Se oye más a menudo de lo que me
gustaría, aunque lo comparto a veces, que la democracia no ha traído mucho bien
a España. Eso sí, ‘trajo’ el ‘Estado del bienestar’ que muchos de los que ahora
se dedican a la ‘cosa pública’
confundieron con el ‘bienestar de su estado’, encontrando en el sentido más
peyorativo del término ‘pública’ un modus vivendi que ni en el más placentero
de sus sueños hubieran imaginado si a sus méritos profesionales o de formación y
experiencia correspondiera.
Pero no todo fue ‘malo’ en esta ‘democracia’
que produjo -sobre todo en las etapas socialistas, sin que las de centroderecha
puedan considerarse ajenas del todo- el “resurgir” del ‘sentimiento familiar’, haya sido en forma de ”proteccionismo” -vulgo,
nepotismo- o de esa variopinta escala de ‘tipos
de familia’ que ahora proliferan, entre las que empieza a ser ‘rara’ la
“heteropatriarcal’ -que diría algún ‘progresista’ de la regresión sociocultural
que se vive actualmente- y que hasta el Padre Ángel ha ‘bendecido’ hace pocos
días con una frase para ‘enmarcar’: “Sería absurdo, en pleno Siglo XXI, defender
un solo tipo de familia”. Lo siento, Padre Ángel, pero sí que habría
que defender un solo tipo de familia -y usted, más aún-, la tradicional, de padre -hombre-, madre
-mujer- (lo especifico por si alguien lo dudaba) e hijos, si Dios quiere que vengan. Lo que no quiere decir que haya
que dar la espalda a la triste realidad social que se ha propiciado pero, en
lugar de ‘defenderla’ como ‘distintos tipos de familias’, biparentales -dos,
supuestamente, machos- o bimarentales (perdón por el palabro)-dos,
supuestamente, hembras-, lo que habría que hacer es recuperar esa educación hoy
decadente y retrograda que quiere imponer como normal lo que simplemente es una
aberración, sociopolítica (las más de las veces) o cromosómica. Pero este tema -ya
lo trataré- se sale del fondo de mi artículo.
Vuelvo al asunto, el del sentimiento familiar proteccionista ‘despertado’
con la democracia, que no implica que no existiera antes o que no siga
existiendo mientras el mundo sea mundo. Y me viene este tema después de la tan
controvertida sentencia sobre el Caso NOOS -que dejo para el final-, desde el viernes,
‘consagración’ del proteccionismo paterno
-y de todo un sistema- sobre una hija,
víctima de un ‘amor conyugal’ que ni
el de los “Amantes de Teruel”, sobre los que reza un estribillo a continuación
que, por respeto -que tal vez no lo merezcan los interfectos-, omitiré.
Sin ánimo de ser exhaustivo
-requeriría varios libros-, recordaré algunos de los casos más sonados de este
resurgido ‘sentimiento nepótico-familiar’
en nuestra ‘flamante democracia’, que ya
recogí en parte, hace ahora tres años, en uno de mis primeros
artículos publicados fuera de mi modesto perfil de Facebook, ante esa especie
de ‘virus del amor a los fondos
públicos’, denominador común de gran parte de la familia ‘política’ actual que,
como decía, afecta más al socialismo, aunque ataca a todos. Recordemos la frase
de Margareth Thatcher: “El socialismo funciona hasta que se acaba el dinero de
los demás”.
Aunque los casos de corrupción en
la primera etapa socialista fueron numerosos –desde Narcís Serra a Roldán,
pasando por las facturas falsas y la financiación irregular del PSOE y tantos
más que harían interminable su simple enumeración-, centrándome sólo en lo que
concierne a la “familia”, la primera
manifestación de este ‘amor democrático familiar’,
que yo recuerde, fue la del famoso Juan Guerra -mi “henmano”, decía refiriéndose a su hermano Alfonso (“tó p’ar
pueblo”), Vicepresidente del Gobierno entonces- y sus conocidos ‘cafelitos’ con
‘pastas’ variadas, en el despacho de la Delegación del Gobierno en Sevilla. No
menos conocido fue el caso de Rafael
Vera y la lucrativa ferretería de barrio del suegro, ‘fuente’ de un patrimonio inmobiliario y agrícola nunca
explicado. Tampoco faltó el cuñado -un
clásico- de González y su barco o el sobrino
contratado muy por encima de su preparación. En la segunda etapa vino el caso
del primo de Blanco -‘sobre
misterioso’ en la gasolinera de Guitiriz (Lugo)- o la compra del ático de Villa
García en una más que dudosa ‘recalificación’ de suelo saltándose,
presuntamente, la Ley de Costas -cualquier cosa para el disfrute de la familia unida-. Conocida también fue la
vertiginosa promoción de la hija de
Manuel Chaves, contratada, y ‘apoderada’ ipso facto, por una empresa minera
-MATSA- que, curiosamente, recibió una generosa subvención de la Junta de
Andalucía poco después del ‘fichaje’ -previo cambio de la ley para que la
anterior negativa del Ministerio se pudiera evitar- o las comisiones que
recibía el otro hijo por ‘allanar’
posibles dificultades de gestión administrativa de algunos proyectos. Siempre
la familia por encima de todo.
¿Qué decir de otra familia ‘ejemplar’,
los Bono, y su tan inexplicable como
extendido imperio inmobiliario? Lujosos inmuebles ‘los contemplan’ -desde
Toledo a Madrid ‘pasando’ por Campello (futurible “deseo” ya realizado) y
Estepona-, más su hípica Almenara -en cuya construcción parece que tuvo algo
que ver el constructor del ‘oasis de Seseña’, récord en la obtención de licencias
(ambiental y de obra) en Castilla La Mancha-, donde el hijo, al que parece que Dios no llamó por el camino del estudio y
el esfuerzo (laboral o académico), ejercita su ‘poca monta’ -se dice que
tampoco ha sido llamado por el de la hípica- y al que compró y rehabilitó un buen
piso, vecino al Arzobispado -siempre ‘cercano’ a la Iglesia, don José-, trayendo
-se dijo- dos cuadrillas de Albacete alojadas durante la reforma en el Hotel
Las Pirámides -cuatro estrellas- propiedad de su buen amigo Rafael Santamaría, padrino de la hija y ‘amueblador’ de habitación de su ahijada, según decía algún malévolo
periodista. Familia que se amplía
tras la boda de su hija y cuyo cabeza, se
dice, comparte con el ahora consuegro
una ‘saneada’ cuenta en un conocido paraíso fiscal. Por cierto, familia rota
por circunstancias que no vienen al caso, pero que el ‘virus’ mantendrá ‘unida’.
Del caso de los ERE de Andalucía -daría
para otro libro- sólo citaré lo que a familia
se refiere. Encontramos recién nacidos ‘regulados’, otra suegra y varios altos cargos –de nuevo Chaves, con Griñan, Zarrías,
que a través del alcalde de su pueblo (Cazalilla, Jaén) se convirtió en el
‘INEM’ de familiares y amigos, o la genial ‘Maleni’, que se fue a Siberia “p’astudiar”
las nevadas de Barajas que era “múuu grande”-, aunque lo más nombrado, quizás,
fue aquella frase de la madre del
sindicalista Lanzas -UGT-: “Mi hijo
tié dinero p’asar una vaca”.
No se libró tampoco de ese ‘virus’
familiar el Partido Popular, en el
que su ‘víctima’ más citada fue la exministra Ana Mato y el ‘problema de visión’
que le impidió ver en su garaje el Jaguar del marido –entonces, Alcalde de Pozuelo- regalo del principal imputado
del caso Gürtel -se dijo que no lo vio
por estar ‘tapado’ por otro vehículo de alta gama, todo terreno -. Y tampoco vio, al parecer, las
facturas de las fiestas de cumpleaños de sus hijos o los billetes de avión a Disney World. Podríamos añadir, como ‘efecto secundario’ del virus, la inclusión,
como número dos en la lista municipal, de doña Ana Botella, esposa de Aznar, aunque sin que la
‘enfermedad’ haya tenido ‘coste’ económico. Se ve que en el PP se financia más
al enemigo y que algún tesorero saca tajada, pero esto se desvía del tema
familiar.
Tampoco se libraron del ‘virus’ los
dos partidos ‘emergentes’. Uno, Podemos, en el que hemos visto que la pasión
por el ‘amado lidl’ ha llevado a éste a colocar de portavoz en el Congreso a su
pareja. El otro, Ciudadanos, del que
se comenta que uno de sus líderes intervino en las primarias de Sevilla para
poner a la novia. Estos llegaron ‘aprendidos’.
Capítulo especial merece el
‘fervor familiar’ en Cataluña, desde los hermanos Maragall y los Carod Rovira
hasta la ‘ejemplar’ familia Puyol.
Simplemente recuerdo el nombramiento de Ernest
Maragall como consejero de Educación de la Generalidad durante el segundo
tripartito catalán, con José Montilla al frente, ese cordobés -de Iznájar - que
consiguió ‘entenderse’ con el ceutí Chaves ‘gracias’ al sistema de traducción
simultánea que consiguió imponer en el Senado. Hoy el hermanísimo de Pascual
Maragall -el del primer tripartito surgido del Pacto del Tinell (PSC, ERC,
ICV)- es eurodiputado por ‘Izquierda por el derecho a decidir’ tras abandonar
con su hermano el PSC y formar el NECat. El otro hermano, el de Carod Rovira,
de nombre Apeles -nombre que hiciera
popular un pintoresco sacerdote en las ‘Crónicas marcianas’ de Sardá- fue unos
años ‘embajador’ de la Generalidad en Francia, con 90.000€ de sueldo, casa y vehículo
oficial.
Mención especial merece la familia
del ‘Molt lamentable’ Jorge Puyol, con su esposa y siete hijos, todos -menos
uno, al parecer- imputados en la mayor trama de corrupción familiar de la
reciente historia de España, extendida ‘del uno al otro confín’ -cual bajel
pirata de Espronceda que los llevara a no pocos puertos, Rosario entre ellos-.
¿Qué no sabrá el patriarca Puyol para que la justicia -con minúscula, claro- no
lo toque salvo amagos superficiales? Ahí lo dejo para no extenderme más.
Y para que no falte ningún grado
de parentesco, ni estamento político alguno que se libre, también en la Casa
Real apareció el que nos faltaba, el yerno
de su Majestad -aunque “la caridad bien entendida empieza por uno mismo”- que,
tras un nuevo caso de ‘ceguera de amor’ por parte de la Infanta, ha visto hace
unos días la sentencia que le condena a prisión. Otra cosa es si la ‘elude’ mediante
fianza hasta que el Tribunal Supremo ‘decida’ sobre el previsible recurso. El que
fuera medallista olímpico, cautivó a la hija menor del Rey, pasó del balonazo al ‘pelotazo’, mediante un
regio ‘braguetazo’, pero sucumbió a
su exceso de ambición y ‘abusó’ de confianza con su ‘familia’ política, aunque
manifestó que se limitaba “a hacer lo que veía a su alrededor”, sin precisar
más detalles, que se sepa.
Parece evidente que esta
controvertida sentencia y no pocas más que afectan a personajes políticos, ‘refuerzan’,
sin duda, el Art. 14 de la Constitución Española: “Los españoles son iguales ante la ley…”.
Seguro que me dejo algún caso más,
pero seguiré al tanto. Todo, por y “para”
la familia.
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