Asistí el pasado sábado 17 a la
presentación de la Plataforma AVANZA,
que llenó el patio de butacas y anfiteatro del Cine Capitol, en la madrileña
Gran Vía, con un aforo aproximado a las mil trescientas personas. Creo que se
puede llamar éxito a esta primera aparición en público.
AVANZA se presentó como una iniciativa que nace para “dar voz a los que hoy no se ven reflejados
en las preocupaciones de nuestros gobernantes”, lo
que se podría sintetizar, en mi opinión, por el descontento existente -sobre
todo- en el electorado del Partido Popular y ofreciendo un nuevo proyecto político
fundamentado principalmente -así lo veo yo al menos- en el humanismo cristiano
que inspiró -subyació y condicionó durante siglos- la política europea y, desde
luego, la española. No olvidemos aquello que se decía de “España es la reserva
espiritual del Occidente”.
No digo yo que, en la actual España “plural”,
el Estado deba imponer la educación religiosa en ningún sentido y de eso ya ha
quedado clara constancia en los nuevos planes de estudios, desde la LOGSE de Maravall-Rubalcaba-Solana hasta la
descafeinada LOMCE de Wert, que
remata esta “igualdad”. Pero parece que se ha pasado, de la entendible libertad
de enseñanza -lógica en un régimen político que se dice “defensor de las
libertades, aconfesional y laico”-, a una doble vara de medir -también en esto-
que protege y potencia la enseñanza islámica y parece poner trabas a la
cristiana. Tal vez sea para “compensar” el largo periodo de predominio de la
segunda, única -como por otra parte es lógico- que se impartía en España hasta
que la “pacífica” invasión musulmana -que se empieza a notar en nuestra Patria más
de lo que muchos quisiéramos- gana terreno, auspiciada por la izquierda
relativista y destructiva y el nacionalismo separatista que, más que pluralidad,
parecen pretender -a mi juicio- romper las raíces de identidad y formativas de
la sociedad española tradicional. Y no sólo española, como hemos visto tras el
último suceso de Londres -esta vez a la puerta de una mezquita-, quela Primera
Ministra Theresa May califica de
“atentado islamófobo” -que no digo que no lo haya sido- mientras ninguno de los
anteriores -de sentido contrario- se calificaran de “cristianófobos”, cuando
sus autores sí proclaman, desde su religión, la “guerra al Cristianismo”.
Dicho esto, volvamos con la
presentación de AVANZA que, por lo que escuché el sábado y he leído en su web -www.proyectoavanza.es-, no anda muy
lejos de esa preocupación creciente por la pérdida de principios y valores que
se derivan -entre otras cosas- de lo anteriormente expuesto.
El nuevo Proyecto fue presentado por Benigno Blanco -uno de sus promotores- que,
entre otras cosas, fue Secretario de Estado de Infraestructuras del Ministerio
de Fomento -en la etapa de Álvarez Cascos- durante la segunda legislatura de
Aznar y Presidente del Foro Español de la Familia entre 2007 y 2015. Actualmente,
es Vicepresidente de la Fundación REDMADRE. Empezó el SR. Blanco justificando
la aparición de AVANZA por el
descontento con algunas políticas actuales y como una “fuerza reformista de nuestra
democracia, desde un voluntariado político, para reformar el Estado y poner la política al servicio de las personas”,
un proyecto que “está por hacer” y en el que, todavía, “no hay programa y los líderes
surgirán del trabajo de los próximos dos años”. Dijo también que “nacía
sin ninguna finalidad personal” sino con la de “acabar con la partidocracia”,
algo que sólo puede ser “posible si toda la sociedad se une y
se moviliza”.
Intervino a continuación Ivana Carrero, periodista y, desde
2014, responsable de Eventos de la Fundación REDMADRE que, en su introducción,
insistió en que AVANZA pretende “lo
mejor para España”, y presentó un panel variopinto de colaboradores en
el proyecto con los que fue planteando algunos de sus puntos principales. Este panel estuvo integrado -por orden de
intervención- por Mª José Rodríguez,
abogada, que entre otras cosa dijo que “se había invertido la pirámide demográfica
y que había que dar un apoyo claro a la maternidad”. En la misma línea,
el economista Manuel Zayas habló de “un
plan integral de apoyo a la familia”. Después, el empresario Manuel Cominges, dijo que “la creación
de riqueza genera estabilidad” y que había que “recuperar la cultura del
esfuerzo y devolver al Estado el control absoluto de la Educación”,
algo en lo que coincido plenamente y que viene siendo mi reivindicación desde
hace muchos años, no menos de veinte ya. Participó también el joven Manuel Martino, que dejó constancia de
la “poca
perspectiva que la situación actual ofrece a los jóvenes” y que el
futuro debe hacerse desde un “proyecto común” que, para él,
estaba en AVANZA. Por último intervino Gary
Durán, la que fuera senadora del Partido Popular -abandonó su militancia
después de veinte años por “el giro
ideológico del partido”-, que manifestó su exigencia de que “se nos deje vivir nuestra vida y no nos
digan cómo educar a nuestros hijos” y apeló
a la “responsabilidad
de todos” para el necesario cambio en las políticas actuales.
Requeridos por la moderadora para resumir en pocas palabras lo que significaba
para ellos el Proyecto AVANZA, las respuestas, respectivamente, fueron: “Atraer
el talento”, invitación a la “Implicación”, una oportunidad de “Reforma, con la Ley”, ha
llegado “La hora de los valientes” y nace un “Antídoto contra la resignación”.
Cerraron el acto, el empresario Antonio Torres, que resumió los dos
años que se llevaban invertidos en la
preparación del Proyecto e insistió en todo lo anterior enfatizando que “sin principios no se llega a ningún
sitio” y expresando su deseo de “igualdad y libertad” para España y
otro joven, Ramón de Meer, al que
presentó como el creador de la marca AVANZA.
En resumen, una buena iniciativa a la
que, desde estas líneas, doy mi bienvenida, no sin permitirme un par de “consejos” desde la experiencia de
haber participado de lleno en otro proyecto -VOX, como muchos de mis lectores habrán adivinado- que despertó
ilusión a raudales y la llegada de muchos, desinteresados hasta entonces en la
política, pero muy preocupados por el deterioro social que ya en 2014 era un
hecho en la realidad española y que, desde la deslealtad y ambición de unos, que
sólo aspiraban en realidad a seguir viviendo de la política desde las frases
grandilocuentes -¿nos suena?-, el silencio de otros y el intento desesperado de
unos pocos por evitar el inevitable desastre, ha quedado en un grupo residual
que no constituye alternativa alguna, como demuestran los resultados -“crecimiento
negativo”, lo llaman algunos- en las seis elecciones -europeas,
autonómicas, municipales o generales- a las que han concurrido. Cuidado con lo de “un proyecto sin ideología”,
que puede interpretarse como una llamada a la “transversalidad” de ideas, separada por una estrecha línea del
peligrosísimo “Vale Todo”, de lo que
ya saben cómo opino los que me siguen y “especial
precaución con las entradas masivas” en el Proyecto/Partido, que puede
propiciar un arribismo/oportunismo de gente sin más ideología que la de hacerse
un hueco y aspirar a “vivir de la política” sin haber hecho antes nada en la
vida o frustrados de otros partidos.
En definitiva, nace un proyecto, cuyo nombre transmite esperanza, mientras el actual “progresismo” se hace más “regresista” e involuciona hacia el pasado. Pero ese es otro tema del que habrá que hablar más extensamente.
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