absoluta de Congreso y
Senado-. Pero, para sorpresa de muchos, siguió la “democracia dependiente”; primero,
de la grave crisis económica heredada y negada hasta el final y, quizás
también, de otros “compromisos” adquiridos -¿qué significó esa reunión del
ministro del Interior con ZP a pocos días de su toma de posesión?-; después, el incremento de impuestos sin
explicación ni el necesario y proporcional recorte del gasto; los casos de
corrupción dejados amplificar sin respuesta inmediata que, probablemente,
hubiera reducido o evitado sus efectos; la aparente permisividad ante el
desafío secesionista de Cataluña, sin más respuesta visible que el “diálogo sin
fecha de caducidad”; etc., dieron lugar a la aparición de dos nuevos partidos
emergentes –Diciembre, 2015- tras la ‘desmembración’ del voto por el
descontento con unos y la falta de credibilidad en otros, puestos de manifiesto
en no menos de seis
avisos, que a punto estuvieron de dar al traste con todo, acabar el
ciclo “democrático” relativo y llegar al desastre que una coalición de izquierdas
y secesionistas hubiera podido acarrear. Pero se impuso la teoría del “mal
menor” que, sin negar algunos logros macroeconómicos y un repunte de la
credibilidad internacional durante la primera legislatura de Rajoy, se
consolida relativamente seis meses después, consiguiendo éste formar nuevo
gobierno, a mi juicio algo precario.
Así, entre falacias como la “tiranía del franquismo” -abonada
después por la nefasta ley 52/2007 de “Memoria histórica”-; negación de los
logros económicos y sociales de esa época; deriva de la pretendida “democracia
representativa” a “partidocracia
cupulocrática” de los dos grandes partidos, condicionados siempre por los
dos nacionalistas principales; mediocridad creciente del poder político
-consecuencia lógica de la mediocridad social imperante, producto de la laxitud
de la política educativa-; los supuestos “países catalanes” que nunca
existieron; incumplimientos de sentencias del Constitucional y el Supremo;
licencias en la interpretación de competencias autonómicas; transformación de educación
en adoctrinamiento; permisividad, si no complicidad, de los sucesivos
gobiernos, por omisión o acción directa; corruptelas y corrupciones de las que
no se ha librado ninguno de los partidos actores; politización de la justicia
que se traduce en una evidente “doble vara de medir”, según el que cometa la
“ligereza” o delito…, y marcados por dos enormes “mentiras” entre cuyos
aniversarios nos encontramos, el “fracasado” golpe de Estado del 23 de Febrero
de 1981 y el antes citado atentado terrorista del 11 de Marzo de 2004, que han
condicionado directamente el devenir histórico de nuestra querida España, hemos
llegado a la situación actual en la que es urgente, si no imprescindible, una
actuación enérgica dentro del marco legal -leyes hay de sobra, demasiadas,
diría yo- para evitar en lo posible la ruptura de una nación de más de cinco
siglos de Historia -esta vez sí con mayúscula- e ir saneando las lesiones que,
sin duda, ya se han producido.
Mientras, la Sociedad Civil empieza a moverse, pero le falta unión. Incierta perspectiva si no se une.
Mientras, la Sociedad Civil empieza a moverse, pero le falta unión. Incierta perspectiva si no se une.
No falta unión, falta voluntad. La gente prefiere el "panem et circenses", y los minipartiditos prefieren ser cabeza de ratón.
ResponderEliminarLástima. No va a poder ser
Suena a "autocrítica" eso de "los minipartidos prefieren ser cabeza de ratón", ¿o eso es para los demás?
EliminarQue tengas un buen día, amigo Roberto.
Bueno el artículo.falta un poco de energía.y mas claridad en la justicia,que sea ciega no tuerta como esta hace años.¿y lo de los trenes se sabrá algún día??
ResponderEliminarGracias, Edilma. Lo de la Justicia es uno de los problemas urgentes que tiene que resolverse en España. De haberla habido independiente, tal vez, sabríamos algo más del 11-M.
Eliminar