Hoy contamos con una
nueva colaboración de Antonio de la
Torre, amigo de Desde el Caballo de las Tendillas, que nos analiza la situación
política actual y nos da su particular opinión sobre la misma. El título lo
dice todo…
Sí, los últimos nueve
meses de la escena política, culminados el viernes con la segunda intentona
fallida –como estaba cantado- del debate de Investidura, me han traído a la
memoria aquella vieja película, la primera de la saga de Ian Fleming sobre el
famoso agente secreto de Su Majestad británica, titulada “Agente 007 contra el Dr.
No”. A Snchz le faltaron las manos metálicas -y el gato (aunque estaba rodeado
de ‘mininos’)- y al Congreso la aparición de Úrsula Andress, que habría hecho
más llevadero el sopor del “replay” y la visión de “las escañas” podemitas, bilduetarras
y demás izquierdistas radicales.
Porque no otra cosa ha
supuesto el empecinamiento enfermizo del ‘avocálico’ Pdr Snchz - el clon de
Zapatero, que ha
superado con creces al original no sólo en sectarismo y
resentimiento sino en su ignorante osadía-, más que su pertinaz insistencia en
un NO irracional sin el menor atisbo de voluntad de diálogo y negociación en
los que exponer, si quería, las más duras condiciones para su abstención, pero
nunca una cerrazón en su “No es No” o ”¿qué parte del No, no ha entendido, Sr.
Rajoy?”, que se prestó a la mofa del candidato para exacerbar aún más el odio
del bronceado, pretencioso y obtuso ignaro, que tanto perjudica los intereses
generales del Estado español. Y a él.
Al final de la sesión, lo
más destacable fue la satisfacción personal del todavía Secretario General del
PSOE -¿por cuánto tiempo, doña Susana?- que no le perdonaba al Presidente del
Gobierno en funciones su fracaso del pasado mes de marzo y vio cumplida su
venganza, principal componente –que no único- de su intransigente NO.
Satisfacción, compartida sin duda por todo ese “equipazo” que acompaña al
‘carismático’ líder socialista y, muy probablemente, por esa media docena -o
alguno más- de periodistas y comunicadores –muy “liberales” todos ellos- que
llevan unos años rivalizando, en sus medios digitales y tertulias, en sus muy
duras críticas –cuando no insultos y menosprecios personales- a don Mariano
Rajoy, más allá de lo que sería, en mi opinión, la mera censura y análisis, o
reprobación en su caso, de las muchas decepciones que la falta de decisión del candidato
haya podido provocar en su etapa de gobierno -a
mí el primero-, que no cubrió –ni de lejos- las expectativas de
muchos de los casi once millones de españoles que les dimos nuestro voto en las
generales del 20 de noviembre de 2011, tras las dos desastrosas legislaturas de
Rodríguez Z., otorgándole una mayoría absoluta que esperábamos serviría para
acometer las urgentes reformas estructurales que España necesitaba y que Aznar
no completó con la suya, en lugar de, salvo en lo económico– que no era poco
dada la herencia recibida- parecer más un continuismo de las políticas de ZP que
un verdadero intento de cambio.
Dicho lo anterior,
volvamos con el debate de investidura y con las verdaderas razones –en mi
opinión, claro- del NO de Snchz, repetido hasta la saciedad desde diciembre,
pese a que muchos de los barones regionales –e incluso alguno de su equipo
(Óscar López)- habían hecho creer que no se mantendría de conseguir el Partido
Popular el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria, como así ha sido. “A ver
quién le dice que NO a ciento setenta escaños”, decía el extremeño Fernández
Vara. Incluso Zapatero lo dijo y le explicó al ‘eminente’ opositor que
“abstenerse no es lo mismo que pactar”, pero sigue sin enterarse el todavía secretario
General.
Desde mi punto de vista,
la verdadera razón del sempiterno NO de Snchz a Rajoy no es la antipatía personal
que éste le pueda producir –que también-, sino el odio hacia el Partido Popular
y a todo el que pueda representarlo –o votarlo-, heredado por el clon
zapaterino de su antecesor, que despertó desde su llegada a la Moncloa en 2004,
tras el horrible atentado del 11-M -aún sin aclarar, por cierto y otra
decepción que nos llevamos muchos y que sigue en el debe de Rajoy-, cuando
desenterró el hacha de guerra y se empeñó, por encima de todo, vía leyes y
decretos –pactados con los enemigos de España-, en empezar a ganar -65 años
después- la Guerra Civil perdida en 1939 por la izquierda populista,
nacionalista y ‘salvaje’ –que así se puede calificar el comportamiento de
muchos de sus componentes durante la Segunda República-, tras el alzamiento militar
de 1936, provocado por el desorden y la anarquía imperante en España durante
los cinco años anteriores. Zapatero sembró el odio al Partido Popular y a todo
lo que pudiera representar la derecha o el centro derecha con su Ley de Memoria
histórica, tirando por la borda el esfuerzo de reconciliación realizado a
finales de los setenta por una generación de políticos, mucho más preparada y
sensata –no sé si todos- que la de los últimos años. ¿Alguien piensa que si
Mariano Rajoy diera un paso atrás y el Partido Popular propusiera a otro
candidato, la postura del ‘Dr. NO’ cambiaría? Ilusos, siempre quedan.
Por otra parte, veo una
segunda razón, tan importante como la anterior, si no más, para la negativa
enfermiza de Snchz, en este caso, vital –nunca mejor empleado el término-,
puesto que le va en ello al personaje su ‘supervivencia’ política –y la de la
no menos ambiciosa y pretenciosa ‘primera dama’-. Habría que hacerse la
pregunta aquí sobre qué se ha hecho tan mal en España durante los últimos
treinta y ocho años para que unos personajes tan mediocres como Pdr Snchz y su
equipo de ‘doctores de saldo’ puedan haber llegado a tan alto nivel en su
partido -cuestión extensiva a Rodríguez Z. y sus inefables equipos de
desgobierno-. Y lo mismo puede aplicarse al populismo –Podemos y sus Mareas-; a
la alternativa de centro izquierda -Ciudadanos-, como ellos mismos se definen
en su Ideario pese a los intentos del PSOE -y de los citados comunicadores y
medios- de haberlo querido presentar como de centro derecha y -¿ por qué no
decirlo- a una buena parte del Partido Popular que, si bien con mejor nivel
medio, humano, académico y profesional, que sus oponentes, también debería
mejorar claramente su rigor en la selección de personal y acabar con esa
escuela de “políticos profesionales –en el arte de la trepa, salvo excepciones
contadas (Pablo Casado y pocos más)- que son las Nuevas Generaciones,
recuperando el esfuerzo y el mérito como valores fundamentales para llegar,
después de SER y haber hecho algo en la vida más allá de aplaudir al líder que
confecciona las listas.
Termino ya, volviendo a
un artículo que me publicó este mismo Blog el pasado mes de Febrero, antes de
que se previera el ‘Pacto de perdedores’ que protagonizaron en Marzo PSOE y
Ciudadanos, con el resultado de todos conocido, bajo el título “¿Y
ahora, qué?”, a mi juicio, y lamentablemente, de rigurosa
actualidad porque poco –salvo los números, pero insuficientemente, visto lo
visto- ha cambiado. Por cierto, con ese mismo nombre titulaba su editorial del
pasado día 1 el diario El País, con el que coincido en el subtítulo “O Sánchez
sale de su incoherencia o será responsable de repetir elecciones” que remata
afirmando “…no se puede dejar pasar más tiempo limitándose al "no"
como única opción... sólo quedaría el grotesco recurso a unas terceras
elecciones —sin garantía de mejora sustancial para los colores socialistas, que
han retrocedido en las dos precedentes—, mientras se acumula el malestar de la
ciudadanía con partidos que no resuelven nada”. Para que lo diga El País…
Y remato con la misma
propuesta que entonces hacía: “un Gobierno de transición de los tres partidos” constitucionalistas,
ahora ya no tan seguro del “previo descabezamiento de los dos líderes de PP y
PSOE”, puesto que el resultado del 26-J ha vuelto a dar la mayoría al Sr.
Rajoy, incrementando sensiblemente la diferencia de escaños -52 (de 137 a 85,
respectivamente)-. El pueblo pide cambio, SÍ, pero liderado por el Partido
Popular, que quede claro. “A ver quién le pone el cascabel al gato, Majestad”,
después de que el Presidente en funciones haya dejado claro que está dispuesto
a volver a intentar su investidura. Descarto a un candidato de consenso, que también
había propuesto, porque parece incompatible con algunas posturas
intransigentes.
En fin, “que Dios reparta
suertes, porque, si nos deja solos –como decía hace siete meses-, ya sabemos
hacia dónde vamos”. O no. Tal vez a la tercera vaya la de la vencida, una vez
visto lo que dan de sí las alternativas y la inquebrantable vocación de
autodestrucción que tiene el “aspirante vacacional”, que sigue tentando la
suerte con lo peor de cada familia y vuelve a mirar a Podemos –al que excluye
Ciudadanos- y, ahora, dispuesto también a ceder más aún con el PNV. ¿Y con los
nacionalistas radicales?
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