Ayer
se conocía la investigación (imputación) por parte del Juzgado de Instrucción
número 21 de Madrid de los dos concejales de Ahora Madrid (Podemos), Carlos
Sánchez Mato y Celia Mayer, por unos presuntos delitos de malversación de
caudales públicos, prevaricación y delito societario consecuencia de un
convenio firmado entre el Ayuntamiento de Madrid y el Mutua Madrid Open.
Y
tras hacerse pública la imputación todo el mundo esperaba que los implicados,
por su condición de cargos públicos, presentaran su dimisión de manera
inmediata. Y no por las exigencias de la oposición o por un capricho de la
prensa, sino simplemente por cumplir con el Código Ético de Ahora Madrid, un
documento que suscribieron todos los candidatos de la formación podemita y que
en su apartado 1.4 dice así:
«Compromiso
de renuncia o cese de forma inmediata de todos los cargos, ante la
imputación por la judicatura de delitos relacionados con corrupción,
prevaricación con ánimo de lucro, tráfico de influencias, enriquecimiento injusto
con recursos públicos o privados, cohecho, malversación y apropiación de fondos
públicos, bien sea por interés propio o para favorecer a terceras personas. Así
como también en casos de acusación judicial por delitos de racismo, xenofobia,
violencia de género, homofobia u otros delitos contra los Derechos Humanos o
los derechos de las personas trabajadoras».
Pero
no, no ha sido así. Los dos imputados de Ahora Podemos no han presentado su
dimisión, han recibido el respaldo del Gobierno municipal y de Ahora Podemos y,
además, la formación de Podemos ha retirado el Código Ético de su página web.
Todo muy ético, coherente y transparente…
Es
decir, estos podemitas fueron totalmente libres a la hora de autoimponerse y
firmar ese Código Ético, un Código que solo buscaba los votos de la gente al
amparo de esas elevadas exigencias de honestidad y compromiso, un Código que
cuando llega la hora no aplican y esconden. Un Código Ético que ha sacado a
relucir las miserias y las mentiras de esta gente, constatando que no tienen
vergüenza en utilizar la corrupción como herramienta de propaganda para
conseguir votos.
Y ahora viene la pregunta del millón, si todo esto lo hubieran protagonizado miembros del Partido Popular, ¿qué dirían desde Podemos?, ¿qué exigirían?; pues eso, que se apliquen el cuento.
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