Los sábados recordamos en
Desde el Caballo de las Tendillas y ya que esta semana se ha conocido la
petición de pena por parte de la Fiscalía a los implicados en el caso ERE y
demás, entre otros Manuel Chaves y José Antonio Griñán, os traemos este artículo
de septiembre de 2013, tras la imputación de los ex presidentes de la Junta.
¡Feliz sábado!
La jueza Mercedes Alaya
va a conseguir que casi todos se pongan en su contra; por un lado los
socialistas, por motivos obvios y por otro lado los separatistas catalanes, por
fastidiarles la cadena independentista que montaron ayer, coincidiendo con la
Diada de Cataluña. (Que digo yo que podrían haber aprovechado los del Fairy la
fila para intentar batir su récord de limpieza de platos).
Y es que lo de la
imputación de los ex presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José
Antonio Griñán, ha levantado un gran revuelo. Yo no voy a hablar sobre la
imputación, pues desconozco el proceso judicial abierto y, además, todavía no
se ha llevado a efecto la misma, ya que al tratarse de personas privilegiadas
con un aforamiento por su condición de políticos, la juez Alaya ha de ponerlo
en su conocimiento previamente.
De lo que voy a hablar es
de las responsabilidades políticas frente a las judiciales, como ya hemos comentado en
otras ocasiones. Y es que una cosa son las cuentas que se
deban rendir ante la Justicia y otras las que se deben rendir ante los
ciudadanos, y de esto último en España tenemos un déficit importante (bueno, y
de lo primero también). Porque en cualquier País con una democracia avanzada,
con una sociedad civil fuerte, cualquier político imputado en un caso de
corrupción dimitiría de todos sus cargos; y me limito a los casos de
corrupción, no a cualquier tipo de imputación, como debería ser.
Por eso Manuel Chaves y
José Antonio Griñán deberían dimitir de todos sus cargos, deberían apartarse de
la política y de la vida pública; igual que deberían hacer todos los políticos
imputados por corrupción, sean del partido que sean, vivan donde vivan. Y la
ciudadanía debería ser implacable, exigir las dimisiones y no votar a ningún
partido que cuente entre sus listas con personas imputadas. Mientras tanto
tendremos que seguir aguantando a imputados en las instituciones, y así se
seguirá corrompiendo la democracia.
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