La
falacia del buenismo propuesta por la doctrina de lo políticamente correcto es
tan perversa, que no puede aguantar un mínimo análisis serio. Primero, se basa
en dogmas, con lo que no hemos salido todavía de la Edad Media y Nietzshe ni
siquiera existió. De ahí que para lo políticamente correcto existan
pensamientos impuros como parte de esta opresora doctrina relativista.
Es decir, para no ser encarcelado, multado o vilipendiado hay
pensamientos que entran de la lógica más aplastante pero que están totalmente
prohibidos, y que mucho menos jamás deben expresarse
públicamente. Lo políticamente correcto es aquello que se debe decir y no se
puede decir y ni siquiera pensar porque está prohibido.
Como resulta que los gobiernos (autonómicos o no) que hemos tenido nunca nos han preguntado nada, se inventan leyes que jamás hemos pedido, nos las inscriben en el BOE, algo que resulta una aberración desde el punto de vista de una democracia ya que el Estado jamás debe legislar; para ello está el poder legislativo; pues nos encasquetan las leyes que quieren y no las que querríamos; y ni siquiera cumplen, en ocasiones, con las que doctamente dictan. No solo no puedes decir ciertas cosas sino que además puedes acabar teniendo problemas con la ley si llegas a expresarlas públicamente. So long for free speech...
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