Hoy en Desde el Caballo
de las Tendillas volvemos a contar con la colaboración de Empresarios del 9
Largo, que nos habla de un tema de actualidad, sobre el negocio de los cursos
de formación… Como siempre aprovechamos para recordar que estamos a abiertos a
la participación de nuestros lectores. ¡Feliz jueves!
Uno que es bastante inocente
siempre se preguntó porqué un desempleado, o un trabajador que necesitase
formación continua, no podía acceder a los fondos de formación para pagar la
matrícula de la carrera, y sí a un enorme catálogo de cursos de peluquería o
relajación ante situaciones de estrés en el trabajo. La respuesta en sus
diarios preferidos…
Montar un sistema donde
empresarios y trabajadores controlen milesmillonadas de euros anuales, y que
los empresarios sigan afirmando que la formación que tienen sus trabajadores no
se adapta a sus necesidades es un despropósito. La Fundación tripartita
gestionó más de 900 millones de euros en 2014, y cada Comunidad Autónoma,
Ayuntamiento y comunidad de parcelistas que se precie tiene su propio
presupuesto de formación. Al que no sepa de dónde sale el dinero, que mire su
nómina y vea un apartado que pone formación 0,1% de la nómina, otro tanto lo
recaudan de las empresas, 0,6% del salario de cada trabajador, también de los
impuestos que pagamos todos, y siempre hay algo de los fondos europeos. Para
comparar la magnitud del presupuesto, una universidad de provincia con unos 20
mil alumnos, tiene unos 90 millones de euros de presupuesto.
El estado paga una
Formación profesional que no funciona, por cierto tampoco se podía acceder a un
título de F.P. con cargo a esos multimillonarios presupuestos; una Universidad
que genera “egresados” (bonito eufemismo) que según las empresas no están
adaptados a lo que ellas demandan; y destina el dinero de formación a empleados
y desempleados a las organizaciones sindicales y empresariales… esto último es la
impagable (ojo al de marketing que pone los nombres a estas cosas)
“Concertación social”.
Ahora pongamos ejemplos
prácticos. En una tierra dedicada al turismo, y después de miles de millones
gastados, como es que todos los camareros no saben decir “jelou” y lo mínimo
para hablar con un turista. Ah claro, es que ese empleo temporal, precario, bla
bla bla no nos gusta. El empleo en la hostelería no “mola”.
En un país donde cada
oferta de trabajo de cierta calidad (denominemos tal a cualquier oferta de
trabajo actual) lleva aparejado el requisito de “nivel alto de inglés”, ¿Cómo
es que con esos fondos no se pueden pagar las tasas de los exámenes de Cambridge?
¿No es necesario el B2 de inglés para las oposiciones de profesorado? ¿Por qué
no pueden los opositores obtener el título con cargo a estos fondos?
Todos conocemos centros
de formación, principalmente de idiomas, con más de 30 o 40 años de experiencia.
Sin embargo nunca salían entre los centros que podías elegir para realizar
cursos cuando estabas en el desempleo. ¿Y por qué un montón de centros que no
conocía nadie?
Ahora la opinión pública
se sorprende de que con el material te mandasen el título, un ipod, y no
hicieses ni el examen on-line del cursete. O de que hubiese un compromiso de
contratación y ningún alumno fuese contratado. O de que el primer día de curso
te dijesen que no era necesario asistir… que ya te daban las hojas de control para
que firmases la asistencia de todo el curso. ¿Quién no se acuerda de los
representantes sindicales cazando con el lazo a compañeros de trabajo para
apuntarlos a cursitos? En fin, que pasa lo de siempre, más o menos todos lo
sabían, con tal naturalidad, que ya hasta se confundía con lo normalidad o
incluso la legalidad.
A todo esto permitan la
provocación… no sería más fácil que dejasen de recaudar ese dinero y cada uno
se pagase la formación que necesite y le dé la gana.
Esto de los cursillos solo es otra cosa que se ha adaptado al sistema para que alguien se beneficie.
ResponderEliminarPara decir que no hay que cambiarlo
Estimado Antonio, tocas un tema que merecería un tratamiento diferente si le quitas la corrupción que ha producido, pero la pela es la pela, la carne es humana y quienes se han forrado con el caudal de los fondos de formación, que no es de nadie, han sido paridos de una forma muy similar a como hemos nacido los que no hemos tenido acceso a ese rio de dinero.
ResponderEliminarDe cualquier forma, hay un aspecto de tu artículo al que quiero referirme. Hablas de los subsidios para cursos de peluquería y no existan para que nuestra juventud tenga acceso a la formación continuada (Universidad). ¡Solo faltaba! Seamos sinceros, nuestros titulados superiores tienen que emigrar y poner su formación a disposición de empresas y desarrollos nacionales de otros países, lo cual nos lleva al fondo de la cuestión: que lo que falta es puestos de trabajo. Para los ingenieros, para los maestros torneros o para las peluqueras.
Con la falacia de la falta de formación, los sindicatos han creado una balsa con la doble intención de “trincar” y de alejar del punto de mira los verdaderos problemas de las relaciones laborales, que son la actitud de los trabajadores y la definición correcta de lo que debería ser un empleo de calidad. Pero eso corresponde a otro artículo, a ver cuando lo escribes.