El sistema es el que es y
las leyes son las que son. Y hay que respetarlas. Y si no se está de acuerdo
con ellas pues cambiarlas si se tiene el respaldo suficiente, algo que ha
tenido el Partido Popular en esta legislatura y que no ha querido, sabido o
interesado hacer. Porque la formación de Mariano Rajoy ha tenido una mayoría
amplia y un respaldo suficiente para haber cambiado la ley
electoral y haber establecido por ley que en los ayuntamientos gobierne la
lista más votada. Pero no ha sido así y, por lo tanto, las reglas del juego son
las que son.
Y como las reglas del
juego son las que son, la elección del alcalde no la hacen los ciudadanos con
su voto, sino que son los concejales los que eligen a este, porque esas son las
normas y lo que ocurrirá en los ayuntamientos de España el próximo sábado.
Y en muchas localidades
el alcalde no será el que se corresponda con la lista más votada, sino con el
que obtenga mayoría absoluta de los concejales de la corporación municipal.
Algo que, por ejemplo, parece que va a ocurrir en Córdoba.
Pero una cosa es esa y
otra cosa es engañar a los ciudadanos, o al menos pretenderlo, y decir que en
Córdoba existe un “clamor para que el PP no siga en el gobierno” de
Capitulares, porque eso es lo que dijo Rafael Blázquez, candidato a la alcaldía
de Ganemos, hace unos días.
Mire usted señor
Blázquez, de clamor nada, así que no mienta. Esa frase quedará muy bien como
titular de prensa y para animar a los suyos, pero los cordobeses ya hablaron el
pasado 24 de mayo y respaldaron mayoritariamente la candidatura y el proyecto
de José Antonio Nieto, que fue la formación que ganó las elecciones con 11
actas de concejal y 50.776 votos, con un 34,4 %. El segundo fue el PSOE, con 7
concejales y 30.334 votos y un 20,55 %; en tercer lugar quedó su formación con
4 concejales y 18.460 votos, un 12,51 %. Así que no hable de clamor contra el
PP, porque no existe.
Y si al final gobiernan,
señor Blázquez, lo será gracias a la ley electoral y al juego de concejales,
pero no por el clamor de los cordobeses. No voy a poner en duda la legitimidad
del pacto de los perdedores, pues es algo legal, pero por legal que sea, en mi
opinión, carece de toda moralidad, porque eso no es lo que han querido los
cordobeses. Hay clamor, sí, pero de pena...
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