Hoy contamos con una nueva
colaboración de Antonio de la Torre, que nos ha actualizado un artículo escrito
en 2014 sobre la democracia interna de los partidos políticos. Algo de mucha
actualidad que esperemos vaya cambiando, que falta hace…
Actualizo un artículo que
escribí en febrero de 2014, previo a las elecciones europeas de mayo de ese
año, en relación con la falta de democracia interna que existe en los partidos
políticos, algo que, desgraciadamente, sigue estando vigente y, me temo, sin
visos de cambio, salvo revolución política no previsible en el corto plazo, a
pesar de los dos nuevos “actores” -nunca mejor empleado el término- que han
aparecido en la escena política.
Recuerdo los ríos de
tinta que en 2003 se vertieron con motivo de la designación de Mariano Rajoy
por el “dedo divino” de José Mª Aznar, como, acertadamente, calificó Esperanza
Aguirre, en esos días, al “sistema de elección interna” en los partidos.
Recuerdo también que
había una terna, que compartía el señor Rajoy con Rodrigo Rato y Jaime Mayor
Oreja, en la que don Mariano aparecía como el menos “posible” e incluso, si mi
información no está muy errada, el menos preferido por las bases. Creo que José
Mª Aznar encargó una encuesta entre afiliados y el resultado fue aplastante a
favor de Rodrigo Rato, seguido de Jaime Mayor y, muy atrás, el finalmente
elegido.
Como el resultado de esa
encuesta “doméstica” no convenció al líder, tengo entendido que encargó otra
externa y de carácter más general, que replicó los mismos resultados, incluso
más extremados. Hablo de un entorno por encima del 70 % que querían como
sucesor a Rodrigo Rato, un 22-23 % que preferían a Jaime Mayor y un exiguo 6-7
% que se decantaba por el “carismático y arrojado” don Mariano Rajoy Brei.
Estaba claro que cuando
escribía estas reflexiones no se conocía todavía la “escabrosa” trayectoria del
candidato más valorado internamente -yo diría que en toda España- Rodrigo Rato:
su paso por Caja Madrid, salida a Bolsa, tarjetas black, y demás episodios,
mano en la cabeza incluida, con cámaras de TV preavisadas para entrar en un
coche de la policía, etc., etc.
Omitiendo detalles
innecesarios sobre la polvareda interna que se vivió en el PP en aquellos días
de 2003, lo que pasó, como todo el mundo sabe, es que se impuso la decisión del
señor Aznar por encima de los resultados de esas encuestas internas y su “dedo
divino” puso el cetro en la mano del menos deseado y esperado por las bases y
simpatizantes del partido. Así funcionan los partidos.
Esta afición a lo “digital”
de los líderes de los diferentes partidos políticos debe ser contagiosa y,
salvo algún episodio “escrupulosamente dirigido” -no vaya a colarse algún
personaje “díscolo”-, es práctica común en el panorama político preelectoral.
Por no remontarnos mucho
-ejemplos habría hasta la saciedad en estos cuarenta y cinco años en todas las
convocatorias electorales, ya hayan sido municipales, autonómicas o generales-,
cito algunos de los casos más recientes. Uno fue la designación del Presidente
del Partido Popular en Andalucía, Moreno Bonilla, cuando casi todo apuntaba a
que iba a ser el Alcalde de Tomares (Sevilla), José Luis Sanz, para lo que ya
viajaba a la ciudad de la Giralda la Secretaria General de los populares, Mª
Dolores de Cospedal, para su nombramiento, mientras el largo dedo de Javier
Arenas se imponía al, sin duda más cuidado, de la entonces Presidenta de
Castilla La Mancha que no tuvo otra que tomar el AVE de vuelta a Madrid. No fue
entonces ajeno a la designación digital ninguno de los candidatos que lideraron
las listas de los diferentes partidos para esos comicios. Su relación sería
prolija y no aportaría nada nuevo.
No ha sido menos notoria
la designación digital de algunos de los que ocupan los primeros puestos de
salida en la lista del Partido Socialista Obrero Español -al que le sobran las
tres últimas letras de su anagrama, por cierto, pero ese es otro tema-, para
los próximos comicios, las generales del 20-D, fichaje “estrella” –tal vez
sería mejor decir “estrellado”- sonado incluido tras la debacle de UPyD, y
veremos algunos casos más en los próximos días, es decir todas las listas que
vamos conociendo.
No me resisto a comentar
lo que hasta ahora sabemos de ese partido de triste recuerdo, que nació como
paladín de la “transparencia” y participación de las bases de afiliados, VOX,
que vendió a bombo y platillo la celebración de “primarias abiertas” para la
confección de las listas europeas -yo participé en ellas y puedo asegurar que
no lo fueron tanto-, y que ahora copa sus filas para las generales en Madrid
con el grupo de amigos del “carismático” líder que acabó quedándose con el
partido, maquilladas con la inclusión, también digital, claro, de algún personaje
de la farándula, no muy prestigiada, dicho sea de paso, en esa necesidad
imperiosa de que alguien hable de ellos, “…aunque sea mal” , que reza el
conocido dicho. Así van, de fracaso en fracaso hasta el batacazo final.
Y lo mismo puede decirse
de esos partidos emergentes, formados o expandidos aprisa y corriendo en el
último año y medio e integrados principalmente por arribistas y oportunistas
-pescadores ávidos en río revuelto-, desechados en su mayoría por otros
partidos -también podría citar a unos cuantos-, en los que los cacareados
“procesos de primarias”, tampoco parecen haberlo sido.
Dice el Artículo 6 de
la Constitución Española que transcribo, parcial, pero literalmente para no
cometer error, que “Los partidos políticos expresan el pluralismo político,
concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son
instrumento fundamental para la participación política…” y, concluye, ”… Su
estructura interna y funcionamiento deben ser democráticos”.
De lo anteriormente
expuesto y del extracto del mencionado Artículo 6 de la CE se deduce que no es
precisamente el espíritu democrático el que inspira el funcionamiento interno
de nuestros principales partidos, yo diría que de la mayoría de los más
conocidos, que son los primeros en incumplir este mandato de nuestra Carta
Magna, y que no es el único que se incumple, por cierto.
¿Para cuándo una nueva
Ley de Partidos que asegure su funcionamiento democrático y la
transparencia de sus fuentes de financiación, así como una nueva Ley
Electoral que garantice el vínculo directo entre representantes y
representados, hoy desaparecido, si alguna vez lo hubo?
Habrá que volver sobre
esto -me temo- después de las elecciones generales convocadas para el próximo
20 de Diciembre. Volveremos.
Los más viejos del lugar tenemos una respuesta a ese para cuándo. La daba el Hermano Lobo: Uhhhhhhhhhhhh
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