De aquellos barros vienen estos lodos. Del acuerdo
del Hotel Majestic, firmado el 28 de abril de 1996, vienen parte de los
problemas que estamos viviendo actualmente en España.
Aquel acuerdo, que permitía al Partido Popular
gobernar este País y a José María Aznar ser Presidente del Gobierno, fue
aplaudido por muchos, muchos fuimos los que nos alegramos porque suponía un
cambio en España, dejaba de gobernar el Partido Socialista Obrero Español ¡por
fin! y empezaba una nueva etapa, una nueva etapa que, en mi opinión, estuvo plagada
de éxitos.
Se ha de reconocer que el gobierno de José María
Aznar hizo cosas muy importantes, puso a España en la primera línea de la
política mundial y la economía española creció. De recibir un Estado quebrado
en 1996, se entregó una economía en superávit, en 2004.
Considero que Aznar ha sido el mejor Presidente que
ha tenido este País. Pero también ha cometido errores. Y no estoy pensando en
lo de la manida guerra de Irak, pues España no participó en esa guerra (sólo la
apoyó). Aprovecho para recordar que España sí que participó en la primera
Guerra del Golfo (y con soldados de reemplazo), bajo el gobierno de Felipe González, ¿quién no recuerda a
Marta Sánchez y sus “Soldados del amor” en la Fragata Numancia en la Navidad de
1990?
Uno de los errores de Aznar que hoy quiero analizar
es la consecuencia del acuerdo del Hotel Majestic, que fue la sustitución de
Alejo Vidal-Quadras como Presidente del
Partido Popular de Cataluña.
Consecuencia de aquel acuerdo el PP “desapareció” de
Cataluña, se entregó al nacionalismo de CIU. Aunque mantiene su estructura,
aunque se sigue presentándose a las elecciones, su presencia en la sociedad
catalana, sus resultados en las urnas son exiguos.
Y esta situación es la que ha llevado a que las
ideas nacionalistas se hayan hecho dueñas de la política catalana (pues el PSC -el
PSOE no existe en Cataluña- es casi tan nacionalista como CIU).
Con un PP como el que había creado Vidal-Quadras las
cosas no habrían sido iguales. Un PP que hablaba claro, que no se callaba ante
los nacionalistas, un PP que ejercía orgulloso de españolidad, sin complejos.
Aznar pactó con CIU un Partido Popular en Cataluña
de perfil bajo, que no hiciera mucho ruido, que colaborara con el nacionalismo,
y ese fue su gran error, un error que estamos pagando 15 años después, y lo que
nos queda.
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