Hoy recordamos en Desde
el Caballo de las Tendillas y os traemos un artículo publicado en diciembre de
2013, de la compañera de la Red de Blogs Comprometidos, Carolina Rodríguez-Cariño.
Y es que siempre es buen momento para releer nuestra Carta Magna. ¡Feliz
sábado!
Decidí estos días leer la
Constitución como ejercicio democrático.
Lo he hecho previamente,
desde que llegué a esta, mi segunda tierra, mi país adoptivo. Le leo por
tercera vez, y en esta ocasión he revisado artículos concretos.
Como cada libro que “cae”
en mis manos, acostumbro a leer el prólogo y las diferentes notas previas al
texto, con lo cual también me he detenido en el Preámbulo, y este en particular
vale la pena releerle, dice textualmente “La Nación española, deseando establecer
la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la
integran, en uso de su soberanía”.
Paralelamente, recuerdo
la definición de la RAE sobre Constitución, “Ley fundamental de un Estado que
define el régimen básico de los derechos y libertades de los ciudadanos y los
poderes e instituciones de la organización política”.
Me queda claro que el
Preámbulo busca explicar las razones de una Constitución hecha en un momento en
el que España salía de un largo período dictatorial, para encausarse, o al
menos eso es lo que se planteó en su momento, en una democracia. Se mencionan
varios términos en los que vale la pena detenerse: Justicia, Libertad,
Seguridad, Bien de cuantos integran la nación, Soberanía. No puedo evitar
revisarles a su vez recordando los hechos ocurridos en estos últimos años.
Hablamos de Justicia,
cuando se suceden hechos de corrupción que afectan a partidos e instituciones,
donde lo que vale es cuanto poder que se llega a tener o el dinero de las
cuentas bancarias; cuando nos sentimos desamparados ante un Estado que protege
a asesinos, terroristas, violadores… un Estado que no nos trata a todos por
igual, cuando se tiene un título nobiliario que nos hace “diferentes”. Esta
Justicia, que si uno de sus miembros actúa bien, debe hacerlo solo y sabiendo
que cada paso va a ser medido, revisado y a su vez juzgado por un sector de la
sociedad y del mismo Estado.
Seguidamente está a la
palabra Libertad, y si, pareciera que disfrutáramos de ella. Podemos hablar,
dialogar, dar nuestras opiniones y sabemos que no se nos prohíbe; más si nos
comparamos con regímenes donde cualquiera de estos actos, o incluso pensar
puede costarte la muerte o en mejores casos la cárcel. Pero qué casualidad, en
estos últimos días, la Generalitat de Cataluña ha creado un organismo con
fondos del Estado, es decir, de los contribuyentes, nuestros, que quiere o
pretende controlar lo que se dice, todo aquello que esté en contra del
denominado “derecho a decidir” o inmersión lingüística, o la aberración
idiomática “discriminación en positivo”, todo lo que vaya en contra de la
secesión/independencia/nacionalismo, e incluso penalizarnos por ello. Lo peor,
es que todo ocurre en medio de una profunda crisis, cuando hay una parte
importante de la sociedad en paro, sin trabajo, y bajo la tibia mirada del
Gobierno Nacional, o más bien su inacción.
Seguridad, siguiente
palabra. Cómo olvidar que la Doctrina Parot, con todos sus bemoles acaba de ser
abolida. No por el Tribunal de Estrasburgo, si consideramos lo que refieren
diferentes abogados, no es vinculante, pero sí lo es la Audiencia Nacional.
Quien con un retraso en cientos de casos ha resuelto dejar en libertad a
asesinos, terroristas, violadores sin considerar la “seguridad” y los Derechos
Humanos del resto de la sociedad, si, de las más de 45 millones de personas que
vivimos en esta nación. Seguridad, con una policía catalana que a la vista de
los acontecimientos recientes está en la mente de cada uno de nosotros, ¿cumple
sus funciones en la “Seguridad ciudadana”, o no?... da mucho que pensar y
analizar.
Luego retumba en mi
mente, porque no puede más que hacerlo, la palabra “Bien” de los ciudadanos que
integran España. Últimamente este “deber” de buscar el “bien” de los ciudadanos
queda grande a muchos que son servidores públicos, que distan de serlo, pero si
de buscar sus propios bienes y beneficios. La palabra Bien le queda grande a un
Estado que en lugar de plantearse qué necesita su población antes de instaurar
unas medidas que le ahogan, cumple con los preceptos dictados por organismos
internacionales. Creo que hemos de recordar los Derechos Humanos, estos que
fueron firmados en 1948, que están en relación directa con la palabra Bien. ¿Se
están cumpliendo?, si no es así, ¿A qué esperamos para reclamarles?
Por último, y no menos
importante se menciona Soberanía, si recordamos la definición de la RAE,
“…reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales
representativos”. En estos últimos meses, de manera constante este principio ha
sido pisoteado, y quizás lo más grave, es que las instituciones quienes tienen
la responsabilidad de protegerle, resguardarle, parecieran paralizadas en
bloques de hielo, como aquellas estatuas de sal que menciona la Biblia, solo
que esta vez ni siquiera sabemos hacia donde dirigen su mirada. La Soberanía
sobre un territorio que por una minoría quiere ser fragmentado. La Soberanía no
se discute, es, existe, se ejerce. Eso, debemos recordarlo.
Estoy segura que queda
mucho por discutir, hay mucho más en el tintero sobre una constitución que nos
podría lucir lejana en el tiempo y de cara a las necesidades actuales. Para
ello, hay países que han introducido cambios en sus constituciones a través de
enmiendas, otros directamente han hecho constituyentes para crear una nueva.
Valdría la pena sopesar los pros y los contras de cada acción. En todo caso,
con esta, que hoy alcanza 35 años de haber sido promulgada, estamos
incumpliéndole, y desde su preámbulo.
Ante todo esto,
¿Permaneceremos impasibles, nos mantendremos inmutables? ¿Dejaremos que otros
decidan por nuestros derechos?, creo que es hora de la ciudadanía activa, y
esto desde hace tiempo, desde hace años.
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