Decía hace unos días Javier Arenas en la Escuela de
Verano del Partido Popular en Gandía, que digo yo que aunque estemos todavía en
verano lo de “escuela de verano” suena mejor en julio o agosto, que “lo
importante es la igualdad de todos los españoles”.
Y en eso estamos de acuerdo, es lo importante. Pero
cuando esas cosas se han de decir es porque realmente no existe esa igualdad,
porque está claro que todos los españoles no somos iguales.
Y todos los españoles no somos iguales, empezando
por los políticos. Porque el que dice estas palabras, el Sr. Arenas, como
Senador del Reino de España que es, se encuentra aforado. Es decir, de sus
presuntos delitos solo conocería el Tribunal Supremo, porque él, como el resto
de diputados y senadores (así como miembros de las cámaras autonómicas) tiene
un estatus especial. Estatus especial que lo diferencia del resto de
ciudadanos.
Cuando habla de igualdad el señor Arenas, ¿se
refiere también a eso? porque yo no veo voluntad en los dos principales
partidos de este país para eliminar los aforamientos políticos, por ejemplo.
Señor Arenas, es muy fácil hablar de igualdad desde
un escalón superior, porque usted habla de igualdad para los españoles pero
garantizándose que usted y los suyos no son iguales, porque son superiores al
resto de los ciudadanos y precisan de un trato “especial” por parte del Estado.
Mal vamos don Javier. Antes de hacer brindis al sol,
de lanzar titulares fáciles, podrían dar un poco de ejemplo y proponer las
modificaciones legales para acabar con los privilegios políticos, con las prebendas
de las que disfruta la casta que controla este sistema, para que, por ejemplo,
un político no tenga derecho a la pensión máxima por solo dos legislaturas en
el cargo.
Sé que usted no se refería a este tipo de igualdad,
pero ya que habla de igualdad, ya que la reclama para los españoles, aprovechen
e igualen los derechos de los españoles, empezando por rebajarse los de la
clase política.
Pues de momento hay dos clases de españoles: los que disfrutan del privilegiado oasis fiscal, único e inaudito, en la Unión Europea y los demás.
ResponderEliminarEs decir, los vascos y los demás españoles.
Eso sí: hay igualdad de género y génera, faltaría mas.
P.D. Si alguien está pensando en Gibraltar, no tiene nada que ver.
Eso también es verdad Romero. Una desigualdad más. Un saludo!!
EliminarCreo que una raza de españoles que siempre se pasa por lo alto, que lo han hecho tan bien su trabajo de mimetización, es cierta parte de empresarios. No me refiero a los empresarios que todos los días van abrir su negocio y están tantas horas que llegan a perder casi toda su vida. Me refiero al empresario que da dinero a los partidos para beneficiarse del sistema. Estos después de tantos casos de corrupción, siguen indemnes. No solo eso si no que ni siquiera están el punto de mira de la poca justicia de este país. Están pagando (aunque muy pocos) los encargados del chiringuito los políticos.
ResponderEliminarCon la venia don Ángel, debo decir que coincido en parte con el comentario del señor Landa, en mi visión personal, también existen dos clases de españoles, los que enarbolan la constitución de 1978 como dogma de Fe, defendiendo que fuera de ella no es posible la existencia, y los que pretenden dinamitarla, eso sí estos últimos, para cambiarla por otra mas conveniente para sus objetivos, que en poco o nada coinciden con los de la mayoría de gente, que llamo de a pie. Lo que más me sorprende es el hecho que los dos oponentes antes citados, cuando se refieren a la transición española se deshacen en elogios, catalogándola como modélica, aun conociendo de primera mano, el mercadeo que existió para intentar contentar a todo el mundo y llegar a lo que en cualquier negociación se llama acuerdo de mínimos, se favorecieron zonas geográficas por supuestos derechos históricos, grupos de poder por medio de cuotas electorales, y por supuesto se blindaron ante la ley con los aforamientos, y la dependencia directa, que los órganos judiciales tienen hacia el poder político, sin olvidar la ley de inviolabilidad de la corona, menos mal que al menos derogaron el “derecho de pernada”.
ResponderEliminarEstos son algunos argumentos que me llevan a pensar, que nuestra carta magna nació viciada de principio, y pocas cosas que empiecen mal suelen acabar bien, el lodazal donde chapotea nuestra clase política hoy, fueron los polvos de aquellos tiempos.
Un saludo.
Pues sí ERMartínez, también estoy de acuerdo con lo que indicas. Un saludo.
EliminarYo no creo en la igualdad, me parece una palabra muy gastada y estéril, no somos iguales, ni falta que hace. Lo que hace falta es que todos tengamos las mismas oportunidades, que no es lo mismo.
ResponderEliminarPor ejemplo, unas clases de ingles para Botella o que la enseñen a ponerse los cascos y no hacer el ridículo, pobrecita, no habrá tenido oportunidad de ser educada en aquello de no presumir de lo que careces...Un drama.
Te felicito por este comentario tuyo, Angel. Yo opino lo mismo
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