Tengo
muchos amigos a los que no les gusta la poesía (yo lo entiendo); para el
periodismo prefieren deportes y la novela les viene muy larga. En mi afán de
escribir para todos, de vez en cuando, recurro a la curiosidad o a aquellas
cuestiones que resulten interesantes a un grupo homogéneo de personas, unas
veces acierto y otras no.
Empezaré
para amenizar el tema, con un refrán que hace pensar: “Más vale ser cabeza de
ratón que cola de león”.
El
ratón, al menos desde un punto de vista científico, se ha convertido sin lugar
a dudas en el mejor amigo del hombre. La revista Nature publicó un
mapa prácticamente completo del genoma de este roedor, proporcionando así a los
investigadores de todo el mundo una herramienta enormemente valiosa para
estudiar el origen genético de muchas enfermedades, y probar la eficacia de
nuevos tratamientos contra los grandes males que afligen a la Humanidad, como
el cáncer, los trastornos cardiovasculares, el sida y el Alzheimer.
Tras
la secuenciación del genoma humano, lograda a principios de 2001, nos
encontramos ante un hito igual de importante en la historia de la biología, ya
que el ratón es el modelo animal que más se utiliza en los laboratorios de todo
el mundo.
La
secuenciación del genoma del ratón ha dejado muy claro que, al menos a un nivel
puramente genético, los ratones y los hombres somos prácticamente hermanos
gemelos.
De
hecho, a pesar de que han pasado aproximadamente 75 millones de años desde que
roedores y humanos divergieron en el proceso de la evolución, la realidad es
que no sólo tenemos aproximadamente el mismo número de genes que estos animales
(unos 30.000), sino que un 99% de nuestro ADN es idéntico.
Hasta
tal punto nos parecemos, que incluso se ha descubierto que el organismo humano
posee el gen que regula el crecimiento de la cola de los ratones.
No
quiero entrar en la guerra por el espacio natural en este planeta, entre
humanos y ratones, no quiero mencionar a Gerónimo Stilton, Mickey mouse, Pixie
y Dixie… ni tantos ratones literarios que en el mundo han sido. Pero me
gustaría resaltar el uso del ratón como ente o ser de razón y reflexión a la
altura de la sabiduría popular. Como muestra un botón:
Fábula “El ratón y el gato” de Tomás Iriarte:
Cierto día dijo un ratón en su agujero:
no hay virtud más amable y estupenda
que la fidelidad: por eso quiero
tan de veras al perro perdiguero.
Un gato replicó: Pues esa virtud
yo la tengo también... Aquí se asusta
mi buen ratón, se esconde,
y torciendo el hocico, le responde:
¡Cómo la tienes tú!... Ya no me gusta.
Moraleja: La alabanza que muchos creen justa,
injusta les parece,
si ven que su contrario la merece.
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