Obviamente, como el avezado lector que me conoce un poco
deducirá, no me refiero en el título a esa agrupación naranja de oportunistas
de aluvión y rebotados de otros partidos del espectro político en los que ya
habían demostrado sobradamente su inutilidad y sectarismo, por activa o por
pasiva -las más de las veces-, sino al conjunto de “Ciudadanos de la Nación
Española”, las tres palabras con mayúscula en este caso, como Dios manda.
Y es que, después de ver las últimas iniciativas y
“ocupaciones” de sus señorías y “señoríos” de la izquierda de pandereta que nos
“representa” en el Congreso -me cuesta ponerlo con mayúscula-, no se me ocurre
otra cosa que la de pensar que España ya no tiene problemas si se pueden ocuparse
tantas horas de debate en el hemiciclo, y tantos días de tertulias y
publicaciones varias, en un asunto tan “perentorio” y “urgente” como la
exhumación de los restos mortales del Generalísimo Franco de la Basílica del
Valle de los Caídos, casi cuarenta y dos años después de enterrados allí. Y, de
nuevo, se demuestra en qué lado están los otros “ciudadanos” -los del partido
naranja que citaba antes- del veleidoso Albert Rivera, socialdemócrata de
centro-izquierda, progresista, liberal y demás tendencias que vengan al caso si
le sirven para no callar y ponerse delante de un micrófono en vez de informarse
previamente y saber, alguna vez, de lo que habla, porque leer e instruirse
parece que no le va mucho al jovencito “regenerador”.
Por cierto, que esa izquierda -dizque moderada- de Felipe
González, en trece años largos -algunos con mayoría “absolutísima” (202
diputados llegó a tener en 1982)- y de Zparo -menos moderada y con apoyos- en
casi ocho, no tuvieron las “santas narices” de plantear esa exhumación, salvo
la consulta de éste último a esa “comisión de expertos” que creó al efecto en
los “estertores” de su legislatura -Mayo de 2011 ¿por qué esperó siete años?- y
que le “recomendó” -cuando ya había perdido las elecciones del 20N siguiente- que
"los restos de Franco se muevan donde decida
la familia, para lo que habrá que
buscar los acuerdos parlamentarios más amplios", lo que ya no estaba en
condiciones de ejecutar y así quedó este “valiente” patriota de hojalata, que
dijera una vez Rajoy.
Eso, sin olvidar que no fue una decisión previa de Franco, ni
tomada por sus familiares, el que sus restos descansaran en la mencionada
Basílica -por cierto, como tal, propiedad de la Iglesia (Vaticano) y sobre la
que no tiene capacidad de decisión nuestro Gobierno- sino del recién estrenado
Rey Juan Carlos y del que entonces era Ministro Secretario General del
Movimiento -paradojas de la Historia-, el a la sazón “falangista” Adolfo
Suárez, miembro del Gobierno presidido
por Carlos Arias Navarro y poco después Presidente él, por decisión regia, poco
antes de convocar las primeras elecciones de Junio de 1977 que dieron paso
formal a la transición, desde nuestra Constitución de 1978.
Y tampoco deja de ser, cuando menos, curioso, que todos los
diputados del Partido Popular -excepto una, al parecer, por error- se
abstuvieran en la votación final, con lo que la “proposición NO de ley”, es
decir, el postureo de esta izquierda
“renacida” del modelo rupturista ruso del 17 del siglo pasado -gracias a la “impagable”
labor del antes citado y muy lamentable Zparo-, se aprobó por esa mayoría de
izquierda y nacionalistas -de uno y otro signo- que hoy dominan numéricamente
el Palacio de la Carrera de San Jerónimo para “penitencia” de don Mariano y su
PP, tal vez por no haber hecho las tareas que casi once millones de votantes le
pusimos en las elecciones citadas anteriormente. De nuevo el complejo del,
teóricamente al menos, partido de la derecha -cada día más socialdemócrata,
pero igual de acomplejada que en 1978- que, por nada del mundo puede aceptar
que se le pueda decir que procede del franquismo en lugar de responder -de una
vez por todas-: “a mucha honra, como vosotros, pero reconociéndolo” -que yo les
diría- y recitarles algunas de las muchísimas cosas que España le debe al General
Franco, con todos los matices que se quieran hacer. Pero no, nuestro
descafeinado Partido Popular, siempre se pone de perfil, posición que “soporta”
mejor los vientos de uno u otro lado para mantener un equilibrio inestable, demostrando
además un desconocimiento supino de Física elemental, pero no me voy a esforzar
en explicarles el por qué a estos políticos, y en lugar de hacerles frente, se
agazapa y se contenta con pasar del resultado ya que la proposición no de ley,
no obliga y “patada a seguir”, hasta la próxima.
Y, sin ánimo de ser exhaustivo sino como simple y breve
recordatorio, aunque han circulado por las redes en numerosa ocasiones, no veo
mal recordar algunas de esas cosas que España le debe a Franco que,
interesadamente los unos -la conocida “acción” de la izquierda- o por el citado
complejo otras -la no menos consabida “omisión” de la supuesta derecha, desde
la transición hasta ahora, que sigue igual, tirando a peor-, se empeñan en
ocultar. Entre ellas tenemos, por ejemplo, la Ley del subsidio familiar y de la vejez de 1939;
la del Seguro de Enfermedad de 1942 completada años después con la Ley de Bases
de la Seguridad Social de 1963 -base de la Seguridad Social actual, sin duda-.
Por cierto, recuerdo que el verano pasado, un alcalde del PSOE -David Lucas-,
senador también -nunca entenderé cómo se pueden ejercer bien dos cargos que
deberían ser de dedicación exclusiva,- decía en la tertulia de El Cascabel, en 13TV
que, gracias a Felipe González había en España Sanidad y Educación públicas
-hasta dónde llega el atrevimiento de las falacias de la izquierda- y nadie de
los presentes, empezando por el director del programa, Antonio Jiménez, le
corrigió.
Podemos seguir con las diferentes leyes de Educación -planes
de 1953 y 57-, pública, Sr. Lucas, que primaban el esfuerzo y el mérito y que habría
que recuperar y actualizar, lógicamente y que degeneraron hasta llegar a la
LOGSE de Maravall, Solana y Rubalcaba en 1990. Con el sistema de becas para las
que había que acreditar una media de 7 además de escasos recursos económicos;
los “criticados” embalses que ahora dan alivio a las necesidades de agua; una
carga impositiva bajísima -12% a partir de 100.000 Ptas. (600 €) de ingresos
anuales, sí anuales, para todos-; la especialidad de Filología catalana en la
Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona, creo que fue en 1963 -luego se dice
que Franco persiguió el catalán-; las pagas extraordinarias del 18 de Julio -que,
curiosamente, se mantuvieron tras su muerte- y Navidad; los contratos de
trabajo (1944); los convenios colectivos (1958) o el seguro de desempleo
(1961), etc., etc. En fin, hasta dejar a España en el noveno puesto de
desarrollo industrial del mundo, que perdimos hace tiempo y que ahora, pese a
haber recuperado algo tras la ruina dejada por ZParo, debemos estar por el
duodécimo -doceavo, diría Solana-, o más.
En definitiva, lo único que parece haber detrás de esta nueva
pamplina de la izquierda progresista y cutre que tenemos en España no es otra
cosa que su sectarismo y resentimiento, soportados en un desconocimiento monumental de la Historia de
España, de querer ganar la Guerra Civil, setenta y ocho años después de perdida
y sentir el “orgasmo” mental -discúlpenme el pequeño desahogo- de creer que “vencieron”
al General Franco, cuarenta y dos años después de que muriera en la cama -otra
cosa que no acaban de digerir-y siguen sin querer enterarse de que a la
mencionada guerra no nos llevó Franco sino el empecinamiento enfermizo de su
entonces líder, Largo Caballero, pese a la recomendación contraria de otros
socialistas como Besteiro, pero esa es otra historia.
Y si quedan ganas, señores de la izquierda, búsquense el testamento de Franco y vean la clase de español que era, aunque tal vez sea demasiado pedirles. ¿Lo entenderían? Tengo mis dudas.
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