Nunca me pude imaginar que era necesario ser una
virtuosa de un instrumento de cuerda tan complicado de tocar como el violín
para conseguir un pedazo de trabajo.
Veréis, os explico la situación. Año ¿2001?, o por
ahí, estaba estudiando en la biblioteca con unos compañeros cuando uno de ellos
sacó un periódico especializado en temas de finanzas y economía. Terminó de
leerlo y me lo dio para que mirase las ofertas de trabajo. Por cierto, ninguna
de mi perfil porque había que tener cerca de cincuenta años y haber empezado a
trabajar con diez para tener ese currículum.
Pero hubo una que me llamó muchísimo la atención y era “algo - bastante” así:
“Importante empresa multinacional busca para un
puesto de trabajo en Singapur un Ingeniero
en Caminos, Canales y Puertos, recién licenciado y con menos de 25 años de
edad, dos años de experiencia en nuestro sector, un MBA en administración de
empresas, alto nivel de inglés y francés (valorable nociones de alemán) Y QUE
SEPA TOCAR EL VIOLÍN). Ingresos: no me acuerdo pero eran una barbaridad”.
Uummm… Evidentemente, me surgieron una serie de
preguntas. Primero: ¿existía algún ser humano que con menos de 25 años le
hubiese dado tiempo a hacer tanto y de esa categoría? Porque si era así, ¡que estaba
haciendo yo con mi vida! Segundo ¡¿para qué coño (perdón por la expresión pero
de verdad que es lo que pensé) tiene que saber un ingeniero de caminos TOCAR EL
VIOLÍN para optar a un puesto de trabajo?!
Con ofertas así, solo cabía plantearse una cosa: esa
empresa no es seria. Y digo yo, ¿por qué no pusieron y que su nombre empiece
por “F” y el primer apellido por “L”? Me lo podía hasta imaginar. Un jefazo a
un jefecillo: “Mañana te van a llamar los de recursos humanos para que les
digas todo lo que ha hecho tu hijo. Van a intentar hacer un perfil muy concreto
para que se presente poca gente porque vamos a cubrir un puesto que se ha
quedado libre en Singapur”.
Nunca os habéis preguntado <<¿ese tío como ha
llegado ahí? Si yo lo conozco de toda la vida y era un “matao”>>. A lo
mejor es por lo mismo que lo de la oferta de trabajo. Así que haya más de un violinista
en el tejado.
Muy bueno, tienes razón. Cada vez se amplian las brechas y se exige más especialización a las personas, de ese modo se mantiene ese nivel de competencia tan alto que asfixia a la especie. Saludos
ResponderEliminar