Él usaba el silencio como
castigo y ella respondía al suyo con más silencio. Y entre silencios se les fue
la vida de las manos. Y entre silencios crecieron, criaron a sus hijos,
maduraron. Y ahora habitan un silencioso hogar en el que el silencio es un compañero
más.
El silencio es un golpe
que hiere, un peso que te hunde, líquido que llena tus pulmones hasta
asfixiarte. El silencio llega para llenarlo todo, mata la vida, apaga la luz,
seca la piel.
El silencio se hace dueño
de cada arruga, de cada duda, de cada temor. Silencio atronador.
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