domingo, 6 de abril de 2014

MANUALIDADES COLEGIALES, por @PitiFerrer


Cada vez que veo por la calle a un niño con una manualidad camino del colegio, no puedo remediar acordarme de mi compañera de clase Salud Sánchez (nombre inventado para no herir sensibilidades). Por muy bueno que fuese mi trabajo, el suyo siempre era mejor. Que había un concurso... ella siempre ganaba. Y encima, hasta se lo merecía porque era brillante. ¡Ya era hasta cansino!

Y es que lo de las manualidades de la clase de tecnología, que era así como se llamaba la famosa asignatura allá por los 90, era muy frustrante. No importaba lo adelantado que llevases el trabajo que la tarde de antes era apoteósica. Y encima tenía suerte porque las cosas que hacíamos eran normales, no quiero ni pensar que hubiera tenido que hacer una americanada de volcán. A mí me enseñaban a hacer cosas como: un marquito de taracea, una caja decorada con cromos, un cuadro con láminas estilo 3D. Pero ¿un volcán?, ¿para qué querrán los americanos que los niños en los colegios aprendan a hacer volcanes? Y encima ya si echa lava... En fin, luego su educación es mejor que la nuestra. ¿Será porque saben hacer volcanes?


Pero frustración la que sentía una amiga que estaba en otro colegio cuando veía los trabajos de una compañera a la que se los hacía su madre. ¡Y es que estaba cantado!... eso no había quién se lo creyese... bueno sí, la profesora. Mi amiga decía que la madre de la otra cometía hasta pequeños fallos para que pareciese que lo había hecho su hija. Siempre le quedó la duda de si su profesora era muy inocente o lo fingía.

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