Hoy en Desde el Caballo
de las Tendillas traemos un artículo publicado en octubre del pasado año, en el
que hablábamos de la educación de nuestros más pequeños, a raíz de un hurto
ocurrido en un despacho de un compañero. Es algo de lo que tenemos que meditar…
¡Feliz domingo!
Ayer vivía una situación
curiosa cuando visitaba el despacho de un compañero para intentar solucionar,
de forma extrajudicial, una controversia entre nuestros clientes. Es buen amigo
y, por lo tanto, la visita fue muy agradable, aunque ocurrió un hecho que
quiero compartir con vosotros.
Cuando llegué, mientras
saludaba a otro compañero con el que comparte despacho, llamaron a la puerta,
la secretaria abrió y entró corriendo un niño, de 9 o 10 años, pasó al fondo
del bufete como si lo conociera. Resulta que el niño acompañaba a dos mujeres
que venían a entregar unos documentos a otra compañera del despacho, que no se
encontraba en ese momento. Dejaron los documentos y se marcharon, la escena
duró un minuto, aunque parece que en el edificio estuvieron algo más.
A los cinco minutos
llamaban a la puerta, era el conserje del edificio, algo alterado y enfadado
(con razón), diciendo que un niño acompañado de dos mujeres se había llevado su
teléfono móvil y lo sabía porque el menor se lo había enseñado a un
electricista que estaba haciendo unas reformas en el edificio, diciéndole,
“mira que móvil más chulo tengo”. De esto me enteré luego porque yo ya estaba
reunido con mi compañero y sin embargo amigo. Por los documentos que habían
entregado localizaron el teléfono de una de las mujeres y la llamaron. La mujer
dijo que el niño había estado con ellas en todo momento y que no había cogido
ningún teléfono; pero ante la insistencia le preguntó al niño y le miró en los
bolsillos, apareciendo el teléfono.
Según parece, cuando
fueron a devolverlo el conserje del edificio recriminó al ladronzuelo, a lo que
la madre le increpó diciéndole que lo dejara en paz que solo era un niño.
Sí, solo es un niño, pero
con esa actitud de la madre lo que está fomentando es que en unos años sea un
delincuente, porque no es normal que un niño de unos 10 años se lleve un móvil
al descuido, pero menos normal es que una madre actúe como esta señora,
diciendo que lo dejen en paz, que solo es un niño.
Desgraciadamente estas
actitudes son cada vez más habituales, y no se salva ninguna clase social.
Padres que actúan de esta manera flaco favor hacen a sus hijos. Es para
meditar.
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